“Con el accidente de ese bus todo el mundo culpa al conductor, que es responsable, sí, pero nadie ve a los que están detrás, los socios de las cooperativas, ellos son los que exigen tiempo, un mínimo de pasajes, su dinero. Si queremos ganar diario tenemos que hacer la ruta en el tiempo que piden, que es mínimo. Lo están mandando a uno a matar a la gente”, expone José García, quien hasta diciembre pasado era conductor de un autobús de la ruta 102.
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Desde la terminal del mercado Mayoreo, en el extremo este de Managua, hasta Acahualinca, al extremo oeste de la capital, un autobús de la ruta 102 debe atravesar vías principales de la capital en 1:45 minutos. Ni un minuto más. Cada minuto perdido son 50 córdobas menos para el socio y días sin trabajo para el conductor.
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Todas las rutas tienen un tiempo establecido para ir y volver a la terminal, tiempo que varía según el recorrido y son los socios de las cooperativas quienes establecen las sanciones o montos de pago si estos tiempos se incumplen. Unos penalizan con 20, 30 o hasta 50 córdobas. En algunas cooperativas los descuentan del pago del conductor y en otras deben asumirlos los socios, que sancionan al conductor que se retrasa con tres, cinco o hasta quince días sin derecho a trabajo, sin pago.
Contrarreloj, barras y horarios
Una hora y 45 minutos fue el tiempo meta de la ruta 102 durante los seis años que José García trabajó para esta cooperativa. “Cada año hay más vehículos, las mismas calles, el tráfico cada vez más pesado, pero te exigen el recorrido en ese tiempo. Deberían eliminar el tiempo, pero no les conviene, nos presionan. Si uno quiere ganarse su vuelta tiene que ir matando a la gente”, asegura García.
Además de las sanciones, a los conductores también se les aplica el cobro por los pasajes extra que marca la barra. Aun cuando el validador de MPeso registre, por ejemplo, 400 pasajes, si el sensor de la barra detectó 420, deben pagar los 50 córdobas correspondientes a esos 20 pasajes.
En la cooperativa Transportes Unidos, los conductores aseguran que no deben competir por tiempo, aunque tienen un mínimo de 200 pasajeros. En la ruta 120, por ejemplo, siempre se sobrepasa la meta porque recorre vías principales que atraviesan de norte a sur la capital. Su problema, aseguran, son las largas jornadas de trabajo.
“Aquí el primer bus sale a las 4:20 de la madrugada y el último a las ocho de la noche. Si hoy te tocó sacar la última vuelta cerrás a las nueve y media y después de las diez estás en tu casa, pero entrás al turno de las cuatro y si acaso dormiste cinco horas”, expone Jack Mayorga, conductor de autobús.
“Es cierto, hay conductores que dan maltrato o mal servicio, pero también hay desconsideración del pasajero, nosotros somos los primeros en salir de nuestras casas a trabajar y los últimos en llegar”, dice Wilber Zabala, chofer de la ruta 120.
“Con esto del accidente un pasajero me gritó: ‘¡Asesinos!’, porque no me detuve donde él quería, las cosas no pueden ser así”, remata Moisés Blandón, otro conductor de autobús.