La depresión infantil puede surgir a causa de “cambios importantes y estrés” como resultado de la pérdida de los padres, un divorcio, problemas familiares, entre otro, cita Alba Caraballo, editora de GuiaInfantil.com.
Dice que aproximadamente el 5 por ciento de los niños padece de depresión en algún momento. Los niños que viven con mucha tensión, que han experimentado una pérdida familiar o que tienen desórdenes de la atención o de la conducta, o presentan dificultades en el aprendizaje o problemas de salud mental, corren mayor riesgo de sufrirla.
Cada niño es único en su forma de ser, en su personalidad y en la manera de aceptar los cambios que se producen en su vida. Para sospechar que un niño tiene depresión, es necesario conocer muy bien al pequeño y saber qué es realmente normal en su comportamiento.
No hay que apresurarse a sacar conclusiones. Padres y profesores deben estar atentos cuando algún niño presente un comportamiento diferente.
¿Qué debo hacer si creo que mi hijo está deprimido?
Hable con su hijo sobre sus sentimientos y sobre las cosas que suceden en el hogar y en la escuela que le pueden estar molestando.
Comuníqueselo al médico de su hijo. Algunos problemas médicos pueden causar la depresión. Su doctor puede recomendar psicoterapia (asesoramiento para ayudar a la personas con sus emociones y comportamiento) o medicamento para la depresión.
Considere cualquier pensamiento de suicidio como una emergencia.
¿Qué puedo hacer para ayudar?
Lo primero es promover una buena salud.
1- Los conceptos básicos para una buena salud mental incluyen una dieta saludable, dormir lo suficiente, ejercicio y relaciones positivas con otras personas en el hogar y en la escuela.
2- Limite el tiempo que pasan frente una pantalla (televisor, computador) y fomente la actividad física para ayudar a que establezca relaciones positivas con los demás.
3- Pasar tiempo a solas con cada uno de los padres, ser elogiado por su buen comportamiento y destacar sus puntos fuertes ayuda a estrechar el lanzo entre los padres y los hijos.
4- Reduzca el estrés. Puede ser necesario hacer cambios a corto plazo en la cantidad de tareas escolares, labores o actividades.
5- Hable y escuche al niño con amor y comprensión. Ayude a que su hijo aprenda a describir sus sentimientos.
6- Siga el plan de tratamiento de su hijo. Asegúrese de que su niño asista a la terapia y que tome su medicamento según las indicaciones.