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Fracaso del diálogo en Venezuela

La presencia de un representante del Vaticano como mediador para el diálogo de la oposición con el Gobierno de Venezuela, despertó la esperanza en la posibilidad de que hubiera un acuerdo positivo.

Venezuela sufre actualmente la peor crisis de su historia. La situación inflacionaria, la escasez hasta de los alimentos y medicamentos más indispensables, el desempleo, la insuficiencia de los salarios de quienes tienen empleo, y la inseguridad pública total, solo se puede comparar con la de Nicaragua en  los últimos años de la  revolución sandinista de los años ochenta. La única diferencia es que en Nicaragua había una destructiva guerra civil provocada por el régimen sandinista y alimentada por las dos superpotencias de entonces.

En Venezuela no hay guerra,  actualmente, pero es como si la hubiera, porque los efectos de la violencia criminal —que se practica desde abajo en las calles y desde arriba en el poder político— son como los de una contienda bélica.

La crisis de Venezuela ha sido agravada por los bajos precios del petróleo, del que depende la economía de ese país. Pero solo agravada, porque la verdadera causa de la crisis radica en el sistema comunista disfrazado  como “socialismo del siglo 21”; y  en el régimen dictatorial impuesto a un pueblo rebelde y valiente que en el pasado ha vivido muchos años en una democracia auténtica, conoce sus virtudes y beneficios y en su mayoría quiere que su país regrese al sistema democrático.

La esperanza en el diálogo apadrinado entre otros factores extranjeros por el Vaticano, ha derivado de que si no se encuentra una salida constitucional y electoral a la crisis global e integral del país, solo quedaría espacio para la explosión social, el golpe militar y la guerra civil. Así lo han advertido algunos representantes de la Iglesia católica de Venezuela y tal es el temor de la población de ese país suramericano y de la comunidad internacional.

Pero, lamentablemente, este diálogo ha fracasado prácticamente porque Maduro no quiere aflojar el poder, pretende continuar desgobernando Venezuela hasta concluir su período presidencial en 2019 y que su partido siga después hacia adelante, hasta siempre si eso fuese posible.

La actitud de Maduro es parecida a la del dictador Anastasio Somoza Debayle en Nicaragua, que se empecinó en que debía terminar su mandato presidencial en 1981,  rechazó la salida pacífica del plebiscito y  cayó de manera sangrienta en julio de  1979. Las consecuencias de aquella obstinación dictatorial se siguen soportando hasta ahora.

En Venezuela, aunque esté de por medio  el  Vaticano, el diálogo solo puede servir para sacar a los venezolanos de la espantosa crisis que sufren, si quien detenta el poder despóticamente acepta dejarlo por las buenas, como lo permite la Constitución, mediante un referendo revocatorio o una elección presidencial anticipada.

El diálogo no puede ser para que la oposición se someta   a un gobierno fracasado, culpable de todas las desgracias que soporta el pueblo venezolano. El diálogo solo puede ser para que Maduro se vaya pacíficamente del poder. Si no es así no hay manera de que resulte exitoso.

COMENTARIOS

  1. Carlos M Alvarado
    Hace 7 años

    Si hay un diálogo entonces se dialoga,no se le pide a persons que se vaya a su casa y abandone sus. Responsabilidades, eso no es dialogo eso es imposición…que absurdo

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