Más que a un santo de la Iglesia, Elena Poniatowska tiene a la figura del Quijote como un guía de vida. Es al personaje creado por Miguel de Cervantes a quien la escritora y periodista dirige sus oraciones cada noche pidiéndole que “no la desampare ni de noche ni de día”.
La autora franco-mexicana conoció la novela de 1605 del prolífico escritor español a la edad de 10 años.
Sin imaginarlo, la obra de Cervantes significaría su primer acercamiento con el mundo de la lengua castellana y con su autor, el más universal junto con el británico William Shakespeare, ambos fallecidos hace 400 años.
“Será por eso que Fernando del Paso y yo compartimos el fervor por el Quijote, su carácter lúdico y su escritura que nos hace convocarlo”, dijo Poniatowska.
“¡San Quijote de la Mancha, ruega por nosotros! ¡No nos desampares, somos tus escuderos, somos tus aposentos, los guardianes de tus ideas, somos tus sortijas y tenemos la virtud de hacernos invisibles, sobre todo porque vivimos en un país que, por ahora, es opaco y espeso!”, expresó la ganadora del Premio Cervantes 2013.
“Prefiero al Quijote que a cualquier santo, me es más fácil rezarle a él que a emperadores y pontífices”, afirmó la también activista de 84 años.
Poniatowska se convirtió hace tres años en la primera mexicana en hacerse acreedora al máximo galardón de las letras en español, y en la quinta ciudadana de ese país que recibe el premio, crédito que comparte con sus colegas Fernando del Paso, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Sergio Pitol y José Emilio Pacheco.
Precisamente Del Paso y el chileno Jorge Edwards, igualmente condecorados con el Premio Cervantes, acompañarían a Poniatowska en el acto realizado el domingo en el imponente Teatro Juárez de la capital guanajuatense, pero por motivos estrictamente de salud —de acuerdo con lo dicho por Jorge Volpi, director del Festival Cervantino— ambos estuvieron ausentes.
La escritora recordó que Del Paso es el autor de “Viaje alrededor de El Quijote”, obra que presentó en abril pasado, y que es el resultado de años de investigación del mexicano sobre temáticas abordadas en la obra de Cervantes como la locura, la comparación entre Alonso Quijano (Don Quijote) y Jesucristo, la gratitud y la valentía.
“Del Paso en una de sus páginas afirma que, después de cada derrota, don Quijote se refugia en el recuerdo de sus lecturas. También nosotros hemos recurrido a los libros después de un fracaso”, señaló. “Y si don Quijote se consuela en las letras, Sancho Panza, pragmático por excelencia como es, ¿dónde se refugiará?
“La autora de “La noche de Tlatelolco”, quien en la conferencia estuvo acompañada de Volpi, también confesó que se siente francamente identificada con Panza, el coprotagonista de la novela de Cervantes y fiel acompañante de don Quijote.
“Me identifico con él, porque también vivo, desde 1953, en medio de una muchedumbre de refranes y de palabras que he recogido en miles de entrevistas y crónicas a lo largo de 63 años de labor periodística y como escritora, y que en muchas ocasiones parecen disparates”, señaló.
La escritora recordó que llegó a México a los diez años de edad en un barco en el que viajaron, antes y después de 1942, muchos refugiados que huyeron de la guerra civil española, a quienes se refirió como “Quijotes”.
“Si el Quijote pierde el juicio por la lectura, nosotros lo perdemos por leerlo y aunque sea por un momento tenemos la sensación de haber enderezado a un entuerto y salvado a un desencaminado”, concluyó Poniatowska.