A Costa Rica le sigue preocupando la compra nicaragüense de armamento ruso para modernizar su Ejército, no porque signifique una amenaza directa a su territorio; sino como una inquietud regional cuyos países necesitan más educación, salud, tecnología, infraestructura y retos como la lucha contra el crimen organizado, tráfico de migrantes y de drogas.
Así lo expuso el canciller de este país, al conocer que Rusia empieza a cumplir el contrato de cooperación técnico-militar entre Managua y Moscú de suministro a Nicaragua de 50 tanques de combate modernizados T-72B1, los cuales servirán para modernizar el Ejército de Nicaragua a un costo de 80 millones de dólares, noticia divulgada por el medio oficialista Sputnik.
“Es motivo de preocupación no como una amenaza a Costa Rica, (porque) Costa Rica sus armas de defensa seguirá siendo el derecho internacional y no las armas de guerra, pero sí es motivo de preocupación como región centroamericana cuando un país inicia una carrera de militarización como la que ha ocurrido y la venimos advirtiendo sobre Nicaragua desde 2012”, declaró González.
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“Es motivo de preocupación para toda la región, además que esto podría provocar que otros países se sientan motivados también ha adquirir más armas de guerra. Lo que necesitamos en la región no son armas de guerra, sino combatir la pobreza con educación, con más salud, con más tecnología, con mejor infraestructura, eso es lo que representan las prioridades en la región centroamericana, en atender temas de migrantes tanto los que van hacia el norte como los que van hacia el sur”, añadió Manuel González.
Según Sputnik, el contrato, estimado en 80 millones de dólares, debe cumplirse para finales del 2016 o inicios de 2017.
SISTEMAS DE DEFENSA ENCARGADOS
La Armada nicaragüense encargó a la parte rusa 4 lanchas patrulleras del proyecto 14310 Mirazh en 2013 y está en marcha un contrato de suministro de dos lanchas coheteras del proyecto 1241.8 Molnia (el más costoso de la cooperación técnico-militar bilateral), refirió, pero la información no explica si todo esto va en el presupuesto de los 80 millones de dólares o será un costo adicional.
Sputnik, que cita a “un portavoz del Centro de Análisis del Comercio Mundial de Armas”, recordó que Rusia suministró a Nicaragua 12 sistemas de defensa antiaérea ZU-23-2 en 2014, un lote de vehículos blindados GAZ-2330 Tigr en 2012 y dos helicópteros Mi-17V-5 en 2009.
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Según el canciller de Costa Rica, los temas de la región deberían ser de seguridad conjunta contra el crimen organizado, el tráfico ilícito de personas y drogas.
“No la compra de armas de guerra pesado con la cual la gente no come, sino que más bien se empobrece y que tampoco sirve para combatir ninguno de esos problemas que tenemos los países, desde ese punto de vista sí es motivo de preocupación y efectivamente como región debemos de hacer un llamado para que no se invierta en cosas de esta naturaleza”, criticó el jefe de la diplomacia costarricense.
“Si bien es una decisión soberana (de Nicaragua), de alguna manera a toda la región centroamericana lo que queremos ver es que necesitamos todos más inversión en desarrollo humano y no en armas de guerra”, puntualizó.
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En junio de 2015, el gobierno de Costa Rica expresó preocupación por la presencia “reiterada” de jerarcas militares rusos en Nicaragua y el despliegue de barcos de la armada rusa en puertos de ese país centroamericano.
En esa ocasión, el presidente Luis Guillermo Solís, que mencionó el tema a los jefes de Estado de Alemania, Francia y otras autoridades europeas con las que coincidió durante la Cumbre UE-Celac que se desarrolló por esos días en Bélgica.
“Mencioné que nos preocupaba mucho la presencia reiterada de altos jerarcas del gobierno ruso en Nicaragua, incluido el ministro de la Defensa, así como de naves artilladas de la armada rusa en aguas de Nicaragua, que se anclaron durante varias semanas en los puertos del Caribe de ese país”, señaló el gobernante costarricense en 2015.
Añadió que su gobierno no ve esto dentro de una hipótesis de conflicto militar con Costa Rica, dado que los dos países mantienen diferencias fronterizas por territorios, sino “en un marco político mayor” dentro del Caribe.