La irrupción de 1,300 cubanos la mañana del miércoles 13 de abril a Costa Rica, llevó a este país a endurecer sus controles de vigilancia en Paso Canoas, frontera con Panamá, país desde donde casi 4 mil cubanos y unos mil africanos y asiáticos, presionan por una apertura de fronteras para continuar la ruta migratoria hacia Estados Unidos.
Los 1,300 fueron devueltos y otros cientos más que intentaron hacer lo mismo, también han sido rechazado por la policía costarricense, por una frontera que aún sin haberse reportado violación de derechos humanos, se volvió tensa, en un crudo ambiente donde lo más visible son hileras de policías apertrechados y firmes, mientras mujeres y niños, migrantes adultos también, claman o protestan por cruzar.
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“Pedimos disculpas el gobierno y pueblo de Costa Rica. En nombre de los 4 mil cubanos, si en algún momento el interés de llamar atención se pareció a una afrenta, porque fue muy duro pronunciamiento cancillería, en ningún momento quisimos hacer una afrentar gobierno de Costa Rica que nos ha ayudado a la migración cubana, ni provocar violencia”, dijo el pastor evangélico cubano, Pável Fernández, quien ha servido de vocero para los varados en Panamá.
Tal pedido de Fernández no fue al azar. El gobierno de Costa Rica, en un pronunciamiento, el mismo día del cruce ilegal de cubanos y extracontinentales a su territorio, criticó el ingreso de “manera violenta y forzada a nuestro territorio más de mil migrantes irregulares, lo que se convierte en una afrenta al pueblo costarricense, el cual atendió, en meses pasados, de manera oportuna y generosa a los migrantes cubanos”.
En el ingreso, algunos cubanos provocaron caos, obstaculizaron el tráfico y hasta dañaron los vidrios de un vehículo que circulaba en la zona fronteriza.
“El daño al vehículo fue en defensa seguridad personal, algún ciudadano logró introducirse en la manifestación que se estaba dando, fue en defensa propia, tanto así que ninguna autoridades costarricense hizo un parte policial contra algún cubano”, justificó Fernández vía telefónica A LA PRENSA, desde ciudad de Panamá.
“HAY TOTAL TENSIÓN, DESGASTE FÍSICO Y DESVENTAJA ECONÓMICA”
La vida de más de 2 mil cubanos varados en el norte de Panamá, se ha vuelto un drama mayor.
A las tensiones emocionales, alto costo económico y peligros, es decir, la total vulnerabilidad con la que hacen una desgastante ruta migratoria que abarca gran parte de Latinoamérica; se añade la impotencia de estar frenados en condiciones infrahumanas sin que aún haya claridad sobre sus destinos.
“Hay total tensión entre los cubanos en Paso Canoas”, comenta Pável Hernández, un pastor evangélico cubano que ha servido de vocero para sus coterráneos varados en ese punto de frontera de Panamá con Costa Rica.
“Hay personas que tiene más de 4 meses de estar esa misma condición, no nos quedan recursos, hay mucho desgaste físico, desventaja económica, estamos vulnerable. Hay mujeres en estado de gestación y niños, necesitamos más recursos. Recibimos ayuda de Cáritas y la Cruz Roja, pero no son suficientes para alimentar a miles de personas”, añadió.
Según Hernández, los 4 mil los cubanos varados en Panamá, están ubicados en Puerto Obaldía, en el Caribe sur panameño cerca de Colombia, y en Paso Canoas, Chiriquí, fronterizo con Costa Rica.
“Queremos pasar”, es el grito a coro de los migrantes todos los días, entre cubanos, africanos y asiáticos.
La vigilancia genera todo un desgaste económico para Costa Rica, según el Ministro de Seguridad Pública, Gustavo Mata; dado que el país debe a alimentar a los policías que estarán ahí durante las 24 del día.
También ha dispuesto de su servicio de vigilancia aérea y drones para vigilar mejor la zona.
Después de los 1,300 de mediados de semana, Costa Rica ha devuelto a más de 200 migrantes que cruzaron de modo irregular a su territorio en las últimas horas, entre cubanos y extracontinentales. Incluso la policía costarricense detuvo a cerca de un centenar de africanos y asiáticos que cruzaron al otro extremo, en Peñas Blancas, frontera con Nicaragua, siempre presionando por continuar su rota a Norteamérica.
Cerca de Paso Canoas, a unos 200 metros hacia el interior de Panamá, hay todo un hotel abarrotado de cubanos con mayores recursos, que evitan la vida de intemperie que cientos o miles más llevan en la zona fronteriza.
La situación en Chiriquí no es muy distinta a la ocurrida entre finales del año anterior e inicios de 2016 en el norte de Costa Rica, cuando se vararon miles de migrantes de la isla. Viven hacinados a la intemperie o dentro de albergues, dentro de casas de campaña o durmiendo en colchonetas, recibiendo una ayuda escasa que casi siempre proviene de Cáritas y Cruz Roja, y en menor medida del gobierno canalero.
“Ya uno lleva casi cinco meses aquí en lo mismo, y el gobierno no se pronuncia y nos da la espalda completamente. Aquí hay mujeres embarazadas y personas mayores, la atención médica es pobre”, reclamó un migrante cubanos hospedado en un hotel fronterizo, a la televisión costarricense.
“Los alimentos se acaban, los baños colapsan, los espacios de los albergues se están tornando pequeños debido al número creciente de cubanos en esta zona del país”, afirma por su parte a un medio panameño, Siexdel Candanedo, representante de Cáritas.
Según Candadeno, en las últimas horas las condiciones de los albergues se agudiza y un ejemplo es un donde había 206 cubanos, colapsaron los baños y obligó a la apertura de uno nuevo donde se trasladaron 150 inmigrantes.
Mientras esta dura ida ocurre al otro lado de la guardarraya de una frontera vulnerable, Costa Rica sigue invariable su posición de impedirles el paso, alegando incapacidad para atenderlos porque nuevamente quedarían varados en su territorio al continuar en Nicaragua cierre de fronteras.
Costa Rica, por medio del canciller, Manuel González, ha criticado con mayor dureza la Ley de Ajuste Cubano que atrae a toda esta masa de cubanos y que deja, según el diplomático, problemas y gastos de atención a los países en tránsito de una migración considerada económica.
“NO SOMOS MIGRANTES ECONÓMICOS”
“Hay que sensibilizar a los gobiernos que están clamando por derogar la Ley de Ajuste Cubanos. Nos están utilizando a nosotros la migración cubana para dar el espaldarazo a la ley de ajuste cubanos, están dando espaldarazo a una crisis humanitaria que provocaría una ida con coyotes en la que arriesguen su vida”, respondió el pastor Hernández.
“Es una les hecha solo para cubanos porque ustedes los centroamericanos viven en estado de derecho, con elecciones libres y democracia, donde pueden decir abiertamente lo que piensan en la calle, elegir al presidente que deseen. Los migrantes de Centroamérica sí son económicos, nosotros no. No es lo mismo ser un migrante económico que un refugiado como nosotros, porque nosotros en Cuba no tenemos las mismas libertades que en otros países”, añade.
Hernández toca puertas ante las autoridades panameñas, con al afán de crear una voz de los migrantes cubanos, que sea contraparte en cualquier discusión sobre su futuro. “Queremos alzar nuestra voz. Nunca se ha escuchado nuestro punto de vista”, sostuvo.
El problema de la migración cubana en Centroamérica parece de nunca acabar. Cada día llegan cientos de ello a Panamá. En Ecuador hay cerca de 40 mil de ellos queriendo emigrar a Estados Unidos, y desde Cuba siguen saliendo usando mil maneras con nuevas rutas que incluso abarcan países como Guyana, para luego caer hacia estos países.
El Ministro Mata, adelantó que la crisis en Paso Canoas continuará, hasta que no se resuelva el futuro de los varados en Panamá.
