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La hora del clima

Planteada como “la última oportunidad” para la Tierra, una Cumbre mundial del clima buscará desde el lunes en París el primer acuerdo universal y vinculante sobre el calentamiento global, para lo que recibirá un apoyo político sin precedentes con la presencia de unos 150 jefes de Estado y de Gobierno en su inauguración.

Planteada como “la última oportunidad” para la Tierra, una Cumbre mundial del clima buscará desde el lunes en París el primer acuerdo universal y vinculante sobre el calentamiento global, para lo que recibirá un apoyo político sin precedentes con la presencia de unos 150 jefes de Estado y de Gobierno en su inauguración.

Francia alardea de que nunca antes tantos líderes mundiales se habían concentrado “en el mismo lugar al mismo tiempo”, lo que ofrece una idea de la trascendencia de la llamada Conferencia de las Partes de la Convención marco de la ONU sobre el Cambio Climático o simplemente COP21.

El objetivo declarado es lograr que la temperatura del planeta en 2100 no sobrepase en 2 grados centígrados la que se registraba en el siglo XIX antes de la industrialización.

O dicho de otro modo: conseguir el anhelado punto de inflexión en el que, una vez alcanzado, las emisiones de gases de efecto invernadero entren en un círculo virtuoso por el cual no dejen de descender.

La presencia confirmada de 147 líderes mundiales —entre ellos los presidentes de Estados Unidos o China— en la apertura de la Cumbre se interpreta en la capital francesa como la evidencia de que muchas cosas han cambiado desde el fracaso de la cita de Copenhague en 2009.

DIFERENCIA DE COPENHAGUE

En la capital danesa los líderes de un grupo de países, que incluyó a Estados Unidos, la Unión Europea, Japón, China, India y Brasil, impulsaron un texto a último momento. La iniciativa fue mal recibida por muchos y el debate se polarizó.

La Cumbre terminó simplemente “tomando nota” de aquel texto no vinculante, que quedó en los anales de los grandes fracasos diplomáticos de la historia.

Desde entonces ha corrido mucha agua bajo el puente: el panorama mundial ha cambiado, los actores no son los mismos y el planteo negociador tampoco. Para evitar otro fracaso, la conferencia de París optó por dejar a los mandatarios por fuera de las arduas negociaciones.

“El mundo ha aprendido algún tipo de lección de la experiencia de Copenhague”, afirmó a la agencia Afp el ex vicepresidente de EE. UU. y medioambiental, Al Gore.
Una fuente de alto nivel del Palacio del Elíseo subrayó a la prensa que existen elementos para permitir un cierto optimismo, el primero de los cuales es “la conciencia de que nunca la movilización mundial había sido tan grande”.

“El objetivo del calentamiento global no puede esperar y París va a ser el inicio de esta gran movilización. Además, el contexto económico es propicio”, subrayó la fuente.

PAÍSES RICOS DEBEN PAGAR

Latinoamérica no tiene una propuesta unificada de cara a la conferencia ni tampoco los mismos niveles de compromiso, pero sí coincide en un aspecto: los países ricos deben cargar con el costo económico del cambio climático.

Diferencias políticas, geográficas y económicas impiden una posición común. A la cita solo llegan unidos siete países que conforman la Alianza Independiente de América Latina y el Caribe (Ailac).

Este grupo, al que pertenecen Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Panamá, Paraguay y Perú, se compromete a reducir entre 20 y 45 por ciento de sus emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 y pone el foco en la adaptación al cambio climático y la mitigación de sus efectos.

México, con una postura afín a la Ailac, aunque sin pertenecer a ella, fue el primer país en vías de desarrollo en presentar sus objetivos, cuando se comprometió a reducir en 22 por ciento las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030.

Aunque se estima que únicamente el 9 por ciento de las emisiones de carbono tiene origen en Latinoamérica, los expertos coinciden en que el cambio climático, concretado en un aumento de las temperaturas, va a impactar seriamente a la zona.

“Las consecuencias para el desarrollo de América Latina y el Caribe serán graves a medida que disminuyan los rendimientos agrícolas, los recursos hídricos cambien de lugar, aumente el nivel del mar y el sustento de millones de personas se vea amenazado”, advirtió hace un año el Banco Mundial.

FINANCIAMIENTO

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) calcula que estos países deberán destinar en los próximos cien años entre el 1.5 por ciento y el 5 por ciento de su PIB a combatir el cambio climático.

La financiación será uno de los grandes temas a debate. Para los países en desarrollo, los proyectos de adaptación al cambio climático tienen un costo elevado, que no solo se cuenta en dinero.

Los países desarrollados aspiran a alcanzar un compromiso para movilizar un total de 100,000 millones de dólares anuales procedentes de fondos públicos y privados. Estas ayudas se destinarán a paliar los efectos del cambio climático en países en vías de desarrollo, como las inundaciones, las sequías o las olas de calor, así como para contribuir a que reduzcan sus emisiones contaminantes.

El aporte de dinero divide a los países desarrollados, ya que unos están anuentes a destinar fondos y otros no. Por ejemplo, Japón ya anunció el jueves que ofrecerá 10,010 millones de euros (unos 10,605 millones de dólares) a partir de 2020 a los países en vías de desarrollo, mientras Rusia —que se define como un país con una economía en transición— no asumirá compromisos para financiar medidas contra el cambio climático.

Estados Unidos, el mayor emisor de gases contaminantes del mundo, después de China, asistirá a la reunión con un objetivo claro: lograr un acuerdo global “ambicioso” para combatir el calentamiento de la Tierra. El presidente de EE. UU., Barack Obama, que considera la lucha contra el cambio climático una prioridad de su segundo mandato, reafirmará en Francia su “fuerte compromiso” para que la COP21 sea todo un “éxito”, adelantó el asesor adjunto de seguridad nacional de la Casa Blanca, Ben Rhodes.

27 nov final clima

MOMENTOS DE INCERTIDUMBRE

El papa Francisco advirtió el jueves de que sería “catastrófico” que en la Cumbre prevalecieran los intereses particulares frente al bien común y se llegara a “manipular la información para proteger sus proyectos”.

Durante un discurso pronunciado en la sede de la ONU de Nairobi, el pontífice pidió a los participantes del encuentro mundial que lleguen a un acuerdo “global y transformador” para aliviar el impacto del cambio climático, luchar contra la pobreza y respetar la dignidad humana.

“Estamos ante el gran compromiso político y económico de replantear y corregir las disfunciones y distorsiones del actual modelo de desarrollo”, aseguró.
En su opinión, las naciones deben evitar caer “en un efecto tranquilizador en las conciencias” y lograr que las instituciones sean “realmente efectivas”.

“Ningún país puede actuar al margen de una responsabilidad común. Si realmente queremos un cambio positivo, tenemos que asumir humildemente nuestra interdependencia”, recordó Francisco.

LA AMENAZA TERRORISTA

En el Elíseo insisten en que aunque la COP21 llega en un momento de incertidumbre excepcional, a causa de los recientes atentados yihadistas en la capital francesa, que dejaron 130 muertos, cancelar la Cumbre nunca ha sido una opción sobre la mesa.

La amenaza terrorista ha conseguido que se anulen las dos masivas manifestaciones en las calles de París para aumentar la presión sobre los negociadores, pero no ha evitado que el antiguo aeropuerto de Le Bourget acoja durante 12 días (del 30 de noviembre al 11 de diciembre) un acto tan mastodóntico como blindado.

Según la organización, 195 países, más la UE, estarán presentes en la COP21, además de 2,000 organizaciones no gubernamentales y 14,000 representantes de la sociedad civil, “más que representantes de los estados”, según el Elíseo.

La primera semana será el turno de las negociaciones técnicas, mientras que en la segunda les corresponderá a los ministros del área rematar los flecos para llegar a un acuerdo sobre el que todavía flotan dudas tan relevantes como si será vinculante o no.

El 11 de diciembre, a las 18:00 hora local, debería clausurarse la reunión con la firma de los acuerdos.

183 millones de euros (unos 194 millones de dólares) fueron aprobados por el parlamento francés como presupuesto para la Cumbre, que estará custodiada por 2,800 policías y será cubierta por más de 3,000 periodistas. Además se han creado 5,000 empleos y 70,000 plazas suplementarias en transporte público.

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