Francisca Ramírez es una mujer brava. Pequeña, morena y de rostro indígena. Oficialmente es la “vicecoordinadora del Consejo Nacional para la Defensa de la Tierra, Lago y Soberanía”, pero extraoficialmente es la cara símbolo de la lucha contra el Canal que pretende construir en Nicaragua el gobierno de Daniel Ortega junto con el empresario chino Wang Jing. Ramírez Torres apenas sabe leer, llegó hasta tercer grado porque desde pequeña lo suyo ha sido trabajar duro. Es descendiente de aquellos primeros colonos que llegaron buscando vida en La Fonseca, Nueva Guinea. Su padre abandonó el hogar temprano y a ella, la mayor, le tocó hacerse cargo de cinco hermanos cuando tenía 8 años, mientras su mamá trabajaba como empleada doméstica.
Luchando la vida hizo luego familia y patrimonio propio. Un par de pequeñas fincas en aquel fin del mundo, donde ahora se anuncia pasará el Gran Canal Interoceánico.
¿En qué momento asumió como líder en contra del Canal?
Fue fácil. Nosotros nos sentimos aquí como una familia. Ellos comenzaron a hablarme sobre la Ley. Aun cuando yo lo veía en los canales de televisión me ponía a reír y les decía que el Canal que iba a hacer el Gobierno iba a ser beneficioso. Pero comenzamos a reunirnos, 10, 20. Logramos conseguir la Ley y ya nos sentábamos 40, 50 campesinos a leerla artículo por artículo. Y así fue creciendo el movimiento y me fui metiendo. Realmente esa no fue mi intención. Creímos que el Gobierno nos iba a escuchar y que no íbamos a llegar hasta tanto.
¿Cuál ha sido su participación como mujer en todo este proceso?
Las mujeres también tenemos derecho de defender y siempre deberíamos de andar adelante luchando. Yo solo veo el ejemplo de mi papá. Las mujeres sufrimos más que los padres cuando hay un conflicto, porque ellos se van y las madres nos quedamos con los hijos luchando a como podamos.
¿Y su familia qué piensa?
Mi familia ha estado de acuerdo. Ellos siempre tienen temor de que nos pueda pasar algo, pero sí me ha estado apoyando.
¿Sus hijos tienen miedo?
No. Ellos siempre me han apoyado y están dispuestos a seguir haciéndolo.
¿Van a continuar las marchas?
Así es. Y cada día más fuertes, porque entre más sordo se vuelve el Gobierno, este movimiento se está haciendo más fuerte.
¿De dónde sacan dinero para financiarlas?
Del mismo trabajo. Todo mundo vende su gallinita, vende su quintal de maíz, su saco de yuca, su saco de quequisque. Y de eso cada campesino se financia sus costos, su comida, su pasaje.
Pero los gastos son bastante grandes.
Así es. Pero todo mundo pone lo de sus propias voces. Yo voy y yo gasto lo que es mío; otro va y él pone de su propio trabajo y de lo que cultiva.
¿No hay organizaciones que financien las marchas?
Hasta este momento no hemos hallado ese ángel que nos salve. Jamás alguien nos ha financiado nada, más que la Red Local y Popol Na, con algunos folletitos y libros.
¿Y han buscado financiamiento?
No. Nunca hemos buscado, porque hemos creído en que pronto el Gobierno nos va a dar una respuesta. Como él dice “El pueblo presidente”, pensamos que ahí nomás íbamos a ser presidentes.
Y aunque la respuesta todavía no llega ¿van a seguir?
Así es. Estamos más fuertes y seguimos en la lucha, porque mientras él se rebele contra el pueblo, el pueblo está viendo que no es un gobierno de paz.
¿Ha pensado en las repercusiones que pueda tener esto en su familia?
Sí. Todo eso se espera. Pero tenemos al Altísimo, el guardador de nosotros, el Todopoderoso, Él sabe por qué hace las cosas. Hemos tenido la fe de que el Señor nos va a sacar de esto, primeramente Dios, sin que haya algún derramamiento de sangre.
¿Se considera fuerte?
No soy tan grande pero soy fuerte. Siento que tengo fuerza y que puedo seguir luchando.
¿Le duele su comunidad?
Siento que cualquier cosa que le pase a algún campesino, a un vecino, a toda la gente que nos rodea, es como que me lo estén haciendo a mí. De igual forma, no podría hacer negocios y pensar solo en mí, porque detrás de mí hay miles que sienten el dolor que yo siento.
¿Cómo fue su niñez en La Fonseca?
Horrible. Me crie en diez años de guerra y desde que comencé a ver y a caminar comencé a sufrir. Eso fue triste. Mi familia era pobre y viví posando. Y eso me duele, porque yo he hecho tanto esfuerzo por que mis hijos tengan un techo donde vivir y me da indignación que me quieran arrebatar las cosas de las manos y dejar a mis hijos sin nada.
¿Y desde pequeña se dedicó a la agricultura?
Sí. A mí en la mente se me metió que mi familia era bien pobre y que no tenía las comodidades para estudiar, tener tierras para trabajar o una casa donde tuviera mis propios derechos y mi familia. A los 8 años me quedé a cargo de cinco hermanos porque mi mamá quedó sola, a raíz de la guerra se separó de mi papá porque él se fue a otra zona a emigrar, por no hacerse de ningún bando. En ese momento éramos cinco hermanos, porque ahora somos nueve. Mi mamá trabajaba de doméstica y yo batallé a ayudar a criarlos porque era la mayor.
¿No regresó su papá?
Nunca más regresó. Desde los 8 años yo he trabajado por mi familia. Mi mamá se volvió a casar y ahora ella vive conmigo y mis hermanos. Todos trabajamos en lo mismo.
Y de la guerra ¿qué recuerda?
Eso fue triste. Los combates se oían a cada hora, cada dos horas y mis hermanos y yo teníamos que meternos a un refugio o debajo de la cama. Yo tenía que andar halándolos a ellos porque estaban chiquitos. Aquí también la vivimos, estas zonas fueron duras. Y de eso tengo miedo ahora, porque ahora yo tengo a mis hijos.
¿Y luego de la guerra qué pasó?
Formé mi familia. Me casé a los 18 años. Aún vivo con mi esposo.
¿Cuántos hijos tiene?
Cuatro, pero son nueve porque mi esposo tenía cinco y ahora entre ambos vemos por ellos.
¿Todos trabajan con ustedes?
Así es. Tenemos diferentes negocios, pulperías, transporte de camiones, tenemos trabajo en la finca. Y nos ha dolido que hoy alguien tome una decisión para que cada quien busque un lugar diferente, eso siento que es como la muerte. Por medio de la pobreza aprendí a hacer tantas cosas. Yo soy ama de casa, me gusta el comercio, me gusta sembrar las tierras, cultivo yuca, quequisque, jengibre y todo eso se exporta. También me gusta tener ganado. Tenemos dos propiedades: una de 70 manzanas y una de 116. Son de mi familia y mis hijos. Todas las hemos comprado.
¿De todo su trabajo cuánto gana?
Tenemos varias entradas. Tal vez nos pueden quedar unos 25,000 córdobas a la semana con todo y los transportes, porque somos varios.
¿Usted estudió?
No estudié, por la pobreza. Llegué hasta tercer grado y he aprendido a leer a la fuerza, pero nunca fui a la escuela porque éramos muy pobres.
Me dice que tiene miedo de la guerra ¿piensa que podemos llegar a un estado de guerra?
Si no escucha (el Gobierno) el clamor del pueblo, sí. Porque la gente del sector de la que él ha anunciado que va a ser la ruta del Canal, miles pensamos que preferimos morir antes de entregar o vender nuestras tierras. Y aunque nos digan que nos van a llevar a una ciudad y que vamos a tener todo, nosotros nos sentimos como que nos están quitando la vida o como que ya más bien nos están mandando a la muerte.
¿Qué fue lo primero que pensó cuando se enteró de la construcción del Canal Interoceánico?
Cuando yo vi en Canal 10 y en Canal 4 que venía un gran proyecto que iba a beneficiar a los nicaragüenses me alegré. Lo triste para mí fue cuando conocí la Ley 840, porque me desampara, me quita todo lo que he trabajado día y noche por salir adelante y fue mi decepción y mi indignación más grande cuando me puse a leerla. He trabajado 25 años día y noche, sin ver horarios, solo por dejarle un futuro a mis hijos y hoy que un gobierno tome una decisión sin tomarme en cuenta, sin ver dónde queda todo mi trabajo y esfuerzo.
¿Cómo ha cambiado su vida a raíz de eso?
Me he sentido triste porque ya llevamos 53 marchas pidiéndole al Gobierno que derogue esa Ley, que nos respete nuestros derechos. He visto que no es un gobierno de paz, que no es un gobierno de diálogo. Y a pesar de que nos ha demostrado violencia, nosotros hemos demostrado ser cívicos y pacíficos para que las cosas no lleguen a más. Me he sentido triste porque miles de campesinos hemos dejado de trabajar por ir a luchar por nuestras tierras y nuestros derechos.
¿A usted le afecta directamente la construcción del Canal?
Grandemente. Eso nos destruiría, porque una zanja que van a hacer nos quitaría los lazos familiares de la gente que tenemos al otro lado. Además del daño que va a tener el impacto ambiental. Hay zonas en las que ya no llueve y este es el trópico húmedo, la zona más buena para la agricultura.
¿Pero la ruta del Canal pasa por sus tierras?
Sí.
¿Y los beneficios que traería la construcción del Canal no compensarían el sacrificio de los campesinos?
No. Yo he leído la Ley 840 y tiene 25 artículos y en esos 25 artículos no he visto ni un beneficio para los nicaragüenses. Va a ser beneficioso para las empresas y para el gran capital, pero para los pobres de Nicaragua no. Hemos visto que la Ley 840 es un error, porque nos quita los derechos a los nicaragüenses para dárselos a un extranjero.
Y el crecimiento económico que puede significar para el país la construcción del Canal ¿tampoco valdría la pena?
Sinceramente eso es lo más vergonzoso. ¿Cuánto no cultivamos nosotros aquí? El ingreso es cien veces más que eso que el Gobierno dice que Wan Jing va a dar para Nicaragua. Hacemos nosotros cien veces más de lo que ellos dicen que van a hacer con el Canal.
¿Bajo qué circunstancias cambiaría de opinión respecto a la construcción del Canal?
La derogación de la Ley 840.
¿Es lo único que pide?
Es que esa Ley no puede existir en Nicaragua. Y si hacen buenos análisis y consultan con el pueblo y el pueblo está de acuerdo, tiene que ser un nuevo proceso.
Entonces ¿no está completamente en contra del Canal? ¿Estaría de acuerdo con su construcción, pero con un proceso diferente?
Así es. Que vea las opciones viables y la opinión del pueblo, no toda esa maraña y cosas escondidas que han hecho hasta este momento.
¿Estaría dispuesta a un diálogo con el Gobierno?
Estamos de acuerdo. Siempre y cuando se derogue la Ley 840. Ese es el diálogo al que tenemos que llegar.
De haber cambios en la Ley ¿estaría de acuerdo con la construcción del Canal?
(Silencio). Bueno, eso habría que verlo, porque si aquí van a construir un Canal por el que en unos diez o veinte años vamos a estar con cambio climático y nos vamos a morir de sed y de muchas cosas yo diría que realmente no veo que sea viable, porque también tenemos que pensar en nuestros hijos. Yo pienso que deberían comenzar de nuevo, porque así como han tomado la decisión estamos en desacuerdo y no vamos a aceptar ninguna negociación.
Si mañana Daniel Ortega llamara a la puerta de su casa dispuesto a hablar ¿qué le diría?
Que respete nuestros derechos. Que derogue la Ley 840.
¿Ha sentido miedo?
Como he visto que he trabajado y las cosas me han costado tanto, desde que empecé esta lucha he dicho que si me va a tocar morir por que mis hijos queden libres, tengan dónde vivir y que tengan un techo digno, no tengo miedo.
¿Ni de la Policía y el Ejército?
Ya nos han amenazado. A mí me mandan a decir señores funcionarios o representantes del Gobierno que en cualquier momento vamos a terminar presos, que vamos a terminar muertos, que van a hacer lo que sea por que terminemos en la cárcel. Ahorita que íbamos a esta marcha, el comisionado Salguera me dijo que me regresara porque no íbamos a pasar. Después me volvió a llamar y me dijo: “Usted va a ir presa”. Ya hemos vivido las represiones y no nos ha dado miedo, porque realmente, viera cómo se siente uno de indignado cuando alguien le quiere arrebatar las cosas de sus manos.
¿Usted comulga con algún partido político?
Nunca he tenido un cargo público, nunca he andado con ningún partido. Jamás nos ha gustado andar en política. Hemos sido gente independiente a los partidos. Realmente a mí me asusta que cuando el gobierno (de Daniel Ortega) se tiró en las elecciones, algunos nicaragüenses creímos que iba a reparar su error. En eso nos basamos mucha gente y tal vez dimos un poco de confianza a pesar del miedo de los ochenta. Pero hoy vemos que las cosas volvieron peor, porque si en los ochenta la gente se mataba entre ellos mismos, hoy son nuestras tierras y nuestras propiedades las que están en juego.
¿Votó por Daniel Ortega en las elecciones pasadas?
No voté por Daniel Ortega, pero la consciencia la sentía como que sí iba a cambiar o que creímos en los discursos que tiraba.
¿Va a votar en las próximas elecciones?
Todavía no he visto a nadie que pueda cambiar Nicaragua. No le he visto interés a los políticos. No estoy pensando en las elecciones, porque no veo futuro.
¿Y oposición?
Ni oposición. Miro que los señores que están arriba son los mismos que han estado haciendo enredos en Nicaragua. No les creo. No he estado pensando en la votación ni en que va a haber elecciones.
PLANO PERSONAL
Francisca Ramírez Torres nació en 1976 en La Fonseca, Nueva Guinea, en octubre, el mes número 10 del año, el día 10, a las 10:00 de la mañana. Tiene 39 años. Estudió hasta tercer grado.
Está casada con Migdonio López Chamorro desde los 18 años. Tiene 9 hijos y 9 hermanos. Su familia es católica, pero ella es evangélica.