[doap_box title=”Protección legal” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]El artículo 155 de la Ley Penal Nicaragüense (645) es el único que puede ser invocado en casos de este tipo con los hombres desde que se creó la Ley 779 Contra la Violencia hacia las Mujeres.
De acuerdo con Pablo Cuevas, asesor legal de la CPDH, el principal obstáculo cuando se dan denuncias de este tipo es que los oficiales no tienen la preparación para abordar estos casos y no se le da la importancia que amerita.
Por otro lado también asegura que hay una manipulación, pues en ocasiones son las mujeres las que han sido víctimas de violencia, pero el esposo también la denuncia, provocando que la víctima sea procesada como victimaria.[/doap_box]
Félix Mejía Gómez a los 64 años denunció comportamiento violento de parte de su mujer: Luz Marina López, de 40, con quien procreó cuatro hijos. En los últimos cuatro años de unión soportaba palabras soeces hacia él y hacia sus hijos, golpes, bofetadas, amenazas con cuchillo y más, según declaró en su momento ante el Ministerio Público. Fue hace dos años.
El Juez Séptimo Distrito Penal de Juicio, Octavio Ernesto Rothschuh Andino, le dio la razón en junio de 2013 cuando sentenció casa por cárcel para Luz Marina López y la custodia de los hijos que tuvo durante el matrimonio.
“Es realmente extraordinario que venga un hombre aquí o a la Policía diciendo que su mujer lo maltrata. Lo común es que los agresores seamos los machos”, explica sobre el caso, Gonzalo Carrión, director Jurídico del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh).
En esta organización, por ejemplo, recibe una o dos denuncias de hombres maltratados al año contra unas cien de mujeres en el mismo período, de acuerdo con José Alonso, asesor legal del Cenidh.
En otro organismo, la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH), la desproporción es mucho mayor: una por mil al año, según Pablo Cuevas, director jurídico.
Mónica Zalaquett, directora del Centro de Prevención de la Violencia (Ceprev), aunque reconoce que “son casos realmente esporádicos en los que la mujer toma el rol de victimaria”, considera que “es un problema del que se necesita hablar pronto”, pues ambos comportamientos tienen, a su criterio, el mismo origen: el machismo.
MÉTODOS MÁS COMUNES
Cuando existe una agresión de parte de una mujer hacia un hombre es extraño verla manifestada a través de maltrato físico. “Lo que más se da es la violencia psicológica y verbal que muchas mujeres ejercen contra hombres, quienes tienen características, por decirlo así, femeninas. Es decir son sumisos o que no tienen gran estructura física o aspecto imponente”, explica.
“Fabio” podría caber en este perfil, según Lorna Norori, psicóloga del Movimiento contra el Abuso Sexual, quien tiene 25 años trabajando como especialista en temas de género. “Fabio”, un hombre extranjero de buen corazón, describe Norori, estaba inmerso en una relación de poder.

matan a las mujeres porque no se puede permitir que
ellos sean los más
débiles en el tema
de violencia”.
Gonzalo Carrión, director Jurídico del Cenidh.
“Esas relaciones en la que alguien domina, somete y controla a otra persona y es precisamente el origen de la violencia en sus diferentes manifestaciones: físicas, emocionales, económicas, etc. En este caso una mujer drogadicta quería quitarle el derecho de paternidad a su pareja y le chantajeaba económica y emocionalmente. Él nunca puso denuncias en ningún organismo, solo se atendió conmigo y logró superar el problema”, menciona Norori.
Zalaquett también conoció a una mujer en el papel de agresora. “Ella había sido violada en su infancia y descargó toda su ira contra su marido. En un momento hubo algo que desató esos recuerdos dolorosos y en una discusión le quebró las piernas con un garrote a su esposo. Muchas veces las mujeres son violentas contra los hombres porque tienen una historia de mucho abuso en su pasado”, detalla Zalaquett.
De acuerdo con la directora del Ceprev, es difícil que se conozca una cifra a mayor escala, en primer lugar porque es un problema mucho menor que la violencia contra las mujeres y en segundo “porque pueden existir los casos, pero la cultura machista en la que estamos les impide hablar de ese tema. Reconocer públicamente, por ejemplo, que son golpeados por sus mujeres es inaceptable. Por eso es un tema ampliamente desconocido”.
Asimismo Ana Salgado, máster en Terapia Sexual y de Parejas, concuerda con Zalaquett en que la violencia que usan las mujeres “suele más ser verbal y psicológica que física”. “Cuando usan violencia física es con objetos, desarrollan conductas pasivas-agresivas. Amenazan con escándalos públicos, manipulan, chantajean y humillan. Utilizan más violencia psicológica, porque por su naturaleza no están confeccionadas para matar, por ejemplo, aunque sí pueden desarrollar misandria (odio al sexo masculino) y se empeñan en arruinar la integridad emocional del hombre, a veces conscientes, otras no”.
FACTOR DISCRIMINACIÓN
En Nicaragua no existen estudios sobre este fenómeno. “Cuando suceden ese tipo de casos el varón se siente avergonzado, hay burlas, situaciones generadas por el machismo, las autoridades no ponen mucha atención en las denuncias. Cuando van a las comisarías les dicen que ahí solo se defiende a la mujer. Yo he llevado casos que prácticamente he tenido que exigir a la autoridad que tome la declaración porque no quieren hacerlo”, menciona Pablo Cuevas, de la CPDH.
Una investigación realizada por la Universidad Manuela Beltrán y su programa de psicología en Colombia explica que las instituciones a nivel mundial también están sumidas en la cultura machista. Según el escrito, también se demanda en los gobiernos que los hombres adopten religiosamente los modelos establecidos, incluso el “rol violentador”. “Esto se ha considerado una verdad incuestionable que encubre el fenómeno de la violencia (…). Hoy día se reconoce y se demuestra que los varones son más violentos, pero es porque han sido educados en una cultura que asocia el sexo masculino con ese formato y no porque el hombre sea violento de forma instintiva”, menciona el documento.

“Los hombres no mueren a manos de mujeres, pero sí mueren tratando de demostrar su hombría. Son obligados desde pequeños a negar su paternidad porque no se les permite jugar con muñecas, se les manda a no llorar y se les enseña a depender de las mujeres para comer, vestir. Y además no pueden expresar sus sentimientos a menos que estén borrachos”, sostiene al respecto Zalaquett.
Estos roles, que han sido designados para ambos sexos, son los que más dañan a la sociedad, de acuerdo con Manuel Ortega Hegg, sociólogo y director del Centro de Análisis Socio-Cultural de la Universidad Centroamericana. El problema, dice Ortega, es que dentro de la sociedad, aunque los casos sean mínimos y aislados y desconocidos, es que “en ambos casos estamos frente a un patrón de comportamientos violentos en crecimiento. Y el gran objetivo del país debería ser que no haya violencia de ningún lado: ni del hombre ni de la mujer”, dice.
“Lo cierto es que violencia es violencia, no importa de quien venga y para donde se dirija”, concuerda Salgado, quien asegura que es un error quererse ir a los extremos y pensar que todas las mujeres son malas o todos los hombres lo son. “La violencia contra los hombres es un espejo del modelo machista que se reproduce en nuestra sociedad. Esto no hace ni una mejor sociedad ni familias mejores, por lo tanto debemos denunciarlo y detenerlo”, finaliza la psicóloga.
PRINCIPALES ACTITUDES
En la mayoría de los casos las mujeres simplemente son “mandonas”, exigentes o manipuladoras, según Ana Salgado.
En ocasiones pueden desarrollar patologías o trastornos de personalidad. Casi nunca suelen hacer nada para separarse de sus parejas, ya sea por no renunciar a los bienes que comparten o bien por no perder el poder que ejercen sobre la otra persona.
Algunas de estas mujeres se rehúsan a trabajar e incluso si lo hacen no comparten los gastos domésticos, pues el hombre es quien debe mantenerlas. La expresión más común de violencia es la verbal, particularmente el grito, a través del cual imponen autoridad, fortaleza y control.
Sin embargo, si este no da resultados, añaden acciones físicas, como cachetadas, patadas e incluso el lanzamiento de objetos, como zapatos y platos. Los varones describen a estas mujeres como descontroladas. Esto evita que reaccionen, deciden dejarlas hablar solas y esperan que se les pase la “rabia”.
ALGUNAS CIFRAS
La cifra oficial de hombres que viven cualquier tipo de violencia en Nicaragua es desconocida. Un informe de 2009 por parte de las Comisarías de la Mujer, Niñez y Adolescencia situó el dato en 2,879 denuncias de hombres contra mujeres en todo el año.
Esa unidad policial confirmó a Domingo que ya no atienden a ningún hombre y que quienes sean maltratados deben acudir a la unidad de Auxilio Judicial. El comisionado mayor Fernando Borge nunca respondió la solicitud que permitiera conocer los datos actuales.
En México cuarenta por ciento de los casos de violencia doméstica son hombres y sesenta por ciento son mujeres, según el estudio Domestic Violence, The Male Perspective , del grupo Parity.
En Gran Bretaña también el cuarenta por ciento de los casos son denuncias masculinas, según un recuento de la Secretaría de Salud del Gobierno. Ellos estiman que un ochenta por ciento de hombres no denuncia las agresiones recibidas.
En Perú se denunció 15 casos al día de maltrato contra hombres en 2010, según registros oficiales.
En Estados Unidos la cifra de hombres maltratados asciende a 35.6 por ciento de las denuncias, según el estudio National Violence Against Women Survey.
En Guatemala la Procuraduría General de la Nación recibió en 2012 76 denuncias de hombres violentados, contra 1,139 casos contra mujeres.
En España casi el 25 por ciento de las denuncias son de hombres maltratados por sus parejas, según datos del Instituto Nacional de Estadística.
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