Escuchar “tambores de guerra” le entristece. “Oigo de rearmados, pero esos que hablan no saben. La guerra es horrible, estar un día bajo una balacera le cuerea”, expresó José Santiago Pupiro, exoficial del Ejército Popular Sandinista (EPS) y uno de los 25 integrantes del Comando Rigoberto López Pérez, que el 22 de agosto de 1978 se tomó el Palacio Nacional.
“Nos estuvimos matando entre nosotros mismos”, dice Pupiro Nicaragua sobre las dos guerras que protagonizó, la insurrección contra Somoza y la de los años ochenta.
Hoy, Pupiro Nicaragua tiene 57 años de edad y padece de diabetes. Con frecuencia tiene que someterse a un proceso de diálisis por problemas en los riñones. Nació en Catarina, se crió en Monimbó, pero ahora vive en Niquinohomo, la tierra de Sandino, con su esposa María López Moreno, diez años menor que él.
Sentado sobre una silla en su casa, con el cuerpo maltratado por la diabetes, Pupiro Nicaragua no da la impresión de haber sido lo que fue, uno de los guerrilleros sandinistas escogido para una de las misiones más difíciles que realizó el Frente Sandinista (FSLN) para derrocar a Somoza: la toma del Palacio Nacional, que fue bautizada como Operación Muerte al Somocismo Carlos Fonseca Amador.
El asalto al Palacio Nacional, una acción “patria libre o morir”
La guerrilla en Monimbó la armó Camilo Ortega Saavedra, asegura Pupiro Nicaragua. Una vez lo vio, pero no supo que era él sino hasta que vio su foto en los periódicos, después de que lo mataron.
Pupiro Nicaragua tenía 18 años de edad cuando su amigo Agapito Román Mercado se le acercó para pedirle que se integrara al Frente. “Te voy a llevar a una escuela de entrenamiento”, le dijo. Y la escuela era la casa de Román.
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Lo primero que aprendió es que no debía hablar, es decir, si la Guardia lo agarraba no debía decir nada sobre el Frente, porque si hablaba de todas maneras la Guardia lo mataba. Después lo mandaron a recuperar armas, pistolas 9 milímetros, 357 o escopetas 12. “Con una 9 milímetros ya matás”, afirma Pupiro Nicaragua.
Unos meses después Román Mercado se le acercó de nuevo para decirle: “Has sido escogido para un operativo Patria Libre o Morir”. Pupiro ni la pensó, a pesar de que no le detallaron en ese momento de qué se trataba.
Un domingo se lo llevaron a Managua. Lo metieron en una casa, en una finca en El Crucero, junto con otros guerrilleros —principalmente de Masaya, Managua y León— donde no los dejaban ni asomarse por las ventanas. Pero esa vez no ocurrió nada. Los sacaron de esa casa y los fueron a dejar a las paradas para que retornaran a sus casas.
A los ocho días los concentraron de nuevo en una casa cerca de Tipitapa y esta vez sí hubo acción. El martes 22 de agosto de 1978, entre las 8:00 y las 9:00 de la mañana, los mandos le expusieron al grupo de qué se trataba la operación. Les preguntaron quiénes querían seguir adelante y todos dijeron que sí. “Había una tensión enorme. Se siente miedo, pero tenés que centrarte”, recuerda Pupiro Nicaragua.
El jefe era Edén Pastora, el comandante “Cero”, y le seguían Hugo Torres, el número Uno; Dora María Téllez, número Dos y Walter Ferreti, “Chombo”, el número Tres. Los otros 22 miembros del comando tenían un número, pero no llevaban la secuencia de 4, 5, 6, sino que eran dispersos, para hacer creer de que se trataba de un grupo con una cantidad grande de guerrilleros. A Pupiro Nicaragua le correspondió el número 13.
“Solo pensaba en vivir”
“Silencio, viene el jefe”, gritaron los guerrilleros sandinistas al entrar al Palacio Nacional. Eran como las 12:15 del mediodía de ese martes 22 de agosto de 1978, escribió el periodista de LA PRENSA, Manuel Eugarrios.
El guerrillero número 13 recuerda que entraron disfrazados como los soldados de la Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería (EEBI), de verde olivo, boina, buenas botas, fusiles Garand. Pupiro Nicaragua explica que entraron al Palacio con la actitud de dichos soldados, con un “trato brusco”, apartando a golpes al que no se quitaba.
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Los diputados somocistas y conservadores habían iniciado sesión a las 11:45 de la mañana, recuerda el periodista Eugarrios, en su libro Dos… Uno… Cero Comandante . Y Pupiro Nicaragua rememora que ese día el Palacio estaba lleno, porque en la segunda planta estaban los diputados, pero en la parte baja había oficinas donde la gente pagaba impuestos y había desde niños hasta ancianos. “A nosotros solo nos interesaban los diputados”, explica Pupiro.
El guerrillero número 13 solo pensaba en dos cosas: en todo lo que había aprendido en la escuela de entrenamiento de su amigo Agapito Román y en vivir. “Sin los diputados que estaban adentro (del Palacio), Somoza manda a matar a todo el que estaba dentro, bota ese Palacio”, recuerda.
Uno de los diputados era José Somoza Abrego, sobrino del dictador Anastasio Somoza Debayle. “Vea tío, negocie”, le dijo Somoza Abrego al dictador, recuerda Pupiro Nicaragua.
Pupiro Nicaragua pasó casi dos días dentro del Palacio, solo durmiendo dos horas y comiendo únicamente una pierna de pollo con pan que les llevó monseñor Miguel Obando. Por servicios higiénicos no sufrió porque “había bastante” en el Palacio.
Un error que cometieron los sandinistas es que no desconectaron los muchos teléfonos que habían en las distintas oficinas del Palacio y muchos empleados pasaron información a la Guardia, hasta que un guerrillero descubrió a alguien hablando. Luego, solo dejaron funcionando el teléfono “rojo” para comunicarse con Somoza.
Pupiro Nicaragua solo recuerda a Edén Pastora animándoles para que los miembros del comando soportaran la presión. “Hay que luchar, si no lo hacemos nosotros, nadie lo va a hacer”, les decía el comandante “Cero”. “Edén todo te lo pone fácil”, dice Pupiro Nicaragua.
Aquella despedida
Cuando todo terminó, tras Somoza conceder una gran parte de lo que exigían los guerrilleros, el comando salió, escudado en los principales rehenes, en unos buses en dirección al Aeropuerto Las Mercedes, donde abordarían un avión con destino a Panamá.
“Lo mejor de todo es que nadie se había rajado. Pero no voy a olvidar que nunca esperé ver a un pueblo que te dé la despedida. La gente no tuvo miedo y reventó los cordones de seguridad de la Guardia para decirnos adiós. En ese momento supimos que se podía luchar y ganar”, recuerda Pupiro Nicaragua.
“No me siento un héroe”
Cuatro días después, ya en Panamá, Pupiro Nicaragua recuerda que todavía el comando andaba con la misma ropa con la que pasaron los dos días dentro del Palacio y de repente apareció Edén Pastora vociferando: “Ustedes, no estén llorando porque no se han cambiado (de ropa), alégrense por esto”, dijo, mostrando la portada de un periódico en la que Pastora se descubría el rostro en el aeropuerto Las Mercedes, cuando todos los demás miembros del comando se mantuvieron tapados con una pañoleta rojinegra.
“Alégrese usted que sale en la foto”, rememora Pupiro que le dijo a Pastora.
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En Panamá, periodistas de todo el mundo siempre buscaron a Edén Pastora para entrevistarlo debido a que se había descubierto el rostro en el aeropuerto.
Pupiro Nicaragua regresó al país después del triunfo del 19 de julio de 1979. Formó parte del Ejército sandinista, en el que aprendió a leer y a escribir. Tal vez por eso no escaló mucho en grados y se retiró de la vida militar después de la derrota electoral del FSLN en 1990.
“Yo nunca me sentí un héroe”, asegura el guerrillero número 13 del comando que asaltó el Palacio Nacional, aquel 22 de agosto de 1978.
“El alcalde ni me busca”
José Santiago Pupiro Nicaragua, el guerrillero número 13 del asalto al Palacio Nacional, hoy se siente abandonado por sus exlíderes militares. Y se queja de que el alcalde de su ciudad, sabiendo quién es, no lo busca.
“Esto es lo que yo pienso de mi partido: No creo que mi alcalde no sepa donde yo vivo. ¿Dónde está la hermandad sandinista? Lloro como sandinista”. José Santiago Pupiro Nicaragua, uno de los guerrilleros que asaltó el Palacio Nacional el 22 de agosto de 1978.
La única persona que le tendió la mano fue de la que menos esperaba, la alcaldesa de Managua, Daysi Torres. Pupiro Nicaragua trabajaba como guarda de seguridad en la Alcaldía capitalina, “lo único que sé hacer”, dice, y cuando Torres se enteró que estaba enfermo, inmediatamente llamó al presidente inconstitucional Daniel Ortega y le consiguió ayuda médica.
“Daniel Ortega está haciendo bien”, opina Pupiro, pero lamenta que la gente alrededor suyo impida que los históricos guerrilleros se acerquen a Ortega.
“Yo solo veo pasar las hojas de zinc, pero yo no les pido nada”, indica Pupiro, refiriéndose a los programas sociales del Gobierno.
De Edén Pastora, hoy trabajando con el Gobierno, Pupiro cuenta que solo se acuerda cuando los animaba a luchar por Nicaragua, pero hoy lo tiene olvidado.