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“Junto al miedo nace la pérdida del miedo”

Para el analista Julio López, la Policía Nacional ofrecería una imagen diferente ante la población si reconociera que durante los procedimientos de persecución de los implicados en la masacre del 19 de julio se cometieron errores. López, quien se define como sandinista, también considera que la Policía y el Ejército son los principales instrumentos de la paz y la estabilidad y que ahora se corre el riesgo de perder esos dos elementos. En esta entrevista analiza los riesgos que existen para que inicie un nuevo conflicto armado, los cambios que ha tenido el sandinismo desde la revolución de los años ochenta y las condiciones en las que se encuentra el gobierno de Daniel Ortega.

JULIO LÓPEZ ANALISTA

Por Vladimir Vásquez


Para el analista Julio López, la Policía Nacional ofrecería una imagen diferente ante la población si reconociera que durante los procedimientos de persecución de los implicados en la masacre del 19 de julio se cometieron errores. López, quien se define como sandinista, también considera que la Policía y el Ejército son los principales instrumentos de la paz y la estabilidad y que ahora se corre el riesgo de perder esos dos elementos. En esta entrevista analiza los riesgos que existen para que inicie un nuevo conflicto armado, los cambios que ha tenido el sandinismo desde la revolución de los años ochenta y las condiciones en las que se encuentra el gobierno de Daniel Ortega.

::: La masacre del 19 se ve realmente como un hecho aislado, ¿o podría verse como el inicio de algo más?

Ese hecho además de ser un hecho repugnante, detestable, tiene una característica y es que en el expediente de la historia de nuestras confrontaciones políticas en Nicaragua no tenemos precedentes de esa naturaleza. Por lo tanto esto tiene que llamarnos la atención. Y me refiero a los antecedentes de las luchas políticas entre nosotros los nicaragüenses. Porque de los Estados Unidos hemos aprendido que de repente sale alguien con problemas mentales, agarra un fusil de guerra y comienza a matar a ciudadanos inocentes. Lo que pasa es que aquí de acuerdo con la Policía Nacional hay doce personas involucradas. Es muy difícil que se trate de 12 casos con problemas mentales que se coordinaron para realizar una acción como esta. Necesariamente tiene que haber algún móvil que explique esta odiosa situación.

::: Que es la pregunta que uno todavía se hace porque la Policía no la ha respondido.

No la ha respondido. Lo otro es que cuando ese hecho criminal ocurre, la Policía y auxiliados por el Ejército tienen que desplegarse con todos sus medios y fuerzas a tratar de descubrir a los responsables. En ese despliegue deberíamos asumir, los ciudadanos, con cierta celeridad y madurez, de que es posible que elementos de la Policía o del Ejército cometan abusos o excesos en esas operaciones de cateo, de caídas intempestivas en los hogares y creo que le convendría más, sería más sano para los voceros de la Policía Nacional, reconocer que esas situaciones pueden presentarse. Porque todos tenemos que entender que cuando esos despliegues se dan, no se trata de contingentes de Teresa de Calcuta, de las misioneras que van en busca de responsables.

::: ¿Pero no cree que la Policía y el Ejército deben respetar su procedimiento para tratar de no violar los derechos de las personas? La gente se quejó que llegaron a las 2:00 de la mañana e incluso hasta de desaparecidos.

Por eso digo la Policía debería reconocer de que anomalías pueden producirse y debería comprometerse con los ciudadanos que hacen denuncias públicas de investigar esas situaciones.

::: ¿Y qué efecto tendría eso en la mente de la población? Es decir, si la Policía reconoce sus errores ¿la gente la vería diferente?

Estas situaciones son hechos aislados. Yo creo que lo grave, sin embargo, lo que preocupa a la población es lo que puede estar detrás de todo esto. Algunos se preguntan, ¿será esto que ya vamos de regreso hacia las formas de la violencia armada en el país? Yo creo que es más bien por ahí donde anda la preocupación real de la gente.

::: ¿Eso podría estar ocurriendo?

Yo creo que esa es la reflexión más importante que hay que hacer sobre esas circunstancias y la verdad es que nosotros los nicaragüenses a veces parecemos no darnos cuenta de los enormes peligros que corremos en términos de paz y tranquilidad. Mirá lo que pasó en Nicaragua. Aquí los cuerpos armados estaban subordinados a la autoridad partidaria, tanto el Ejército Popular Sandinista como la Policía de entonces y el Ministerio del Interior eran cuerpos que estaban subordinados a la actividad política de la conducción del proceso revolucionario. Al final de la década de los ochenta desde el mismo sandinismo comenzó a darse una evolución lenta, pero evolución que llevaba a comprender la necesidad de que el país tuviera cuerpos armados pero no partidarizados. Tener una Policía que no renegara su origen sandinista en la revolución pero que a su vez se convirtiera en un cuerpo armado para todo el país. Esa evolución comenzó con Humberto Ortega, continuó con Joaquín Cuadra, después con los mandos de Javier Carrión, después con Omar Halleslevens, y ahora con los mandos del general Avilés, te estoy hablando de más de un cuarto de siglo. Humberto Ortega y Tomás Borge estaban subordinados a la dirección política del Frente Sandinista. Y por lo tanto sus mandos, y por lo tanto su estructura y los cuerpos armados. De ahí fuimos evolucionando a que estos cuerpos dejaran de ser cuerpos partidarizados y se convirtieran en instituciones políticas de primera instancia y de primer nivel para este país.

::: ¿Usted considera que esta Policía y este Ejército son esas instituciones de primer nivel?

Oíme a dónde vamos. Esta concesión que hizo el sandinismo para decirlo de alguna manera, tuvo una contrapartida. ¿Cuál fue? Que los que se armaron contra la revolución y lucharon con las armas o sin las armas contra la revolución sandinista, fueron poco a poco a concederle a estos cuerpos armados su carácter nacional. Como resultado de una evolución política, de una especie de contrato social, diría Alejandro Serrano, los nicaragüenses nos pusimos de acuerdo en que este Ejército y esa Policía fueran los cuerpos armados de toda la nación y reconocidos por todos nosotros. Es el pivote principal de la paz y la estabilidad del país. Porque la paz y la estabilidad no te la da el crecimiento del cuatro por ciento per cápita, no la dan las zonas francas, no la dan las remesas familiares ni los precios del café en el mercado internacional, son otras razones y en esas otras razones, la principal es esa. Por eso es legítima la preocupación de muchos de nosotros sobre lo que ocurre en el país. Tenemos que defender como una precondición indispensable para las posibilidades de la paz y estabilidad de Nicaragua que nuestros cuerpos armados sean despartidarizados. Sin ellos se resquebraja el acuerdo entre los nicaragüenses y abrimos las puertas para el retorno de la violencia armada. Por eso, es que con justa razón se levantan una serie de críticas con las reformas que se han venido haciendo con los cuerpos armados.

::: Ahora llegamos a ese punto de involución ¿no? Primero con las reformas y con el hecho de que el presidente Ortega es quien controla a la Policía y al Ejército.

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Obviamente cuando al presidente de la República se otorga a él capacidades para nombrar no solo al jefe sino a los más importantes jefes de los cuerpos armados, cuando él se otorga la facultad de decidir si te vas o te quedás o incluso mandar a traer gente que está fuera y volverla a meter al cuerpo armado. Estás desestructurando la lógica elemental de todo cuerpo armado que es la de su jerarquía, de su escalafón. Si los cuerpos armados rompen esta evolución que tiene ya un poco más de medio siglo en la que los nicaragüenses hemos aceptado y reconocido tener cuerpos armados como cuerpos nacionales no partidarizados y que han contado hasta ahora con el reconocimiento mayoritario de la población, romper ese contrato, ese acuerdo político implícito de todos los nicaragüenses puede abrir los caminos del retorno a la violencia armada. Por ello es que nosotros, y yo hablo como sandinista, es que estamos en la obligación de señalar claramente a los mandos de los cuerpos armados del país, que ellos están en la obligación de preservar ese acuerdo político.

::: ¿Hacia dónde iríamos entonces, porque ya vimos que el general Avilés se acomodó a todas las disposiciones del presidente Ortega e igual la comisionada Granera? Mucha gente ya las compara con la Guardia Nacional.

Eso confirma lo que estoy diciendo. De que ya esas percepciones tienden a romper o a debilitar el principal soporte de la paz en el país. Entonces, nosotros como ciudadanos responsables de lo que tenemos que hacer es exigir que se respete el acumulado político que ha beneficiado hasta ahora a todo el país. Señalarlo con todas las letras. ¡Sin miedo! O con miedo. Pero tenemos que decirlo con toda claridad que todas las tentativas de ir erosionando el carácter apartidista de las fuerzas armadas es un atentado contra la paz y la estabilidad del país. Pero los responsables no somos los ciudadanos, los responsables son los que están en el poder, los mandos actuales de los cuerpos armados. El camino de la violencia armada realmente nunca lo deciden los ciudadanos, es el poder el que termina imponiendo a los ciudadanos las formas y las modalidades de lucha y resistencia de estos. Es cuando el poder te presiona, te acorrala para buscar otras formas de defenderte. Es por eso que resulta muy peligroso cuando se convierte a grupos de militantes sandinistas en pelotones motorizados que se han vuelto en cachimbeadores de mujeres desarmadas y en avasalladores de gente que protesta de forma cívica y política. Nosotros sabemos, por nuestra propia experiencia, y lo sabemos como sandinistas, que cuando esas formas de poder se prolongan junto al miedo va naciendo también la pérdida del miedo.

::: ¿Cree usted que estos mismos elementos de presión del poder de los que habla son los que desataron la masacre del 19 de julio?

En ese sentido, no puedo especular sobre eso. Tenemos que referirnos a hechos concretos como los que acabamos de mencionar. Yo no me atrevo a especular. Habrá que esperar a lo que podamos saber en el juicio.

::: ¿Podríamos ver más adelante a más gente tratando de confrontarse con el Gobierno o con los grupos de choque del Gobierno?

Las modalidades de lucha de oposición a un Gobierno, quien las decide es el poder. Si el poder tiene como política el uso de la coerción, de la represión, entonces la respuesta de los ciudadanos va a ir en correspondencia con esas circunstancias. Por eso consideramos peligroso o, digámoslo en términos positivos, consideramos indispensable que el Ejército y la Policía no actúen como fuerzas parapolíticas del ejecutivo.

::: ¿Por dónde se empezarían esos cambios entonces si queremos que la Policía y el Ejército vuelvan a ser independientes?

Tienen que comenzar por ellos mismos por una parte. Una cosa es la obediencia disciplinaria y otra es lo que pasa en la conciencia y en la mente de los cuadros y oficiales sobre este problema. Ellos tienen que responder a la ley y a la Constitución, a la herencia política de la cual son resultado. Ellos tienen que ver con claridad aquellas cosas que son una deformación de un proceso que nos ha permitido tener paz y tranquilidad, que es lo que necesitamos conservar.

::: Hemos visto el caso de la masacre del 19 de julio, denuncias de grupos rearmados, violencia en las calles de parte de grupos del Gobierno. ¿Estaríamos muy cerca de cruzar esa línea hacia la violencia?

(Pausa) La única respuesta seria y responsable a eso es: demandar de los sujetos de esa responsabilidad en este caso, el Gobierno y los cuerpos superiores de las fuerzas armadas, la necesidad de ser obedientes con los intereses superiores del país. Que pasan por empeñarse no en la permanencia de tal o cual sujeto en el poder, sino de contribuir para asegurar la paz y la estabilidad en la nación.

::: ¿Qué tanto cree que influya en toda esta molestia el factor económico?

(Pausa) Es que nunca hay un factor. Aquí en los últimos tiempos se han venido acumulando un conjunto de factores que pueden ser motivos de insatisfacción para mucha gente.

::: ¿Cómo cuáles?

Mencionemos uno. Los resultados de las últimas elecciones municipales. Yo estoy seguro que en muchas partes del país hay mucha gente inconforme con esos resultados. Aquí hay un proceso de concentración de las riquezas que nunca la habíamos tenido en la historia económica del país. Aquí un número reducido de nicaragüenses posee ya el 50 por ciento de la riqueza nacional. Los economistas discuten si eso es el cuatro o cinco por ciento. Pero ya tienen en sus manos la mitad de la riqueza nacional. Hoy tenemos menos miserables, es cierto y tenemos más pobres y la brecha entre los más ricos y la masa de pobres se va abriendo y esa concentración de la riqueza la ves en todos los órdenes. La tierra se ha vuelto a concentrar. Hoy tenemos un fenómeno que no conocíamos en el sandinismo. En el sandinismo era una antinomia ser rico y ser dirigente revolucionario. Esa era una contradicción absoluta, eso no podía existir en el sandinismo de Carlos Fonseca. Ahora es normal que un grupo reducido de dirigentes llamados sandinistas sean multimillonarios.

::: ¿Qué hay diferente entonces entre esta “nueva etapa de la revolución” y la de antes?

No hay manera de responder con pocas frases a una pregunta de esa naturaleza. Pero como ves hay demasiados factores que producen descontento, yo creo que no va a gustar para nada el que ahora se tengan que meter en los asuntos familiares estructuras partidarias. El régimen político actual no está en crisis. El régimen de Rosario y de Daniel sigue todavía en un proceso de expansión, de crecimiento, de despliegue de sus posibilidades, este régimen no está en crisis. Lo que sí es cierto que ya estamos comenzando a ver una serie de elementos y situaciones que nos anticipan crisis posteriores.

::: ¿Por qué ahorita no estamos en crisis?

(Pausa) En primer lugar porque el régimen tiene posibilidades de seguirse desarrollando. A ver, acordate, una de las grandes ventajas que tuvo el inicio del segundo gobierno de Daniel fue que agarró un país al que le habían puesto un cinturón de restricción durante una gran cantidad de años que se acercaba más o menos a la estabilidad. Esto coincidió con un boom en el precio de las materias primas en el mundo. Los precios de nuestros productos agrícolas fueron buenísimos en medio de una crisis global del capitalismo. Se tuvo la dicha que esto coincidiera con el gobierno de Chávez que regaló a Nicaragua miles de millones de dólares. Al comienzo a cambio de nada y luego con la promesa de ir pagando con lo que fuera. Un conjunto de factores favorables que permitieron el desarrollo de estas posibilidades y además porque para mantenerse en el poder no solo se necesitan recursos económicos o militares, se necesita también tener un discurso político, un discurso para la gente y ellos encontraron en el cardenal Obando el hombre ideal que le facilitó enormemente hacer uso de uno de los grandes recursos políticos para el país: el de montarse sobre las creencias cristianas y el aprovechamiento de la religiosidad de nuestra gente sencilla.

::: Pero si tomamos en cuenta el factor de Venezuela, ahorita están en crisis y la cooperación no llega como antes. Además que no pudieron desarrollar proyectos que habían anunciado.

(Pausa) Cómo pensaba Chávez que fue capaz de dar los recursos para que otros países estuvieran mejor que el de él. Porque en muchísimos aspectos estamos mejor que Venezuela. Y nos siguen dando el petróleo en las condiciones en las que nos lo dan. Y ocurrió un factor más que es que de repente tuvimos un ejecutivo que tenía en sus manos la administración de centenares de millones de dólares sin que tuviera que rendirle cuentas a nadie. Eso nunca lo habíamos tenido en el país.

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