14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

LA PRENSA/EFE

El maestro cautivante

José Emilio Pacheco fue un orfebre de la poesía, destacó el escritor Sergio Ramírez Mercado, del mexicano que falleció el domingo 26 de enero.

La muerte del escritor mexicano José Emilio Pacheco ha impactado en la comunidad de lectores, escritores y artistas que han admirado su trayectoria de poeta.

Su partida a los 74 años, y su vida engrandeció la literatura mexicana con una obra sobria, comprometida y mayoritariamente escrita en verso, con una humildad que le hizo rechazar hasta el último momento el título de mejor poeta mexicano vivo.

El escritor Sergio Ramírez Mercado resaltó el “don natural” de Pacheco, a quien destacó como un orfebre de la poesía. “La poesía fue en José Emilio un don natural, jamás nada forzado, la belleza sin tropiezos, pero a la vez fue un orfebre”, escribió Ramírez en su cuenta de Twitter @sergioramirezm, donde compartió un par de reflexiones sobre el escritor.

“José Emilio Pacheco fue las palabras, fue la lengua, fue la poesía más pura de nuestro tiempo y lo será del tiempo futuro. Un clásico”, añadió Ramírez.

CONDOLENCIAS NACIONALES

El Centro Nicaragüense de Escritores también lamentó la muerte del artista mexicano.

La escritora Gloria Gabuardi, secretaria ejecutiva del Festival Internacional de Poesía de Granada, lamentó el deceso y expresó que en reiteradas ocasiones le habían invitado a participar de este evento poético, pero Pacheco no pudo asistir por motivos de salud. 

“Deja un gran legado, como un grande de la poesía latinoamericana, y mundial, es un pesar que ya no esté entre nosotros”, manifestó la escritora.

[doap_box title=”“Ese animal que gruñe con eñe de uña…”” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]

José Emilio Pacheco deja dieciséis poemarios, seis libros entre relatos y novela, numerosas traducciones y creaciones. Pero, sobre todo, deja su forma de indagar, de bucear “con las palabras conocidas en lo desconocido”, como dijo Mario Benedetti, quien ponía a Pacheco como ejemplo de “poeta total”.

José Emilio Pacheco protagonizó una curiosa anécdota minutos antes de recoger el Cervantes, en 2010, que dejó entrever en España su talante humilde y su generosidad.

Al poeta se le cayeron los pantalones en el patio del paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares y con humor y cara sonriente dijo: “No tenía tirantes, esto es muy buen argumento contra la vanidad”. Ahí queda.

[/doap_box]

EL MEJOR POETA

“No soy el mejor poeta de México, ni siquiera el de mi barrio”, ironizaba en 2009 el escritor, recordando que vivía muy cerca de su amigo, el poeta argentino Juan Gelman (1930-2014) en el residencial barrio Condesa, de Ciudad de México.

La muerte del autor de Batallas en el desierto (1981) llega apenas 12 días después de la de Gelman, dejando aún más huérfana de referentes a la poesía latinoamericana.

Pacheco nació en Ciudad de México el 30 de junio de 1939. Era uno de los escritores más queridos de este país por su sencillez y por la categoría de su obra, que le hizo merecedor en 2009 del Premio Cervantes, el más importante de las letras en español, y ese mismo año del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.

A menudo comparado con su compatriota Octavio Paz (1914-1998), premio Nobel de Literatura y con quien trabajó en la antología Poesía en movimiento (1966), Pacheco reflexionó en su variada obra sobre cuestiones existenciales, éticas, pero también sobre la historia y cotidianidad de su país.

“Cada poema de Pacheco es un homenaje al no, al tiempo, que para él es el agente de la destrucción universal, y a la historia, que para el escritor es un paisaje de ruinas”, escribió sobre él Octavio Paz.

CRÍTICO

Poseía una mirada crítica, como su posición antitaurina, a pesar de que utilizaba en muchos casos un lenguaje plagado de términos taurinos. “Yo no digo, ‘estoy cansado’, sino ‘estoy para el arrastre’”, decía.

Recientemente, su crítica por lo poco que, a su juicio, se apreciaba la literatura en México, “el 0.1 por ciento de lo que se dedica al futbol”, espetó. En 2010, en una entrevista con Efe, Pacheco dejó claro que lo que realmente le habría gustado hubiera sido “detener la violencia y la maldad”.

Fin de siglo

José Emilio Pacheco

“La sangre derramada clama venganza”.

Y la venganza no puede engendrar

sino más sangre derramada

¿Quién soy:

el guarda de mi hermano o aquel

a quien adiestraron

para aceptar la muerte de los demás,

no la propia muerte?

¿A nombre de qué puedo condenar a muerte

a otros por lo que son o piensan?

Pero ¿cómo dejar impunes

la tortura o el genocidio o el matar de hambre?

No quiero nada para mí:

solo anhelo

lo posible imposible:

un mundo sin víctimas.

Cómo lograrlo no está en mi poder;

escapa a mi pequeñez, a mi pobre intento

de vaciar el mar de sangre que es nuestro siglo

con el cuenco trémulo de la mano

Mientras escribo llega el crepúsculo

cerca de mí los gritos que no han cesado

no me dejan cerrar los ojos.

Contraelegía

 José Emilio Pacheco

Mi único tema es lo que ya no está

Y mi obsesión se llama lo perdido

Mi punzante estribillo es nunca más

Y sin embargo amo este cambio perpetuo

este variar segundo tras segundo

porque sin él lo que llamamos vida

sería de piedra.


Cultura escritor muerte archivo

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí