Alessandra Vega Torres
Llego al punto en el que me
quiebro. Ya no celebro. Me canso
simplemente porque los pensamientos
son demasiados negativos,
van contra mi ser. Pero,
al instante me encuentro devuelta
en mis pies porque es mi
deber. El hombre ha sido el ser
más inconstante a través de la
historia. Pasan de las memorias,
glorias y tristes dedicatorias
hasta que se convierte todo en
ideas giratorias. Se dice que soy
solo la máquina por el cual el
ser humano se comunica con
otros, pero es simplemente algo
falso para nosotros. Ya que
aportamos no solo a la sociedad
pero más importante a los soñadores
no deberíamos de ser
tratados como menores. Nunca
faltan los dictadores manipulando
con el poder de las palabras
sus pensamientos malignos.
Estos son solo breves
signos. No queremos ser parte
de su régimen plasmado de
falsedad. Queremos libertad.
Por eso lo que nos mantiene
vivo son la gente con un motivo.
Son los soñadores e inocentes
discípulos que nos afilan la
mente. Aunque de vez en cuando
cometemos errores, somos
conscientes. Esta no es una
historia solo de sonrisas, pero
tampoco es de tristeza. Firmemente
podemos decir que somos
llenos de belleza y más que
todo fortaleza. Nos parecemos
pero no somos lo mismo, de
diferentes apariencias, pero eso
no es lo que importa. Nuestra
duración no es corta. Podemos
viajar a cualquier lugar del mundo,
pero lo que llevamos adentro
nadie lo puede cambiar, cada
uno de nosotros tiene su propio
propósito. Queda todo escrito.
Nos tiran en pupitres, oficinas
entre otros lugares, incluso terminamos
siendo remplazados
por alguien que puede cumplir
la tarea mejor, pero algo es
cierto. No hay mejor experto. Te
puedo recitar cualquier junto de
palabras que quieras escuchar
porque nunca voy a parar. Esta
es una historia de esperanza
para el que quiere aprender de
mis escritos, esta es la vida sabor
dulce amargo de un lápiz.
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