Inés Izquierdo
Esta semana me hicieron mi primer regalo navideño y quedé maravillada. Una cajita verde encerraba el juego más divertido para mejorar el vocabulario y la ortografía. Se trata de un scrabble.
Scrabble es un juego que exige la utilización de un diccionario para verificar la autenticidad de las palabras creadas y que nadie haga trampas. Eso de entrada es una motivación importante.
Este juego consiste en construir palabras en un tablero de 15×15 casillas, cada jugador intenta ganar más puntos por palabras que pueden formarse horizontal o verticalmente y se pueden cruzar siempre y cuando aparezcan en el diccionario estándar.
También le llaman Funworder Literati, Alfapet, Skip-A-Cross, Scramble, Spelofun, Palabras Cruzadas, Intelect y Word for Word. El juego es vendido en 121 países en 29 idiomas distintos.
Su creador fue Alfred Mosher Butts, quien en 1938 lo concibió como una variante de un juego anterior suyo llamado Lexiko, que desde 1933 había solicitado patentarlo. Después de muchas negativas Butts fabricó 200 juegos que regaló a sus amigos, pero no llegó a ser un éxito comercial.
En 1938 introdujo un elemento innovador, al combinar las letras sobre un tablero, formando palabras del mismo modo que en los crucigramas. De nuevo le fue denegada la patente.
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