A sus 77 años, el cuentista y poeta Julio Paniagua López está convencido que “la inmortalidad es el castillo más grande que tienen los dioses y que vivir en ellos es sumamente aburrido”, por lo que prefiere la vida terrenal limitada al tiempo humano.
Su tercer libro, Reflexiones, cuentos y poemas , anota que el hombre no necesita religión para ser bueno, y que la fe es voluntad y creencia, y las religiones son como las políticas que tienen los partidos de correligionarios.
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Abogado de profesión, asesor del Centro de Exportaciones e Importaciones, inició su vida como escritor a inicios de esta década. En 2005 debutó con el poemario Un amor a Flor de Adiós, y dos años después con Cuentos Nicaragüeños y Otros Poemas.
En otras de sus páginas sostiene que “el odio es más fuerte que el amor”, o es perverso como aquel inculcado por personas inescrupulosas a niños inocentes. En tanto, el amor se pierde con el tiempo, este sube, llega a su clímax y desciende. El odio se guarda, explica.
Reflexiones con contenido polémico, el libro trae once cuentos, entre ellos El Ángel Analfabeta, El Perro Católico, Infidelidad, La Partida, El Club de las Palomas Enfermas, El Brindis del Ausente, Adulterio, Tentativa de Divorcio, entre otros.
Al respecto la crítica literaria Nidya Palacios Vivas afirma que en la escritura de Paniagua predominan temas del diario acontecer con referencias personales, y entorno familiar, rico en anécdotas, por lo que sus temas están entretejidos en el mundo de la ficción y la realidad.
El escritor confiesa que su principal motivación al escribir, es que la lectura eduque y divierta al lector, que si bien contiene caracteres serios de la realidad, estos están matizados con dosis de humor, sorpresas y alegrías.
En la sección de poesía en versos libres, toca diversos desde el amor, lo social y la denuncia. La portada del libro es una pintura del pintor europeo Gustav Klimt, con la obra “Dánaee”. La lluvia de oro, pintada en 1907.
Durante sus años de estudiante, Paniagua fue director de los periódicos Atlante, y Carnaval, que circulaban entre el estudiantado del Instituto Nacional de Masaya. Y en el transcurso de su vida, dice, dio rienda suelta a la imaginación leyendo escritores españoles y franceses.
Se declara un espectador asiduo del teatro en Nicaragua, España, Italia, por lo que espera escribir sobre dramaturgia, visto desde la nicaraguanidad. Así como escribir sus memorias personales, en años venideros.
Ver en la versión impresa las páginas: 6 B