La solicitud de diálogo político que el partido de oposición PLI le ha presentado públicamente al presidente inconstitucional de Nicaragua, Daniel Ortega Saavedra, ha merecido el apoyo de sectores importantes del país como, por ejemplo, los organismos del sector empresarial privado.
Según la dirigencia del PLI, el diálogo con Ortega no sería para consumar un nuevo pacto de repartición de cargos estatales, como el que hicieron Arnoldo Alemán y el PLC con Ortega, en 1999 y lo renovaron en varias ocasiones posteriores, sino para resolver los problemas más apremiantes del país, sobre todo en materia institucional y electoral. Inclusive, en respaldo de su posición el PLI recuerda que el diálogo es una demanda de la Iglesia católica, pero los obispos han sido muy prudentes al señalar que el objetivo del diálogo que ellos proponen “debe ser el bien común, no el hecho de buscar prebendas”. Así lo reiteró monseñor Leopoldo Brenes, Arzobispo de Managua, el domingo 18 de marzo corriente, y recordó que lo mismo han declarado monseñor Sócrates Sándigo, presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, y monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua.
También los líderes del Cosep y Amcham han advertido que el diálogo debe ser para recuperar la credibilidad de las instituciones y la seguridad jurídica en el país, sin embargo reconocen que lo primero sería un acuerdo para el nombramiento de los magistrados y otros altos cargos superiores del Estado que se encuentran vencidos.
En todo esto, falta por saber qué opina la ciudadanía sobre un diálogo y posible arreglo de la oposición con Daniel Ortega. Los dirigentes del PLI y quienes apoyan su búsqueda de acuerdo o pacto con Daniel Ortega, dicen que ellos representan a las casi 800 mil personas que votaron por ese partido en las elecciones del año pasado, y a muchas más todavía, considerando que esos comicios fueron fraudulentos. Pero no es cierto que el PLI represente la opinión de toda la gente que votó por sus candidatos en las elecciones del año pasado. Si aún entre los grupos políticos que integran o integraron la Alianza PLI, hay profundos desacuerdos alrededor del supuesto diálogo y búsqueda de acuerdos con Daniel Ortega, con mucha mayor razón tienen que haber en la ciudadanía democrática diversas y encontradas opiniones acerca de la controversial estrategia de la oposición partidista.
Lamentablemente no hay en el país encuestas que midan la opinión de los ciudadanos en general y de los seguidores del PLI en particular, sobre la propuesta de este partido de buscar un diálogo con Daniel Ortega para supuestamente resolver los problemas nacionales, en vez de practicar una oposición cívica y pacífica pero clara, beligerante y vigorosa. Y aunque hubiera encuestas sobre este tema, de nada servirían porque es mucha la desconfianza de la ciudadanía, justificada o inmerecida, en las firmas encuestadoras y sus sondeos políticos.
Así las cosas, lo que se puede ver en el panorama político nacional en relación con la solicitud de la oposición PLI de dialogar y arreglarse con Daniel Ortega, es incertidumbre, temor y desconfianza.
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