Desde 1990 la Iglesia católica de Nicaragua se ha venido pronunciando sistemáticamente sobre las elecciones nacionales, que siempre son cruciales por el afán dictatorial de los caudillos.
En las elecciones de febrero de 1990 la disyuntiva era seguir bajo la dictadura de Daniel Ortega o abrir el camino del país hacia la libertad y la democracia, que representaba la candidatura de doña Violeta Barrios de Chamorro. Y para comprar el voto de los ciudadanos el gobierno sandinista repartía a montones títulos de propiedad, camiones, buses, carros, motocicletas, bicicletas, electrodomésticos y muchos otros productos regalados al FSLN por los países comunistas.
Ante esa situación, la Iglesia católica se pronunció por medio del cardenal Miguel Obando Bravo, quien en la víspera de las votaciones llamó a todos los ciudadanos nicaragüenses a votar conforme el dictado de sus conciencias, no por miedo ni por dádivas: “Es degradante cualquier tipo de regalo que pretenda influir en la decisión del voto. La conciencia no se vende. La conciencia reflexiona”, fueron en aquella ocasión las palabras del cardenal Obando que siguen teniendo validez.
En las elecciones del 20 de octubre de 1996 Daniel Ortega presentó de nuevo su candidatura para recuperar la presidencia y volver a detentar el poder. Entonces, dos días antes de las votaciones el cardenal Obando presidió una misa en la Catedral de Managua, ataviado de rojo a pesar de que según el tiempo litúrgico ordinario debía usar vestiduras de color verde. Las lecturas de los textos sagrados de la misa las hicieron Arnoldo Alemán, candidato presidencial del PLC, y Roberto Cedeño, candidato a alcalde de Managua por el mismo partido, ambos vestidos con pantalón caqui y camisa roja. Y a continuación el cardenal Obando contó en su sermón la desde entonces célebre parábola de la víbora.
Relató el cardenal Obando que dos hombres encontraron en el camino una víbora que se estaba muriendo a causa del frío. Uno de ellos quiso darle calor para que no muriera, pero el otro le advirtió que esa víbora era peligrosa, que ya había matado y si la revivían volvería a matar. Pero el hombre que quería darle calor a la víbora, dijo que las circunstancias habían cambiado, se agachó, agarró la serpiente y se la puso en el pecho para darle calor. Y entonces, cuando la víbora revivió por el calor humano que le había dado aquel hombre insensato, lo mordió y lo mató. “El cristiano no tiene odio, pero debe tomar ciertas normas de prudencia, si no le va a pasar lo que dice la leyenda”, concluyó el cardenal Obando.
La grabación de aquel sabio mensaje del cardenal Obando sobre la víbora está siendo reproducido diariamente por Radio Corporación, porque es de palpitante actualidad y debe ser tomado en cuenta por los que van a votar el próximo 6 de noviembre. No vaya ser que les pase como al hombre insensato de la parábola de la víbora.
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