MAFIAS
Y uno creía que a la DGI no podía llegar algo igual o peor que Byron Jerez. Un maestro en estas artes. ¿Se acuerdan? Definitivamente, eran otras ligas Aquellos checazos deberían estar en alguna antología mundial del hampa. O la forma como se construyó la famosa terraza. Para esos asuntos había que tener habilidad… y estómago. Pero la cereza de este pastel fue la forma como se libró de la justicia. El mago Houdini debió aprender de él. Pero, bueno, ya ven lo que está pasando ahora en la misma DGI, y así como van las cosas, no es descabellado pensar que con el esfuerzo y la dedicación con que se están aplicando en la materia, pronto Byron Jerez podría quedar como un simple aprendiz a la par de la nueva mafia.
LAZOS QUE UNEN
El problema es que los cobradores de impuestos tienen un poder extraordinario. Manejan mucha plata y pueden arruinarle o salvarle la vida a cualquiera. Por ello los caudillos escogen con pinzas a quienes se harán cargo de esa “cartera”. Son personas de peculiares características y cuando empieza a salir pus por ahí, el caudillo no puede hacer nada contra su designado porque ya para ese tiempo se ha desarrollado una maraña de complicidades que, si cae uno, el otro se lo lleva consigo. ¿No se acuerdan de cómo Alemán defendió a Byron Jerez al principio? Lo mismo: Walter Porras resistirá en la DGI tanto como resistan los lazos que lo unen a Ortega.
PIES HINCHADOS
Un día de estos escuché en un programa de televisión al ex magistrado de Apelaciones, Gerardo Rodríguez, decir que cuando se le venció su período prefirió quedarse como asesor “haciendo lo mismo, sólo que no puedo firmar como magistrado”, porque, según dijo, “es engorroso estar oyendo que a uno le digan magistrado de facto y le estén cuestionando todo lo que uno firma”. Exacto. Ése es el punto. Rodríguez, para que quede claro, ha sido el más público defensor de todas las estratagemas que se han inventado en el Poder Judicial para buscar la reelección de Ortega, entre ellas el decreto y los párrafos resucitados por los cuales magistrados y funcionarios con períodos vencidos se mantienen en sus cargos. Si su propia explicación valiera, él también estaría cobijado para continuar siendo magistrado, pero prefiere no pasar la vergüenza que cargan sus colegas. Conclusión: ellos mismos saben que están con los pies hinchados.
CANDADO
Tan mal saben que están haciendo las cosas, que son capaces de llegar al ridículo buscando legitimidad. Ya no hallan qué hacer con la sentencia de la que guinda la reelección de Ortega, y hace poco la publicaron hasta en La Gaceta, a ver si así consigue un poco más de credibilidad. Pero podrán vestirla con papelillo, ponerle florcitas, hacerle una canción o cualquier otra barbaridad que se les ocurra y el resultado será el mismo: seis magistrados no pueden cambiar la Constitución de la República, sobre la que no hay otra ley y ella misma establece cómo se cambian sus artículos, y uno de ellos, el 147 para ser más exacto, sigue diciendo que Daniel Ortega no puede participar como candidato en las próximas elecciones.
MALA HORA
Si el próximo 10 de enero Daniel Ortega está colocándose nuevamente la banda presidencial, sabremos que en Nicaragua pasaron cosas muy graves: primero, que posiblemente hubo un fraude, como el de 2008; segundo, que hubo una confabulación de funcionarios de diferentes instituciones para, contra ley expresa, hacer que Ortega llegara hasta ahí, y tercero, que seis magistrados pudieron cambiar la Constitución que gobierna la vida de cinco millones de nicaragüenses. Terrible.
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