CORRESPONSAL/ESTELÍ
“Estelí es una ciudad donde hasta los muertos hacen bulla”, dicen algunos ciudadanos de esta localidad. Los miembros de una familia del barrio Igor Úbeda dijeron sentirse enfermos por el ruido causado por más de 50 jóvenes miembros de la banda escolar del Instituto Guillermo Cano, conocido popularmente como la Anexa, quienes practican día y noche.
A ese ruido se suman los parlantes que se ubican sobre algunas casas comerciales, iglesias evangélicas y hasta los autoparlantes que anuncian alguna nota de duelo en la ciudad.
“Todo mundo aquí estamos traumados y no sabemos qué hacer, mi mamá (de 87 años) producto de ese ruido (de la banda escolar) perdió el equilibrio, cayó y se quebró la nariz, mientras mi niña no se puede dormir y ni siquiera quiere estar sola”, dijo Óscar Ponce.
La mamá de Ponce incluso se tapa los oídos cada vez que escucha un ruido, por la molestia que éste le causa.
William Montiel, quien forma parte del área de Gestión de Riesgo del Centro Humboldt, asegura que Estelí es una de las ciudades más ruidosas de nuestro país.
Dijo que el ruido provoca la sordera y hasta influye en la locomoción de las personas. “El problema es que uno de los sensores del equilibrio del cuerpo humano está en el laberinto del oído y por eso cuando hay laberintitis, la gente se da bandazos como que se anda cayendo”, expresó Montiel, quien recomendó hacer un acuerdo social sin imposiciones para controlar este tipo de contaminación.
Juan Ballestero, otro de los habitantes del barrio Igor Úbeda, denunció que el ruido de la banda escolar de la Anexa les está provocando serios perjuicios.
El denunciante afirma que ya han expuesto el caso ante las autoridades del Ministerio de Educación, ante la Policía y hasta en organizaciones de derechos humanos, sin tener una repuesta concreta a este problema que persiste antes y después de las Fiestas Patrias.
La directora de la Anexa, Leyda Lazo, explicó que los estudiantes no tienen otro lugar para practicar, ya que antes les prestaban el estadio, pero quizás por el deterioro de la grama este año no se los prestaron.
Lazo dijo comprender las molestias de los vecinos y espera encontrar una alternativa en conjunto con las demás autoridades.
García indicó que quien debe de conocer estos casos es la Policía, que por falta de un sonómetro ha atendido el tema como escándalo público y en muchas ocasiones han persuadido a los ruidosos, dijo el vocero de esta institución David Lazo.
Sin embargo la fiscal explicó que a pesar de haber recibido hasta 40 denuncias por las perturbaciones del ruido, principalmente contra la iglesia evangélica durante la vigencia de la ley de delitos ambientales, no entablaron procesos por la falta del sonómetro.
Ahora se está tratando de aprobar una ordenanza sobre temas del ambiente en la que se espera regular el ruido, de acuerdo con la propuesta hecha por la Procuraduría y la cual está siendo consultada con diferentes sectores, aseguró la responsable de la Secretaría del Ambiente de la Alcaldía de Estelí, Elvira Lanuza.
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Otra que se declara afectada por el ruido es la señora Egda Marina Torres Tercero, coordinadora del programa de Salud Ambiental del Ministerio de Salud (Minsa) en el departamento de Estelí, quien aseguró que ya perdió su capacidad auditiva y dijo comprender la preocupación de los pobladores, sin embargo aseguró que por no contar con un sonómetro (aparato para medir el sonido), no pueden solucionar este problema de salud pública.
Dijo que el Minsa recibe denuncias principalmente contra las iglesias evangélicas, los talleres de carpintería, los molinos, los destaces de cerdos y los centros comerciales.
COMERCIO RUIDOSO
Edgardo Molina Mejía, quien tiene una clínica veterinaria en su casa de habitación en el centro de la ciudad, es uno de los que ha venido batallando contra el ruido.
Se queja de los negocios vecinos que casi a diario sacan grandes columnas de parlantes para poner música y jóvenes animando, “dicen ellos promoviendo las ventas de ese establecimiento”.
El veterinario mostró un rollo de denuncias que desde hace más de seis años ha interpuesto en instituciones como el Ministerio Público, la Procuraduría del Ambiente, la Policía y la Alcaldía, incluso los vecinos afectados por el ruido se han reunido en varias ocasiones con funcionarios de los que han obtenido sólo promesas.
Molina dijo que después de soportar en todo el día el ruido, en la noche y la madrugada hasta los muertos hacen bulla en Estelí, cuando son anunciadas notas de duelo.
“A eso de las 2 de la madrugada cuando ya estamos dormidos, pasan diciendo: nota de duelo, oí —le digo a mi esposa— ¿quién se murió ahora? Y resulta que ese muerto no es ni de este barrio y no lo conocimos, pero ¿cuánto tiempo tengo que invertir para volverme a dormir?”, se preguntó Molina.
El médico veterinario se refiere a una práctica que se ha convertido en una tradición para muchos en Estelí, donde las familias después de perder a un ser querido buscan perifoneo para anunciar la noticia.
HUBO ALGÚN AVANCE
El representante de la Procuraduría General de la República en el departamento de Estelí, Gonzalo Aráuz, informó que hace algunos años cuando el ruido estaba dentro de los delitos como parte de la Ley 559, consiguieron un sonómetro prestado con el que comprobaron que los negocios que están en el centro de la ciudad tenían la música con excesivos decibeles.
Se habló con los dueños de negocios para que bajaran el volumen y en ese momento se logró llegar a un acuerdo, afirmó el Procurador.
Vecinos de algunas iglesias evangélicas en Estelí aseguran que han querido llegar a un acuerdo para que “los hermanos” bajen el volumen y celebren el culto sólo con los que asisten a sus iglesias.
Silvia Elena Aráuz Ramírez, habitante del barrio Aldeas de Emaús, tiene una iglesia evangélica como vecina y asegura que enfrenta problemas en su salud producto del ruido que hacen durante los cultos.
“La vez pasada hicimos una comisión que fuimos a hablar con él (el pastor José Antonio Ruiz Salas), porque la verdad es que aquí nos está afectando, a mí en mi caso personal tengo una afectación en mis oídos y el otorrino llegó a diagnosticarme que lo que tengo es síndrome vertiginoso y eso, pues, me provoca una serie de malestares en mi cabeza y prácticamente en todo el organismo”, dijo Aráuz.
El pastor José Antonio Sala respondió que son algunos vecinos contrarios a su fe los que se quejan, ya que no están usando todos los seis parlantes que están en su iglesia, además agregó que están haciendo una remodelación en el templo para aislar el ruido.
La responsable de la Secretaría del Ambiente de la Alcaldía de Estelí, Elvira Lanuza, informó que durante los primeros años que funcionó la Ley de Delitos Ambientales recibieron más de 30 denuncias, la mayoría en contra de iglesias evangélicas, pero cuando intentaron hacer las debidas amonestaciones, “los pastores mal interpretaron y creyeron que los estábamos requiriendo”.
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