La fuerza de la realidad
Será difícil para el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) convencer a la mayoría de la población de El Salvador de que a este país le conviene más “el socialismo del siglo XXI” que el capitalismo en que ha vivido.
El primer obstáculo al plan del FMLN de imponer un sistema socialista al estilo Hugo Chávez es el presidente Mauricio Funes, quien llegó al poder con esa organización pero ha preferido trabajar por la integración de Centroamérica, descartando a la Alternativa Bolivariana para las Américas (Alba).
Otro obstáculo para el FMLN es una secuencia de hechos de los países del Alba, en particular de Venezuela y Cuba, los líderes de ese proyecto socialista, que confirman el descalabro de sus economías por efecto directo de su modelo estatizador.
En Centroamérica, sin incluir a Panamá, El Salvador es la tercera economía más fuerte, con un PIB nominal de 22 mil millones de dólares, según datos del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE). Por encima están Costa Rica con 30 mil millones de dólares y Guatemala con 39 mil millones.
¿Qué pueden esperar los ciudadanos salvadoreños cuando oyen decir a los líderes del FMLN que el socialismo será mejor para su país, si a la vez escuchan las noticias de cómo los pueblos venezolano y cubano sufren más penurias cada día?
Un líder importante del FMLN, ex guerrillero y hoy vicepresidente del país, Salvador Sánchez Cerén, reiteró hace una semana el propósito de su partido de implantar el socialismo en El Salvador. “No le debemos tener miedo al socialismo”, dijo. “El socialismo es una etapa diferente, superior del desarrollo de los pueblos”.
Si algún temor hay, tiene fundamentos. Por ejemplo, la economía de Venezuela está en recesión desde antes de la crisis internacional, y allí la falta de alimentos ya es endémica. En la última semana, por citar un caso, aumentó la escasez de carne en Caracas porque el Gobierno ordenó detener a más de 47 comerciantes, acusándoles de especuladores.
Como el presidente Hugo Chávez impone los precios de los alimentos a su antojo, y a quien se resiste lo manda a la cárcel o le expropia la empresa, los expendedores de carne optaron por dejar de vender o vender poco.
El “socialismo del siglo XXI”, al impedir que los precios los fije la oferta y la demanda, provoca el descenso de la producción y el aumento de la importación. Por eso, en el 2009 el 58 por ciento de la carne consumida en Venezuela fue importada, según indicadores oficiales.
Cuba tiene la economía más arruinada. El gobierno de Raúl Castro acaba de admitir que la producción azucarera, su baluarte de hace décadas, es ahora “pésima en producción y eficiencia”. La paradoja es que esa industria cubana se hunde cuando los precios internacionales del azúcar suben.
Si conoce esa realidad, será difícil que la población salvadoreña quiera dejar la ruta del avance económico y tomar la del atraso. En Centroamérica, sólo Nicaragua es miembro del Alba y su economía es ahora inestable e incierta por esa política de amenaza a la empresa privada. Aunque El Salvador es más pequeño en territorio que Nicaragua, el PIB nominal nicaragüense es de apenas seis mil millones de dólares, 16 mil millones menos que aquél.
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