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LA PRENSA/B.PICADO

“Cierro mis ojos y miro al que me quiebra el brazo”

La noticia llegó sin aviso en Navidad. En la humilde casa del barrio Jonathan González alguien le acercó el periódico. Ahí estaba un sonriente presidente Daniel Ortega recibiendo un extraño reconocimiento para ella.

La noticia llegó sin aviso en Navidad. En la humilde casa del barrio Jonathan González alguien le acercó el periódico. Ahí estaba un sonriente presidente Daniel Ortega recibiendo un extraño reconocimiento para ella.

Desde Libia arribó al país una comisión especial para otorgarle a Ortega el premio de Derechos Humanos Muammar al-Gaddafi 2009, “por su destacada labor en la búsqueda de la paz mundial y por la defensa de los derechos humanos de los pueblos del mundo”, dicen los promotores.

No sabía de este galardón la profesora Leonor Martínez, de 25 años, con el brazo roto a causa de una golpiza reciente justificada por los discursos incendiarios de Ortega desde las tarimas presidenciales.

El ataque contra Martínez ocurrió el 22 de octubre pasado. A unas cuadras de su casa, ubicada en este barrio pobre de Managua.

A plena luz del día varios activistas del partido de gobierno la tiraron al suelo. Uno la amenazó con un cuchillo, otro le torció el brazo hasta fracturárselo, mientras uno más la apuntó con un arma y allá, sentado en una camioneta donde ondeaba la bandera del partido de gobierno, estaba él, Félix Armando Tercero Arróliga, empleado de la Alcaldía sandinista, activista de ese partido y la persona que aún llega a su casa a amedrentarla.

Con tal lujo de violencia la convirtieron en un símbolo, en una imagen.

Si hay imágenes que resumen una época, como aquella que llamaron la sonrisa de la revolución en los años ochenta, en un año de violencia oficial, tratando de impedir que los opositores marcharan en las calles a punto de garrotazos, la foto de la profesora comunica la lucha de muchos por la libertad.

En la fotografía de los diarios el 23 de octubre, se le ve el rostro compungido. Atrás la doctora Vilma Núñez de Escorcia, presidenta del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), la acompaña saliendo del hospital.

La experimentada activista de derechos humanos no intenta ni tocarle el hombro. Se le ve lastimada.

Las heridas no sanan por completo. Aún tiene el brazo afectado, pero alegre en medio de la tristeza, como todos los nicas, intenta enrumbar la historia hacia capítulos agradables de su vida.

A la par, frente al árbol de Navidad y el nacimiento en su mesa, tiene a su abuela María Félix Valverde (71 años) y a su hermano Ángel Eduardo Zeledón (14 años). La miran con atención. A la profesora le gusta mostrar su álbum.

Y ella canta, toca guitarra, hace presentaciones culturales. Ropa humilde, ánimo en alto. Según el Gobierno, pese a la pobreza que vive, ella está entre el grupo de los enemigos de la revolución.

Los seguidores de Ortega llaman a esta clase despreciable “culitos rosados”, que en su imaginación son ricos (oligarcas) que se fastidian la vida observando cómo los pobres mejoran con la gestión de su jefe.

La vivienda de una sala pequeña, separada del cuarto múltiple donde hay tres camas, por un cobertor, describe a cuerpo completo la pobreza en que esta maestra sobrevive.

Adentro se aprecia un pequeño televisor, quizás de 12 pulgadas, blanco y negro.

La casa silenciosa de vez en cuando despierta con un quejido. Es el abuelo Hernardo Castillo López, quien a sus 99 años padece trastornos y ya no puede trabajar.

La abuela hace lo que puede con la máquina de coser. La madre no ayuda. Se fue a Costa Rica desde hace 20 años, una radiografía de la pobreza exportada de Nicaragua.

Y ella ahí, cómoda en su sillón, jurando que no se deja apabullar, aunque ya empieza a sentir el efecto de oponerse al Gobierno en las hojas de solicitudes rechazadas cuando busca un empleo en el Estado.

“El incidente me ha cambiado para mal porque soy maestra. En los lugares que he metido los papeles para mi trabajo, no me agarran porque es del Ministerio (de Educación) y está adaptado al Gobierno, y tienen miedo aceptarme porque trabajo con derechos humanos, la juventud. Y me ha cambiado para bien porque el pueblo nicaragüense sabe y siente que tiene una persona humilde que lucha por sus derechos. A mí me ha costado lo que tengo”, asegura.

Tiene entonces muchos proyectos en mente, entre ellos concluir los seis meses que le restan para coronar este magisterio que el Estado no le permite desarrollar.

Públicamente se sabe que aún después de lo que ocurrió usted ha recibido amenazas, ¿es así?

Las amenazas siguen constantemente. Recibo llamadas, no se identifican. Me dicen que me acuerde del 22 de octubre. Me advierten que si sigo andando en la lucha por la democracia me va a pasar lo mismo. Las motos constantemente vienen en la noche, mandan a gente que nos estén vigilando. El señor Félix Armando (el principal agresor) siempre viene.

¿Cuándo fue la última vez que lo hizo?

Fue el miércoles antes de la marcha (21 de noviembre, ese día por fin protestó un respetable número de opositores). No querían que fuera. Félix se bajó de la moto, yo estaba atendiendo a un sacerdote que me vino a ver. En lo que se baja se quita el casco. Me dice que me acuerde lo que me pasó. Se tocaba adonde andaba la pistola. En eso sale mi hermano que es el menor. Le grita que es un cobarde. La gente sale a apoyarme, llamo a la Policía, pero no acudieron.

¿Qué piensa usted del papel de la Policía? Una encuesta dice que la credibilidad de esa institución va a la baja.

Para mí antes la Policía tenía credibilidad, tenía muy en alto a la señora Aminta Granera (Jefa Nacional) como mujer, profesional. Vino bajando porque no han actuado profesionalmente, sino partidariamente. Eso viene desde arriba, sé que ella no tiene culpa, pero algunos de sus subordinados están haciendo caso desde arriba como la señora Glenda Zavala. Ella la tiene conmigo como decimos los jóvenes. No ha estado apoyando mi caso.

¿No ha pasado de la Dirección de Auxilio Judicial su denuncia?

He ido e ido durante dos meses y 15 días y no, no ha pasado.

¿Qué secuelas le han quedado después de todo lo que pasó?

No puedo dormir. Cierro mis ojos, miro al que está con el cuchillo, al otro que me está quebrando el brazo. Abro los ojos. Me despierto.

A ella (la abuela) la llamo para ir al baño, ella se sale, se despierta. Estoy haciendo el esfuerzo de seguir adelante.

( La abuela interviene. Cuenta que ese día estaba cosiendo cuando la nieta se paró en la puerta después de un día agitado. “La vi paradita, ayyyyyyyyyyyyyy (comienza a llorar). Para mí fue un dolor verla. Ya le había dicho que dejara de andar en eso”, se acuerda).

Estoy buscando unas palabras con las que el Presidente justificó la agresión, dijo que los sandinistas eran un poquito, un poquito agitados y que sencillamente estaban defendiendo un marco institucional al apostar por su reelección.¿Le dio seguimiento al discurso en Masaya?

Para mí las palabras que dijo el mandatario, si se le puede llamar así, fueron antihumanas.

Sobre todo como padre que es. Según él, respeta los derechos humanos al pueblo nicaragüense.

Eso fue algo horrible, antiético. Antisocial. Es una burla. Independientemente del partido político que esté en el poder, siempre he trabajado con las organizaciones.

Tengo mi diploma cuando laboré por el trabajo de la erradicación del trabajo infantil de los niños de La Chureca. Para esa época estaba Arnoldo Alemán en el poder y criticábamos eso, que no me vengan a decir que con él no se puede hacer. O como me han tachado a mí que soy una oligarca. No soy oligarca. (Ríe, señala la sala de su hogar).

Para la gente que no la conoce, ¿cómo construyó su casa, cómo le ayudó a su abuela a edificarla?

Nosotros venimos desde abajo. Mi casa era de tablitas, pura tablitas. Se nos metía el agua, se nos pasaba. Le estoy hablando de hace 20 años.

Trabajaba con mi abuela, trabajé vendiendo cobertores, tortillas, me ponía a vender bolsas de jocote, mangos. Así empezamos y estudiar y estudiar.

Después de eso empecé a trabajar en mi profesión.

Saqué administración de empresas, con las organizaciones hice mis prácticas. Y después el magisterio que fue lo que más me gustó. Ganábamos 50 pesos en el República de Canadá vendiendo frutas. Nos levantábamos a las tres de la mañana. Veníamos para alistar la venta. Así hemos subido mi casita. Ahora es de concreto. No es nada pomposa. Me siento bien porque me ha costado con el sudor, a nadie se la he quitado, ni he robado.

Me dijo un amigo suyo que vivían de la abuela cosiendo, de la pensión del abuelo ¿son sus únicos ingresos?

En ese tiempo (habla de los años ochenta) no le daban pensión al abuelo. Él estaba sin trabajo. Ya nos íbamos al mercado a traer las compritas, después empezó a ganar. Yo soy la que mantenía la casa y ahora no puedo trabajar. Mis abuelos me han apoyado siempre.

¿Y qué pasó con su madre?

Se fue para Costa Rica. Ella nunca nos ha ayudado. Tiene 20 años de haberse ido. Otro de los efectos es que mis hermanos estaban estudiando, y dejaron de hacerlo. Mi hermano menor dejó primer año y la otra cuarto. Andan detrás de ellos. Las motos y el señor Armando (Tercero Arróliga) viene en la noche. En la mañana.

¿Todo esto nace porque participaste en la marcha contra la reelección del presidente Ortega?

Antes de eso, después de las elecciones que se las robaron, nosotros hicimos sociodramas, dramatizamos a todos esos que se prestaron a robarse las elecciones. Esa representación la hicimos con una vaca, a la que le estaban sacando la leche. Ellos están ordeñando al pueblo nicaragüense. Después viene la protesta de los pampers y la persecución hacia mis compañeros y a mí.

Un día antes de que me pasara esta agresión fue que ocurrió la sentencia (que permite la reelección del mandatario y fue tomada por magistrados de su partido).

¿Por qué estás en desacuerdo con esa resolución judicial?

Porque se está dañando la Constitución Política, el Estado de Derecho. No es posible que se haga si no está de acuerdo el pueblo nicaragüense. Si bajaron al gobierno de Somoza porque quería hacer una dictadura…

¿Qué le diría a su agresor si lo tuviera de frente?

Le diría que no le tengo odio como buena católica que soy. Que no tenga miedo, no le voy a hacer nada. Pero si le digo que se arrepienta, que le pida perdón a Dios por lo que me ha hecho. Me ha dañado íntegramente a mi familia, (empieza a llorar) me ha dañado mucho.

¿Lo conocías antes?

Participé como observadora en las elecciones. Lo vi como jefe de ruta en el Distrito Tres, de Managua.

¿Por qué te llamó la atención?

Porque discutió en ese centro de votaciones, se peleó con una gente, las ofendió y las amenazó. Eran las elecciones presidenciales que ganó Ortega.

¿Cuando te lo reencontraste el día de la agresión qué pensaste?

Él observaba desde la camioneta cómo me estaban agrediendo con una sonrisa burlesca. Yo lo miro a él cuando me bajé de la ruta, de la 104. Estaba en la camioneta, estaba abierta, están frente al Subway, yo pensé que estaban comprando comida. El ojo del huracán del Presidente es la sociedad civil.

¿En qué clase de Nicaragua estamos viviendo que nadie puede salir a protestar?

Estamos en una Nicaragua que se nos está violando nuestros derechos, a nuestros hermanos periodistas. La libertad de movilización, ellos nos ponen otras marchas con las turbas a golpearnos, un caso crítico en nuestro país donde quieren acabar con nuestra democracia. Lo que estamos haciendo es salvar ese poquito que aún tenemos.

¿No tiene miedo?

No. Dios está conmigo.

¿Por qué sigue?

Quiero un país libre.

¿Hay gente que le puede decir que eso es puro discurso?

Pues no lo es, porque no soy política ni quiero ser política. Ojalá pudiéramos quitar a toditos los políticos de este país. (Ver parte de la entrevista en LA PRENSA TV)

Nacionales Leonor Martínez archivo

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COMENTARIOS

  1. cachorro
    Hace 14 años

    denle billetes que eso es lo que quiere y punto la lucha que tiene es de no pasar hambre nada de democracia a ver billetudos agarrados denle algo de lo de ustedes no lo robado

  2. campesino
    Hace 14 años

    Felicidades a esta valiente joven los verdaderos nicas que realmente tenemos moral , las empresas privadas ,deberiamos de ayudarle a esta joven a conseguir un empleo a hacer una colecta para ayudarla economicamente es una mujer luchadora echada para delante que lo que tiene hacido con su esfuerzo y valentia de seguir para adelante progresar a costa de sus sacrificios a pesar de su pobreza pero con el impetu de progresar su espiritu optimista la felicito y le rindo el sombrero dios la bendiga.

  3. campesino
    Hace 14 años

    deberian poner una direccion o telefono o direccion electronica donde comunicarse con esta valiente mujer digna de honra que se enfrento a todos esos alacranes,serpientes y tiburones que solo tienen veneno y odio en su corazon como odian al pueblo que barbaridad.

  4. Roger Cano
    Hace 14 años

    El problema es que la oposicion de derecha es dirigida por burgueses bien pinches, a la hora de soltar plata se quedan mudos, a ver si alguno de esos ricachones le ofrece a esta humilde mujer un hueso, aunque sea para sobrevivir. Deduzcan por lo que esos granujas hacen, no por lo que dicen.

  5. suje
    Hace 14 años

    Son cobarde mercaderes con corazon asesino los que critican a esta mujer , ellos reflejan lo que son , ellos son los que reciben dinero para hacer esto, delen mas dinero para que jodan al pueblo viva la valentia nicaraguense.

  6. juan carlos
    Hace 14 años

    Una sugerencia. Si el sistema judicial no aplica la ley en un caso… por logica si la otra parte reacciona, los dis que autoridades no deben intervenir. Senora busque su partido pidale ayuda(dinero) contrate unos vagos que sobran. Ud ya saba donde vive y aplique ojo por ojo ,diente por diente. No soy partidario de la falta de respeto a la ley, pero cuando la ley me falto el respeto. asi debe de ser. Dele a probar su propia medicina.

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