- Ya hay escasez de alimentos por los daños que dejaron los huracanes
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Acostumbrados a ingeniárselas para sobrevivir al día a día, los cubanos comenzaron a padecer la escasez que dejó el paso de dos potentes ciclones hace un mes: “Ya hay un peladero tremendo y en unos meses va a ser peor”, dice Norma, un ama de casa de 60 años.
“Las cosas se están perdiendo y ahora hay que moverse a buscar más. Tenemos que timonear. Estoy erizada, pero algo tendrán que hacer”, comenta esta señora en un raquítico mercado del barrio San Agustín, en el oeste de La Habana.
El Gobierno adoptó una serie de medidas de urgencia: 16 productos agropecuarios con precios “topados” (máximo), venta regulada de alimentos, cuotas adicionales en la canasta básica subsidiada (libreta de racionamiento), estabilidad en el costo de bienes de primera necesidad en las tiendas en divisas e impulso a cultivos de ciclo corto.
Pero el desabastecimiento empezó a sentirse luego que el lunes el Gobierno anunció el control de los precios tanto en mercados estatales como en los que se rigen por la oferta y la demanda (“particulares”), y fuertes castigos contra la especulación y el robo de alimentos y materiales vitales para la reconstrucción del país.
KIOSCOS CERRADOS
En mercados particulares, siempre más surtidos que los estatales, como el del barrio Vedado, apenas se vendía en la mitad de puestos.
Muchos kioscos pequeños en La Habana están cerrados. “El que tengo aquí cerca de mi casa abre con cebollinos nada más”, lamenta Norma.
“Antes había plátanos y otras verduras, ahora está pelado”, dice Rubén, un chofer de 44 años, tras visitar un mercado estatal del barrio La Víbora.
Los huracanes Ike y Gustav dañaron un 30 por ciento de los cultivos del país, es decir unas 155 mil manzanas sembradas, en buena parte de plátanos y tubérculos, básicos en la dieta de los cubanos.
Economistas como Pavel Vidal estiman que la situación es difícil y para paliarla se necesitan medidas de profundidad. “La peor de todas las opciones y la que crearía las mayores distorsiones es controlar los precios en los mercados agropecuarios de libre oferta y demanda” pues fomentaría el mercado negro y desestimularía la producción.
El mercado negro es vital en Cuba. A él recurren a diario los cubanos para “resolver”, pues está abastecido con productos de todo tipo, desde alimentos, combustible, hasta materiales de construcción, sustraídos de almacenes y entidades del Estado.
El Gobierno estima “seis meses duros”, en un país que ya de por sí importa el 80 por ciento de los alimentos.
“Vamos a hacer un acopio de todos los recursos que podamos y aunque larguemos la tira del pellejo, vamos a resolver estos problemas”, dijo semanas atrás el presidente Raúl Castro.
Los huracanes Gustav y Ike azotaron toda la isla a principios de septiembre y le dejaron pérdidas superiores a los 5 mil millones de dólares y al menos 500 mil casas destruidas y todas las redes eléctricas destruidas en provincias como Pinar del Río.