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Isaac Valle fue uno de tantos que sufrió por Nicaragua. (LA PRENSA/M. LORÍO)

Emoción y desengaño

Nicaragüenses no apostaban a la derrota Wilder Pérez R. [email protected] Ayer, la noche de domingo fue distinta. La gente no aprovechó para descansar. Por primera vez en mucho tiempo, fue normal ver familias en la acera de sus casas, pendientes de radiorreceptores, escuchando un juego de béisbol de la Selección Nacional. La emoción se apoderó […]

  • Nicaragüenses no apostaban a la derrota

Wilder Pérez R. [email protected]

Ayer, la noche de domingo fue distinta. La gente no aprovechó para descansar. Por primera vez en mucho tiempo, fue normal ver familias en la acera de sus casas, pendientes de radiorreceptores, escuchando un juego de béisbol de la Selección Nacional.

La emoción se apoderó de los nicaragüenses durante las seis entradas, dando por hecho de que el sueño de pasar sobre Cuba, para pelear por la medalla de oro en los Panamericanos, era una realidad.

“Yo le dije a mi familia que lo apuntaran, vamos a ganar”, decía Isaac Valle, del barrio Santa Ana Sur, cuando Nicaragua ganaba 1-0 todavía en el quinto inning. A pocos metros su vecino Arcenio Rivera, tenía el radio a todo volumen.

Cerca del antiguo centro de Managua, el bar Charlie había sido ocupado por fanáticos que llegaron desde temprano a escuchar le juego. “La gente vino y me dijeron que pusiera el juego”, comentó el hijo del dueño, Carlos Navas.

Los aficionados de dicho expendio, Bayardo Flores y Marvin Nicaragua, en representación del resto de compañeros, coincidieron en que “desde ya la celebramos, aunque perdamos, porque el desempeño de la Selección fue bueno”, mientras acariciaban sus “tragos” de ron.

Al final, el partido sirvió de pretexto para los tomadores. Si ganaban, celebraban con anticipación y si perdían, festejaban de todas maneras la actuación. Otros en casa, como la familia de Denis Antonio Martínez, simplemente guardarían las triquitraques y se irían a acostar, porque la derrota los dejó “emocionados y aguevados”.

LA GIRA

Este domingo, las extensas fiestas patronales de Managua terminaron temprano.

Léster Gaitán, un devoto de Santo Domingo, explicó el hecho: “Esa era la gira, de Santo Domingo a cualquier lugar para escuchar el juego y celebrar, me puse de acuerdo con mis amigos y aquí estamos”.

Su rostro cambió cuando se dio cuenta de que Cuba se iba arriba 2-1, pero el optimismo vino de inmediato, “vamos a ganar y si no, también celebramos”, añadió antes de ocupar la mesa y servirse un trago de ron.

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