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El Padre José Mena muestra el funcionamiento de los biodigestores que beneficiarán a los sobrevivientes del Casita.

Cocinas de biogás para sobrevivientes del Casita

Sacerdote impulsa novedoso proyecto Gabriela Roa [email protected] Más de 600 menores sobrevivientes del deslave que ocurrió en el volcán Casita desde hace más de tres años, entre ellos unos 400 huérfanos, podrán alimentarse en el comedor infantil de la comunidad Santa María que funcionará a base de biogás. La misión San Pablo de la Diócesis […]

  • Sacerdote impulsa novedoso proyecto

Gabriela Roa [email protected]

Más de 600 menores sobrevivientes del deslave que ocurrió en el volcán Casita desde hace más de tres años, entre ellos unos 400 huérfanos, podrán alimentarse en el comedor infantil de la comunidad Santa María que funcionará a base de biogás.

La misión San Pablo de la Diócesis de León impulsó en esta comunidad la construcción de unos biodigestores que trabajan con excremento de animales.

La materia orgánica se introduce en una fosa con agua, luego se tapa hasta que se libera el gas metano que servirá para alimentar unas cocinas industriales, donde se elaborará pan para la comunidad.

El padre José Mena explicó que este mismo proyecto ya está instalado en el Valle San Martín, ubicado en El Sauce, León, que abastece a 600 niños, así como a las familias que venden pan en toda el área.

En Santa María también esperan abastecer a las 350 familias y además conseguir un horno más grande para poder comercializar el pan en la localidad.

Sin embargo, los biogestores necesitan sus respectivas tapas de metal para poder funcionar sin problema, las que cuestan seis mil córdobas, dinero que la Iglesia no tiene.

Los 20 mil córdobas necesarios para llevar a cabo el proyecto los han logrado conseguir gracias a que el padre Mena se encuentra trabajando en la Arquidiócesis de Nueva York, de donde envía dinero a la misión San Pablo.

“Los sobrevivientes del Casita se sienten abandonados. El huracán Mitch les destrozó sus vidas e ilusiones y el mundo entero les respondió, pero al cabo de un tiempo los dejaron olvidados en un desierto, sin fuentes de autosostenibilidad”, dijo el Padre.

Según Mena, aún quedan 180 familias de las 350 que viven en esta comunidad que están desempleadas y sin opciones de autosostenibilidad, “hay que darles víveres para que subsistan”.

Además, los pobladores se sienten aislados porque los terrenos donde fueron reubicados no tienen posibilidades de acceso, pues se encuentran detrás de unas tierras privadas.

“Necesitamos siete mil dólares para comprar una parte del terreno y poder construir un camino que permita tener acceso a la carretera principal y transportar la producción sin problema”, dijo Mena.

“Se necesitan pequeños donantes para construir la carretera, las tapas de los biogestores y crear proyectos de autosostenimiento para estas familias”, insistió.

Alonso Hurtado, presidente de la Asociación de Sobrevivientes del Casita (ASCA), perdió en el deslave a 25 familiares, entre ellos su mamá, hermana y sus tres hijas.

Ahora vive con su esposa y sus dos niños como sobrevivientes de esa tragedia, pero sin muchas opciones para salir adelante.

“Después de una tragedia y de perder a una gran cantidad de familiares, creemos que debemos caminar hacia adelante, sabemos que adelante hay un futuro, pero hay que buscarlo”, comentó.

Reiteró que para los sobrevivientes de la tragedia este proyecto de biogás es una luz de esperanza en medio del desierto en que viven. “Necesitamos proyectos integrales de aves, cerdos o plátano para sobrevivir, porque no tenemos alternativas”, subrayó.

El alcalde de Posoltega, Andrés Ramón Díaz, reiteró que ya han tenido algunos problemas con los propietarios de los terrenos ubicados frente a Santa María, por tanto es de suma importancia la construcción de la carretera para el desarrollo de la comunidad.

“Es un municipio muy pobre, pero estamos buscando programas agrícolas para los pobladores o la construcción de una Zona Franca para darle respuesta a la población”, mencionó el alcalde.

Aseguró que ya hay fondos asignados para llevarle electricidad a la comunidad en abril, porque aún no cuenta con este servicio, y están haciendo gestiones para que los organismos que una vez ayudaron a toda esta gente, que aún lucha con sus heridas abiertas por recuperarse, regresen.

GAS ACTIVO HASTA 10 HORAS CONTINUAS

Francisco Zelaya, ingeniero encargado de construir los biodigestores, explicó que primero se construye un hueco en la tierra que no pase de cinco metros de profundidad. Luego se le coloca una capa gruesa de cemento de unas cuatro pulgadas.

-La fosa, una vez terminada, se llena de excremento, monte, cascarilla de arroz, plátanos podridos o cualquier sustancia orgánica que se pueda descomponer.

-Después se llena la fosa con agua y se coloca un plástico especial o de preferencia una tapa de metal para soportar las altas presiones.

-En medio del plástico se abre un agujero de un centímetro y se le ensambla un tubo PVC con sus respectivas llaves de pase que se conectan hasta unas cocinas.

-La fermentación del excremento, gracias a una bacteria anaeróbica, es lo que produce al cabo de unas horas el gas para cocinar.

-Es decir que el plástico se comienza a inflar acumulando gas que puede estar activo por más de 10 horas continuas, pero el sistema puede funcionar durante 15 años.   

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