- En Chinandega, las estadísticas de divorcios son cada vez mayores. Cuando el matrimonio entra en crisis, las parejas piensan en la separación como la solución salomónica,
sin embargo, no siempre es la mejor decisión
Carol Munguía – [email protected]
CHINANDEGA.- El matrimonio es un verdadero desafío. Mientras más cosas en común, más fácil resulta adaptarse. Sin embargo, muchas parejas chinandeganas depusieron sus metas y sentimientos en común para demandar la disolución del vínculo matrimonial.
Las estadísticas del año pasado registran 177 demandas, 151 de ellas fueron sentencias firmes. En el primer semestre del año se contabilizan 45 más.
“Es que las parejas buscan liberarse del problema que enfrentan y que las desestabiliza psíquicamente”, opinó la Juez Segundo de Distrito de los Civil y lo Laboral, Socorro Toruño.
CADA CUAL POR SU LADO
La causa de la ruptura casi nunca es discutida. Los hechos hablan por sí solos, cada cual decide irse por su lado.
Para el psicólogo clínico y psicoterapeuta, Jairo Carrillo Roque, el matrimonio es la unión o estabilidad de una pareja que deciden tener vida en común en igualdad de sentimientos.
“Cuando se pierde la relación de mutua dependencia, la comunicación y se irrespeta la individualidad de pareja, comienza la crisis”, analizó el especialista.
AFECTA A LOS HIJOS
Sin embargo, el problema va más allá. Cuando uno de los cónyuges solicita la anulación del matrimonio, la separación de uno de ellos incluye a los hijos.
El divorcio También afecta a los hijos y al entorno familiar, dijo Martha Lorena Ruiz, catedrática de la UNAN-León.
Opinó que para llegar al matrimonio se debe ir plenamente convencido. “Los padres jugamos un buen papel al promover, desde la familia, los valores del matrimonio”, indicó.
El Estado forma valores y la familia se encarga de absorberlos. Sugirió a las parejas en crisis buscar ayuda profesional.
“Los hijos no amarran. Ellos deben servir para consolidar la estructura de familia y que sirvan de reordenamiento de los fines familiares”, comentó Carrillo al referirse a los principales tropiezos que plantean las parejas.
“La crítica, las ofensas y los reproches son el detonante de la disolución de un matrimonio. Hay que educar a los hijos basados en la estabilidad de los sentimientos, asumir la responsabilidad paternal y no deslindarla en terceras personas, delimitar las responsabilidades, compartir las actividades propiamente domésticas y trazarse metas para desarrollarse”, recomendó Carrillo.
La cultura de violencia, el maltrato, los problemas económicos, la falta de comunicación y las infidelidades o desórdenes sexuales, son causa para debilitar las relaciones de pareja.
Para algunos entrevistados el divorcio fue la solución salomónica a los problemas de su vida. Para otros, solamente fue una vía de escape e invitan a tolerar y buscar elementos de reflexión antes de separarse. Las concesiones de cada miembro son importantes a la hora de encontrar soluciones a los conflictos.
HIJOS AFECTADOS
Una muestra de la Comisaría de la Mujer y la Familia de Chinandega, reveló que muchos de los adolescentes que integran las pandillas, consumen drogas, se sumergen en el alcohol o presentan una conducta irregular, son miembros de parejas disfuncionales, de matrimonios en crisis o que no tienen al menos uno de sus padres.
PODRIA NO SER LO MEJOR
– Santiago y Lucrecia vivieron doce años casados. De su unión matrimonial nacieron un niño y una niña, los que simultáneamente decidieron irse con el padre.
– “Es duro volver a empezar y yo recomiendo que se agoten las conversaciones antes de hablar de divorcio”, manifestó este hombre de oficio oficinista, quien volvió a casarse y enfrenta crisis de adaptación de sus dos hijos con la nueva pareja.
– “Yo no pensaba llegar al divorcio cuando me lo planteó mi ex mujer”, testificó el entrevistado, tras señalar que los pleitos diarios, las desconfianzas y los problemas económicos desencadenaron inconformidades que concluyeron en un juzgado. pensando que el divorcio era la mejor vía para ayudar a los menores.
– “Mis hijos sufrieron, mi hogar es inestable, el divorcio no fue la solución pero ahora estoy en los hechos y no hay regreso”, reflexionó.
– A Lucrecia tampoco le fue tan bien. Se volvió a casar y no considera su divorcio como la mejor decisión. “Mi marido no permite que hable con el padre de mis hijos sobre los problemas comunes de los muchachos y esto me causa inconformidades”, confesó.