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En uno de los eventos rutinarios de la noche capitalina, este joven que no quiso brindar su nombre resultó golpeado en la cara, durante una riña vecinal.

Una violenta noche capitalina

Moisés Martínez [email protected] Cinco de la tarde de un sábado cualquiera en Managua. Los miembros de la Brigada Especial Operativa se preparan para otra noche de pleitos callejeros, personas violentas y mucha sangre. No tienen tiempo de digerir su cena, la que consistió en gallopinto con tortilla y huevo. Por algunos cruza el temor de […]

Moisés Martínez [email protected]

Cinco de la tarde de un sábado cualquiera en Managua. Los miembros de la Brigada Especial Operativa se preparan para otra noche de pleitos callejeros, personas violentas y mucha sangre.

No tienen tiempo de digerir su cena, la que consistió en gallopinto con tortilla y huevo. Por algunos cruza el temor de que puede ser su última comida. Otros están más tranquilos: sólo les interesa saber a qué hora comienza la acción.

Es hora de salida. Todo el equipo está listo. Chalecos, AK, pistolas, bombas lacrimógenas… Cada efectivo va con lo necesario. A la orden de un jefe de destacamento, todos se suben a las ocho patrullas con las que se cuenta para vigilar y prevenir el delito en una ciudad con casi dos millones de habitantes. El resto de vehículos, 56 en total, se encuentra en los talleres de la Policía, esperando algún milagro mecánico.

Son tres destacamentos, cada uno con 60 efectivos en una rotación de 48 horas de trabajo y otras 48 de descanso. El capitán Federico Flores, jefe de destacamento, monitorea por radio los movimientos de las patrullas.

ACCIÓN FALLIDA

La primera llamada que se recibe es de Villa Libertad, en la que se informa de unos disturbios con morteros. El hecho se dio en una casa de campaña del PLC, pero resultó ser un acto de proselitismo político a favor del candidato de ese partido.

La noche comienza a caer y los delitos se tornan más graves. Presuntos miembros de la pandilla de los “3-80” desbarataron a pedradas la casa de la señora María Cerda y su hijo Antonio Cerda, en el Barrio Jonathán González.

Al presentarse la Policía empiezan las acusaciones entre los vecinos: “¡Qué, fue tu hijo, que tu sobrino es el payaso y es pandillero!” “¡Es mentira!” –refutan los aludidos– “¡vos tenés un traido viejo con nosotros!” En medio de todo, el capitán Flores trata de apaciguar la situación. Dos personas resultan detenidas.

Otra llamada. Esta vez es del Barrio Villa Cuba Libre. Disputa entre dos familias vecinas a las que sólo un muro separa. Hay un herido víctima de golpe con el borde de un hacha. Empiezan de nuevo las acusaciones. Nadie es culpable, todos son inocentes. La familia que llamó empieza a mostrar los daños en su casa. Otro familiar aparece bastante golpeado en la cara. Es otra típica jornada de trabajo para un policía de la guardia operativa. Nueve y media en punto. El recorrido termina aquí para nosotros. Para ellos, la noche apenas empieza.  

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