Maricely Linarte – [email protected]
La fe se impuso. Debajo del candente sol del mediodía, entraron de rodillas cientos de promesantes y devotos del Cristo Negro, de la puerta central hasta el altar mayor del Santuario Nacional de El Sauce, para venerar y pagar los favores concedidos por Nuestro Señor de Esquipulas.
En carretas, montados en bestias, caminando o en vehículos, nicaragüenses desde el norte, centro y occidente del país, concurrieron el pasado fin de semana, como es tradición cada tercer domingo del año, para participar de las fiestas patronales de El Sauce.
26 AÑOS DE PEREGRINAR
Francisca Gutiérrez, de 60 años de edad, es una de las 14 personas que peregrinaron caminando desde La Trinidad, Estelí hasta el Santuario. “Salimos desde la madrugada del viernes y venimos el sábado en la tarde, rezamos dos rosarios en el camino, es una tradición que tiene 26 años, esta vez el grupo era de 14 personas, de las cuales 8 son de mi familia, desde que entramos a la ciudad, la primera visita es al Señor en la capilla, vengamos como vengamos, sucios o sudados, después buscamos posadas en familias que tengan la voluntad de alojarnos”.
Explicó que aunque las promesas al Cristo Negro son muchas, una de las que más se destacan es haber salido adelante con sus 14 hijos, por tal razón ellos también frecuentan el Santuario Nacional de El Sauce.
DEVOCION Y FE
“El señor nos ha cumplido, en medio de las balas cuando la guerra, también venimos porque tenemos fe en él”, afirmó la promesante.
Gutiérrez, recordó que antes en la festividad del Cristo Negro, la tradición era que la gente llegara desde el sábado y durmiera a campo abierto. Ahora, según los promesantes, arriban al Sauce en vehículos el mismo día de la festividad y se largan después de la misa de función, que por lo general es oficiada por la máxima autoridad de la Diócesis de León, Monseñor Bosco Vivas Robelo.