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¡Dichosa tú que has creído!

Pbro. Silvio Fonseca Martínez

¿Quién soy yo, para que la Madre de mi Señor venga a verme?

Lectura del Santo Evangelio, según San Lucas 1, 39-45.

En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la criatura saltó en su seno.

Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la Madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.

Palabra del Señor.

Lecturas bíblicas: Profeta Miqueas 5, 1-4/hebreos 10, 5-10/San Lucas 1, 39-45

Hoy comento las lecturas correspondientes a la Misa matutina; por la tarde y en la Misa de medianoche leeremos las propias de Navidad. María es otra figura relevante en este tiempo de Adviento, junto con el Profeta Isaías y Juan el Bautista.

El papel de María como madre y mujer es determinante para la Historia de la Salvación. Con su sí fue posible la redención del género humano. En lo personal quiero destacar el elogio que le hace Isabel en lo que se refiere a su fe: “dichosa tú que has creído”; estas palabras encierran toda una enseñanza más que una alabanza. Si la analizamos detenidamente, se trata de asumir un reto y una valentía; pienso en este momento en Abraham que dijo sí a un Dios desconocido, y aunque María era creyente y practicante de la Ley, cree en la misión que Dios Padre le confía; algo que ella lo meditó prudentemente en la anunciación. María con su sí se expuso a todo, hasta lo peor, pues es lógico de pensar que algunos podrían haberse burlado poniendo en duda su elección y sus palabras. En la práctica lo hacemos con pecadores que se dicen iluminados y hasta los enviados de Dios. Isabel cree también en los designios de Dios y por eso felicita a María; ¡Dichosa tú que has creído!

De otra manera también los cristianos somos elegidos por Dios para cumplir una misión y El se vale de muchas maneras para hacérnoslo saber y es aquí donde el humano entra en esa relación directa con Dios meditando, a veces por largo tiempo, cuál es el designio de Dios sobre mi vida. Se trata de un discernimiento no siempre fácil y buscamos en los humanos a ese ángel de Dios para que nos ayude a descubrirnos a nosotros mismos y a descubrir su mensaje sobre nuestras vidas.

El segundo paso es trascendental en la vida de cada hombre: creer. Creer en lo desconocido y lo invisible; esto no se aplica a las cosas tangibles donde lo puedo ver y tocar, esto no es creer, es dar testimonio de algo que sucedió. Seguramente tampoco es un proceso fácil, no se llega de la noche a la mañana; cuando llegamos a creer entonces comenzamos una nueva historia y sepultamos un pasado de búsqueda y de incertidumbre, esto ya fue superado; porque el que cree lo proclama a los cuatro vientos y lo afirma con convicción, de ahí las palabras de María: “Dichosa me llamarán todas las generaciones”, e igualmente se dirá de todo creyente: “Dichoso tú que has creído”. Sí, esta es la verdadera dicha: creer.

Un saludo de Navidad y Año Nuevo a todos mis lectores y mi mejor deseo es que la semilla de la Palabra que comento cada domingo produzca frutos en nuestros corazones; lo más importante es creer en la fe, el resto son vanidades y cosas efímeras. El Señor debe estar sobre las ideologías políticas, las economías, los movimientos sociales, etc.  

Editorial
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