Ary Neil [email protected]
Confianza y Fe son dos lujos que los pobres de Nicaragua no pueden darse, sobre todo si se trata de poner sus sueños en manos de los banqueros. Eso es lo que los ahorrantes hacen. Cuando una persona deposita su dinero en un banco con el fin de ahorrar, no está confiando sólo su dinero. Está dejando su esfuerzo de toda una vida por cumplir sus sueños en un futuro.
De repente porque las autoridades pertinentes, en este caso, la Superintendencia de Bancos, no tomaron las previsiones necesarias para evitar la quiebra de un banco, todos esos sueños se desvanecen sin siquiera tener la posibilidad de recuperar su dinero.
Después de la quiebra de cinco bancos privados en el país, ¿puede algún nicaragüense confiar en la banca privada?. No lo creo y pienso que yo también tomaría la actitud del ahorrante que dijo en la televisión, “vamos a llamar a todos (los ahorrantes del país) a que saquen su dinero de los bancos privados”. Me pregunto qué pasaría si le hiciésemos caso a este ciudadano: ¿qué harían los banqueros?
La quiebra del Bancafé con sus posteriores consecuencias pudo haberse evitado desde hace tiempo. Las autoridades de la Superintendencia conocían desde hace más de un año la situación de iliquidez que atravesaba esa entidad financiera y no hizo nada por evitar el colapso.
La quiebra de Bancampo, Bancosur, Beca y el Interbank debieron ser una campanada de alerta para las autoridades y no dejarse sorprender por otra situación similar, en este caso la quiebra del Banco del Café.
Debe haber una responsabilidad de los accionistas del Bancafé para garantizar la devolución del dinero a quienes confiaron en ellos y su entidad financiera, y no capear el bulto como lo está haciendo su presidente el doctor Francisco Mayorga.