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¿Conviene que el FSLN gane la Alcaldía de Managua?

Franklin Gavarrete

Yo creo que no, porque además de otras complicaciones, un triunfo del Frente introduciría de inmediato un elemento de incertidumbre en la economía de Nicaragua, que produciría un frenazo o por lo menos una larga pausa de espera en la inversión. Si aún las economías más fuertes parpadean o trastabillan cuando se prevé que algún elemento importante puede cambiar, como sucedió en Venezuela con la llegada de Chávez, con mucha mayor razón es de esperar una fuerte reacción y una racha de temor en Nicaragua, por el cambio provocado por un triunfo sandinista.

Por mucha simpatía que se sienta por Lewites, por haber hecho algunas cosas en tiempo de los sandinistas y por su propia personalidad, sólo el hecho de ser apoyado por Ortega y por el Frente genera gran preocupación acerca de que si va a administrar la Alcaldía del mismo modo que el FSLN lo hizo anteriormente. El que Lewites ande repartiendo bonos o certificados o compromisos de propiedad en los barrios marginados, a sabiendas que no tiene ni derecho ni facultad de repartir tierras ocupadas en precario, da una idea del populismo que tendría su administración y qué clase de respeto habría para la propiedad privada.

Con razón o sin ella, muchas personas opinan que el FSLN está usando a Lewites para volver al poder a toda costa, así como se piensa que usaría al ex contralor Jarquín en la contienda presidencial, y que una vez montado en el poder, el FSLN volvería a las andadas y Nicaragua podría caer nuevamente en la “negra noche”. Otras personas opinan que el FSLN ya no sería el mismo porque los tiempos han cambiado, porque ya no existe el apoyo soviético y el cubano o no es suficiente o porque los dirigentes sandinistas ahora tienen que perder, como lo demostraron recientemente en la defensa de los bancos donde tienen intereses.

Sea como sea, el elemento de incertidumbre existe y no es remoto que mucha gente se esté preparando ante la eventualidad de un triunfo frentista, buscando liquidez y dolarizando su platita, poniendo sus recursos económicos a buen recaudo, posponiendo inversiones y tomando medidas para que no les pase lo mismo de 1979.

Entonces a los managuas se les presentan tres opciones: una es arriesgarse y dejarse llevar por la simpatía escogiendo al candidato del Frente, a pesar de la mala experiencia del pasado. La segunda es conservar el status quo, a pesar del desgaste de los liberales, escogiendo lo viejo conocido que no es tan malo, no vaya a ser que lo nuevo sea peor. La tercera es votar por el candidato conservador, quien siendo nuevo en la lucha, no tiene cola política que machucar, tiene el respaldo del popular Pedro Solórzano y buenas referencias personales para esperar una buena administración. Además, Nicaragua se merece algo mejor y de paso se le daría un voto de castigo tanto a los liberales como a los sandinistas.

Ojalá el cinco de noviembre se despeje la duda y la incertidumbre, podamos dar un suspiro de alivio y que cada cual siga con sus aspiraciones y actividades normales, sin temor a un regreso al pasado sandinista de la década de los 80.

El autor es Ingeniero Civil.  

Editorial
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