En la encuesta más reciente de la firma CID/Gallup el candidato a alcalde de Managua por el Frente Sandinista, Herty Lewites, aparece a la cabeza de la intención de voto con un 35 por ciento. En segundo lugar aparece William Báez, del Partido Conservador, con un 24 por ciento, mientras que el candidato liberal, Wilfredo Navarro aparece en tercer lugar con un 17 por ciento de la intención de voto. En un cuarto y muy distante lugar se ubica Carlos Guadamuz, de Camino Cristiano, con tan sólo un 1 por ciento.
Ese resultado es consistente con un simulacro de votación que hizo la misma CID/Gallup, en el cual resulta ganador Lewites (42%), seguido de Báez (31%), Navarro (26%) y Guadamuz (1%). En cuanto al primer lugar que ocupa Lewites, la encuesta de CID/Gallup es consistente, además, con los resultados de otras firmas encuestadoras, como la de Borge y Asociados y la de M&R.
¿Será ese el resultado real el 5 de noviembre? Es posible, pero está por verse. El resultado final podría ser fuertemente influenciado por el comportamiento del 21 por ciento de los encuestados que respondió que no sabe cómo va a votar. Es muy probable que la mayor parte de ese voto indeciso se incline a uno de los dos candidatos no sandinistas, Báez o Navarro. Un alineamiento masivo de ese voto con uno de ellos cambiaría por completo el resultado que prevén las encuestas.
Otro factor que pudiera alterar el panorama el 5 de noviembre sería un reacomodo del voto antisandinista. Entre Báez y Navarro suman el 41 por ciento de la intención de voto. Es posible que ante la inminencia de un triunfo sandinista en la Alcaldía de Managua, el electorado no sandinista decida transferir su voto para apoyar masivamente al candidato que sea percibido con mayores probabilidades de ganarle a Lewites.
Una acción de esa naturaleza de parte del electorado sería el resultado de un proceso de razonamiento lógico, y no el producto del “síndrome del Güegüense”, como piensan algunos. El fenómeno político del Güegüense que se hizo presente en las elecciones de 1990, obedeció a un mecanismo de defensa del pueblo. Hay que recordar que aquellas elecciones se dieron en un ambiente cargado de miedo y de terror por la acción represiva de los aparatos de seguridad del Estado que funcionaban al servicio del sandinismo en el poder. Ante esa situación, la gente tendía, en las encuestas, a ocultar y distorsionar sus verdaderos sentimientos. Ese miedo, sin embargo, se disipó a partir de 1990 con la disolución del órgano de control estatal y con la restauración de las libertades públicas y civiles. Tan es así que en la campaña electoral de 1996 las firmas encuestadoras no tuvieron ningún problema para recoger, con relativa precisión, las verdaderas intenciones de los votantes. En la actualidad no hay nada que sugiera que esta vez los encuestados no estén manifestando sus simpatías honestamente.
Y no habiendo razón alguna para creer que la gente no está expresando verazmente sus preferencias en las encuestas, habría entonces que buscar las razones por las que ciertos candidatos, como Wilfredo Navarro, del PLC, por ejemplo, marcan tan bajo en ellas. Se recordará que desde hace meses Navarro fue el primero en lanzarse de lleno en una fuerte campaña propagandística por radio, televisión y anuncios en las calles. La intensidad de su campaña no ha sido ni remotamente igualada por ninguno de los otros candidatos. Sin embargo, ocupa el tercer lugar en la intención de votos, detrás de Lewites y de Báez. Este hecho sólo puede explicarse como una manifestación de descontento con el gobierno del Presidente Alemán que podría estarse traduciendo en un voto castigo al candidato del partido de gobierno en las elecciones a realizarse dentro de 17 días.
El caso es que uno de los candidatos será el alcalde de Managua. Los electores, que tienen la última palabra, deben abrir bien los ojos y valorar cuidadosamente sus propuestas, sus personas, y el historial de sus partidos.