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Desde remotos tiempos la lectura ha sido la compañía perfecta de niños y jóvenes, que buscan instrucción y formas sanas de esparcimiento. LA PRENSA/ARCHIVO.

Barbarie contra biblioteca de San Carlos

En San Carlos las valiosas obras literarias fueron amontonadas en el camión que recolecta la basura La tragedia comenzó desde que la municipalidad asumió el pago de bibliotecario Templo de la cultura termina convertido en un bar y restaurante TANIA JIMENEZ PENHA – [email protected] SAN CARLOS.- ¿Para qué sirve una biblioteca? Quizás los que aborrecen […]

  • En San Carlos las valiosas obras literarias
    fueron amontonadas en el camión que
    recolecta la basura
  • La tragedia comenzó desde que la
    municipalidad asumió el pago de bibliotecario
  • Templo de la cultura termina convertido en un bar y restaurante

TANIA JIMENEZ PENHA – [email protected]

SAN CARLOS.- ¿Para qué sirve una biblioteca? Quizás los que aborrecen los libros no encontrarán para esta pregunta una respuesta halagadora, sin embargo, para los que vivimos a 300 kilómetros de Managua y buscamos instrucción o simplemente el placer sano de tener la compañía de un buen libro, una biblioteca es de vital importancia.

Muchos de los pobladores de San Carlos que hicieron uso de la biblioteca de esta ciudad, estaban consternados al observar que los pocos que quedan de los 5,000 libros que tenía este centro de cultura, eran vaciados en un camión de basura y dejados amontonados en lo que posiblemente será su nuevo local, un edificio propiedad de la Alcaldía que no presta las mínimas condiciones para albergar este patrimonio.

TESORO DE LA JUVENTUD

“Esta biblioteca se comenzó a formar con el apoyo de Judith Rivas y Jorge Corominas, ambos profesores de Filosofía de la Universidad Centroamericana (UCA), colaboraron otros españoles como Alberto González, Isabel Fernández y Alberto Romero, quienes crearon el Centro Científico Cultural, que luego fue el Círculo Científico Cultural y luego la HUACA o Biblioteca Municipal”, manifestó Jorge Campos, agrónomo y ex bibliotecario.

“Clasificamos y codificamos esos libros, se compraron los estantes, teníamos un retroproyector que fue donado por Alemania y desapareció en manos de la Alcaldía. Los internacionalistas traían sus colecciones personales y después que las utilizaban las donaban. Existía un libro donde se registraban todas estas donaciones”.

“Después acondicionamos el local, en la cúpula había un planetarium donde se podían observar todas las constelaciones, pero fue borrado, el Mural grande que ahora está en el Bar y Restaurante El Granadino (quienes arriendan una parte del local), fue hecho por muralistas que contaron con el apoyo del Instituto de Cultura, los zócalos del patio de la Escuela “Elvis Chavarría” son obras de maestros de la Escuela de Bellas Artes y constituyen patrimonio nacional protegido por decreto ley de Ministerio de Cultura”.

Los jóvenes de la década de los ochenta se encontraban motivados porque a falta de distracciones este local se convertía en un lugar de convergencia y de entretenimiento además de ser el punto de partida para organizar actividades culturales diversas: seminarios, círculos de estudio, veladas culturales, teatro.

UNA HISTORIA DE DESPOJOS

El abogado Ricardo Gutiérrez manifestó que la época de los 80, él compró el local, uno de los pocos edificios de la Municipalidad que se vendió en su valor real. “Me vendieron el zócalo y la parte donde es mi actual vivienda”.

“Recuerdo que en esa época se vendieron a precios irrisorios algunos edificios municipales, creo que se vieron obligados a vendernos el local porque no le daban mantenimiento y yo había hecho una inversión fuerte en ese inmueble”.

Por otra parte el propietario del Bar y Restaurante “El Granadino”, señor Juan Carlos Callejas, explicó que tiene un contrato de arrendamiento por tiempo definido, firmado por el alcalde, señor Silvio Pilarte Centeno, además de una carta donde seis concejales de la Comuna le brindan el respaldo.

“Este lugar tenía cinco meses de no funcionar, pero ahora están haciendo un escándalo por nada, además que mi establecimiento está legal”, añadió.

Jorge Campos, quien fungió como bibliotecario durante muchos años, y quien frecuentaba la Biblioteca antes que ésta desapareciera, nos dijo que él se había comprometido a entregar una donación de libros del Padre Lucinio (q.e.p.d.) pero como sabía que habían varios títulos repetidos, sólo le interesaron tres libros sobre el maíz.

“Los libros repetidos estaban guardados en un estante, hablé con el responsable para que me facilitara esos ejemplares y cuando volvimos, sólo estaban 20 tomos repetidos de El Capital y todos los libros de la revolución, el resto desapareció en menos de una semana, “pero te aseguro que esa Biblioteca no ha salido de San Carlos”.

Para la señora Bonny Centeno, lo que hace falta para que siga funcionando la biblioteca es una definición de prioridades por parte de la Alcaldía, y a su juicio lo que ha pasado con ese centro de cultura es que a partir de que la Municipalidad asumió el salario del bibliotecario se descuidó el mantenimiento de la biblioteca. “Así terminaron con la biblioteca más completa que había tenido Río San Juan”, aseguró nuestra entrevistada.

UN LIBRO PARA NICARAGUA

El ex bibliotecario Jorge Campos dijo que a la Biblioteca Municipal se le anexaron en diferentes épocas otras, como la del Instituto Nacional Miguel Tórrez Lazo, la del Centro de Investigación y Estudio de la Reforma Agraria (CIERA), la del poeta José Coronel Urtecho, y la de la delegación del gobierno que estaba en la Alcaldía. “Yo fiché de mayo a agosto de 1990 cinco mil libros, y las donaciones seguían llegando.

“Una parte de los libros que registré fueron donados por España, de un proyecto que se llamaba “Un libro, un cuaderno y un lápiz para Nicaragua”. Habían libros de literatura infantil, latinoamericana, universal, los clásicos, todas las ciencias, biología, química, física, matemáticas, medicina y agronomía.

Señala que había una colección completa de cuentos infantiles que fueron trasladados a la Biblioteca Infantil ubicada en el Parque “Chato Medrano” que hoy día se mantiene cerrada. Recuerdo que funcionaba todos los días por las tardes y que a ella acudían los maestros con los niños de clase.

“EL FIN DEL MUNDO” DE JULIO CORTAZAR

(El perseguidor y otros relatos, 1983).

Como los escriba continuarán, los pocos lectores que en el mundo había van a cambiar de oficio y se pondrán también de escribas. Cada vez más los países serán de escribas y de fábricas de papel y tinta, los escribas de día y las máquinas de noche para imprimir el trabajo de los escribas. Primero las bibliotecas desbordarán de las casas, entonces las municipalidades deciden (ya estamos en la cosa), sacrificar los terrenos de los juegos infantiles para ampliar las bibliotecas. Después ceden los teatros, las maternidades, los mataderos, las cantinas, los hospitales. Los pobres aprovechan los libros como ladrillos, los pegan con cemento y hacen paredes de libros y viven en cabañas de libros. En la tierra vive precariamente la raza de los escribas, condenadas a extinguirse, y en el mar están las islas y los casinos o sea los transatlánticos donde se han refugiado los presidentes de las repúblicas, y donde se celebran grandes fiestas.

PADRES MOLESTOS CON DISPOSICION DE ALCALDES

Marina Chamorro, madre de familia, señala: “no entiendo por qué se tiene que buscar un lugar para ubicar la biblioteca, si como padres de familia solicitamos que la donaran al Colegio Cristo Rey o a un colegio público, porque lo importante es que los muchachos tengan un lugar donde informarse. En mis tiempos de estudiante de secundaria yo hice uso de esa biblioteca y era muy completa”.

Por su parte, Teresa Mariscal, puntualizó: “lo que indigna es saber que esa biblioteca nació con su propio local y con el esfuerzo de todos, hay toda una inversión en materiales educativos y no tiene por qué andar itinerante si tiene su local, me parece injusto que por intereses personales se despoje a la juventud de ese local ya que aquí no existen otras formas de distracción”.

Gabriel Aguirre, padre de familia, concluye: “En esa biblioteca habían libros que me gustaría volver a leer como el Quijote y toda la literatura latinoamericana. Nadie discute la legalidad del negocio que hizo la Alcaldía, pero es inmoral convertir un establecimiento dedicado a la enseñanza de jóvenes en un bar”.  

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