El 30 de diciembre recién pasado, LA PRENSA y demás medios independientes de comunicación informaron que un juez federal de Argentina citó a declarar ante su autoridad al presidente y la vicepresidenta de Nicaragua, Daniel Ortega y Rosario Murillo, así como a 10 altos funcionarios de gobierno y operadores de los órganos de represión del Estado. Y además dictó contra ellos orden de detención con pedido de captura internacional.
El juez, de nombre Ariel Lijo, dictó esa disposición en el marco de un proceso judicial iniciado desde octubre de 2022, cuando los abogados argentinos de derechos humanos, Darío Richarte y Diego Pirota, acusaron a los funcionarios nicaragüenses “por las violaciones a los derechos humanos y los crímenes de lesa humanidad que cometieron contra los nicaragüenses en el marco de las protestas sociales de 2018”.
Hasta ahora esos delitos no han sido reconocidos por ninguna autoridad judicial, internacional o de algún país en particular. Sin embargo, los organismos internacionales de derechos humanos los documentaron y denunciaron ampliamente, y la acción en curso de la justicia argentina es precisamente para indagar si los acusados los cometieron o no y resolver en consecuencia.
Se informa que esta acción judicial es con base en la jurisdicción universal que el Estado de Argentina está facultado a practicar de acuerdo con el artículo 118 de su Constitución. La jurisdicción universal es un principio del derecho internacional que faculta a cualquier Estado a “juzgar y sancionar a los autores de ciertos delitos, sin importar el lugar donde se cometieron o la nacionalidad de los involucrados”.
Según Amnistía Internacional, 163 de los 193 Estados miembros de la ONU pueden ejercer la jurisdicción universal sobre uno o más crímenes de derecho internacional, ya sea como tales crímenes o como delitos comunes de derecho nacional”. Y cabe mencionar que las tres grandes potencias con poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, como son China, Rusia y Estados Unidos (EE. UU.), no reconocen la jurisdicción universal porque son los más acusados de cometer crímenes de guerra o delitos contra la humanidad.
Ahora bien, si la justicia ordinaria nacional e internacional es por lo general fastidiosamente lenta y muchas veces ineficaz, la que se aplica o trata de aplicar en el marco de la jurisdicción universal lo es mucho más. Por eso el mismo abogado que ha impulsado la acusación contra los gobernantes de Nicaragua ante la justicia argentina, Darío Richarte, ha advertido que no es prudente ilusionarse mucho, porque el proceso será muy largo y fatigoso y no hay seguridad de que culminará con el éxito que se quisiera.
También el ex secretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Paulo Abrão, quien desempeñó un rol determinante en la investigación y denuncia de las violaciones a los derechos fundamentales de los nicaragüenses cometidas por el régimen en 2018, ha dicho que como esos procesos no avanzan o se estancan por cuestiones procedimentales o formales, se genera “más ausencia de esperanza para la gente”.
Por supuesto que la noticia sobre la acción judicial dispuesta por el juez federal de Argentina contra los dictadores de Nicaragua causó mucha alegría a la oposición. Lo cual es comprensible y está muy bien. Pero no se debe hacer creer a la gente que los acusados van a ser ya encarcelados, juzgados y condenados.
La verdad es que eso es prácticamente imposible mientras estén en el poder. Además, una eventual condena judicial a Ortega y Murillo cancelaría definitivamente la posibilidad de una transición pacífica y por tanto negociada a la democracia.
Es obvio que Ortega y Murillo no están dispuestos a dejar el poder y mucho menos sabiendo que irían a la cárcel por el resto de sus días. No lo dejarían ni siquiera con la garantía de una ley de amnistía, pues saben que los delitos por los cuales serían condenados son imprescriptibles y ninguna amnistía los puede borrar. Por lo tanto en cualquier momento posterior podrían ser llevados ante la justicia.
De manera que no es difícil entender que se van a aferrar al poder a como sea y hasta las últimas consecuencias.