La confiscación de medios de comunicación como forma de censura, sumada a la escasez de recursos para preservar el material histórico, tanto físico como digital, afecta gravemente la memoria histórica en Nicaragua y Venezuela.
Confirmar o desmentir en Venezuela una situación de origen incierto no se reduce a “googlear”, contrastar fuentes y hacerse una idea cercana a la realidad. El cerco a la prensa limita también la oferta de contenido en línea de años intermedios, debido a la imposibilidad de los medios digitales de pagar los costos de almacenamiento en los servidores; lo cual puede transformar una imprecisión, media verdad o mentira en un hecho “cierto”, con dimensiones insospechadas para el futuro.
Los regímenes de Nicaragua y Venezuela implementan métodos sofisticados que han resultado en el cierre de casi un centenar de medios impresos y el barrido de los registros noticiosos de más de diez años en los medios que sobreviven. Además, la compra de medios independientes ahora forma parte del amplio despliegue de la hegemonía comunicacional de Managua y Caracas.
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Sin embargo, el sostenimiento del material histórico, tanto digital como físico, en contextos represivos como los que enfrentan Nicaragua y Venezuela, representa una carga significativa que muy pocos medios de comunicación y organizaciones pueden asumir.
Víctor Amaya, director de TalCual, revela que “hasta el año 2017 nuestra marca pudo mantener en línea su archivo online, que incluye las editoriales del fundador de esta casa editorial, Teodoro Petkoff, desde el año 2000, cuando se fundó el periódico vespertino y sus páginas en formato PDF. En 2017 apagamos los servidores”. Sin embargo, señaló que ya no están las ediciones en PDF del impreso, ni las notas periodísticas del día a día durante esos años.
Constantino Graciano, desarrollador web en España, señala que “la presencia en línea de un medio de comunicación, sumado a los trabajos de mantenimiento, asesoría y conservación de un archivo digital superior a 15 años, podría tener un costo que ronda entre los 1,000 y 2,100 dólares al mes, por un espacio de 1 tera (equivalente a 1,000 gigas).
“Estamos hablando de marcas con tráfico mensual superior a las 300,000 visitas. Pero entiendo que ese monto debe ser priorizado para el pago de sueldos en Nicaragua y Venezuela; al final, estas marcas terminan eligiendo planes básicos o muy modestos de 500 dólares”, calcula.
Pérdida de historial de periodistas
La falta de medidas para preservar los archivos históricos, tanto físicos como digitales, provoca que muchos periodistas pierdan las evidencias de su trayectoria profesional.
Thábata Molina, quien fue periodista de los diarios venezolanos El Nacional y El Universal durante diez años, observa que, por distintas razones, ninguna de las investigaciones que realizó en ambos periódicos ahora existe en sus plataformas de origen. “Esta situación tiene ya varios años y afecta principalmente a periodistas que estamos fuera del país, que, al intentar hacer nuestro portafolio para postular a otros empleos, nos damos cuenta de que esa memoria periodística ya no está disponible en línea”, detalla.
Reporteros de los medios venezolanos El Carabobeño y El Nacional consultados para este reportaje consideran que la ausencia online de sus trabajos de años anteriores forma parte del éxito del proyecto de hegemonía comunicacional iniciado por Hugo Chávez y Daniel Ortega en sus respectivos países.
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Barrido digital y en papel
Ante el embargo de la sede de El Nacional el 14 de mayo de 2021, Ana Isabel Otero, nieta de Miguel Otero Silva, fundador del periódico, informó en su cuenta oficial en X (antes Twitter) que su propiedad intelectual está a salvo.
Sin embargo, el material de valor histórico sigue sin estar disponible en www.elnacional.com y, según relató Miguel Henrique Otero, propietario del medio de comunicación, es imposible contar con un local en Venezuela para digitalizar los contenidos ante el riesgo inminente de un nuevo allanamiento. Además, el restante 10 por ciento de los contenidos quedó en el edificio tomado por el régimen venezolano.
Del 10 al 100 por ciento
Hans Lawrence Ramírez, periodista del Diario LA PRENSA y la revista Magazine, observa en esta situación un claro reflejo de lo que ocurre en su territorio. A diferencia del diario El Nacional en Caracas, cuyo 90 por ciento de sus archivos pudo salvarse, la totalidad del patrimonio informativo físico de LA PRENSA y Magazine en Managua quedó en manos del Estado, y su situación es incierta.
“Durante el embargo a nuestra sede no dio tiempo de preservar nada, ni siquiera las pertenencias individuales del personal. Ante este asalto a la sede un viernes 13 de agosto de 2021, todo ese material histórico puede estar deteriorándose”, señaló Ramírez.
De esta manera, Ramírez considera que la confiscación de instituciones tiene como trasfondo la intención de desmantelar la historia para construir un nuevo relato.
¿Por qué es importante el archivo digital y físico?
Xiomara Jayaro, directora de la Escuela de Bibliotecología y Archivología de la Universidad Central de Venezuela, resalta la importancia del rigor de la documentación en una era de fragilidad de la información, ahora marcada por la ausencia de contenidos periodísticos en la web de más de diez años, lo cual dificulta la construcción de la verdad ante el posicionamiento de las fake news o noticias falsas.
En los casos de LA PRENSA y El Nacional, son archivos que están en riesgo al desconocerse en qué condiciones están almacenados. Además, refirió que se lesiona el derecho de acceso a la información.
Julio Montero, licenciado en Filosofía de la Universidad de Buenos Aires (Argentina), advierte que la apropiación indebida del patrimonio intelectual de LA PRENSA de Nicaragua y El Nacional de Venezuela impone un “Estado Comunicador”, que busca despejar el espacio a narrativas que fortalezcan el proyecto ideológico.
Jesús Piñero, historiador y periodista de la Universidad Central de Venezuela, considera un asunto grave que la propiedad intelectual de un medio sea allanada y tomada por decisión de un tribunal.
“Las fuentes son la principal herramienta que tiene un historiador para reconstruir el pasado. Pero estamos en un país, y en un momento, donde no hay periódicos impresos distintos a los que muestran la ideología del Gobierno, situación que nos puede llevar a una escasez de referencias para estudiar este periodo”, expresó Piñero.
El caso del IHNCA
El Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica (IHNCA), dentro de la Universidad Centroamericana (UCA), confiscada por la dictadura en agosto de 2023, contenía documentos del siglo XV y XVI.
A través de este proyecto, se digitalizaron 5,658 ejemplares de 104 periódicos nicaragüenses, publicados en distintas ciudades del Atlántico, Norte y Pacífico de Nicaragua, totalizando 25,128 imágenes digitalizadas y superando el objetivo inicial de 4,938 ejemplares (21,985 imágenes). El material digitalizado constituye, hasta el cierre de este trabajo, la única fuente de investigación accesible.
“El impacto es significativo. La confiscación de bienes culturales por parte de autoridades locales debilita la identidad cultural y afecta la continuidad de la memoria colectiva de las comunidades. El IHNCA en el exilio no es una biblioteca virtual completa. Lo que se exhibe es solo una muestra, no un catálogo exhaustivo de su acervo”, aclara la institución académica en su página web.
Sin embargo, académicos nicaragüenses exiliados en Costa Rica intentan reconstruir su memoria colectiva con archivos digitales resguardados en una nube, logrados rescatar de la confiscación al Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica (IHNCA). En su nuevo sitio web (https://ihncaexilio.org/), el IHNCA expone al mundo lo que Ortega y Murillo no pudieron del todo arrebatar.
Juan Daniel Treminio, director del medio Coyuntura, periodista titulado de la UCA y actualmente exiliado en Guatemala, define la confiscación de su alma mater y del IHNCA como un atropello.
“Con la crisis de 2018 experimentamos niveles de censura inimaginables. Daniel Ortega cree que, confiscando a LA PRENSA, la UCA y el IHNCA va a desaparecer la memoria histórica. Se equivoca, porque su censura sólo multiplica las voces de expresión”, explica Treminio.
La importancia de documentar en contextos represivos
Al igual que Coyuntura, un medio nativo digital, emerge una nueva generación de medios digitales en Venezuela, como Runrunes, Crónica Uno, El Pitazo, Efecto Cocuyo y El Estímulo, con menor infraestructura y sin el poder económico de las grandes marcas tradicionales.
En las protestas de 2018 en Nicaragua se conoció la historia de Álvaro Conrado, joven de 15 años, de contextura delgada, carismático e interesado por los idiomas, quien convocó a sus amigos del colegio Instituto Loyola en Managua a sumarse a una protesta de universitarios en apoyo a los jubilados. Allí encontró la muerte el 20 de abril, al caer por una bala que impactó su cuello, en un hecho ampliamente difundido por la prensa nacional.
Lizeth Dávila, madre del adolescente, resalta el rol de la documentación para dar soporte a las denuncias de sus propios casos.
“Es muy importante tener la memoria viva para que esto no se repita. Necesitamos que la noticia no muera, ni se encajone una vez termine, sino que se recuerde siempre. La información que han recogido la prensa y los familiares de las víctimas es lo que nos va a permitir hacer justicia”, expresa Dávila.
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Además, Jayaro, quien también es abogada de la Universidad Central de Venezuela, sostiene que el cerco a la prensa independiente genera escasez de fuentes documentales que podrían utilizarse como medios probatorios en juicios relacionados con derechos humanos.
“La información difundida en fuentes documentales puede construir el dato concreto con el cual puede practicarse la comprobación de las hipótesis fácticas planteadas en un conflicto”, precisa.
Es necesario un modelo de conservación de la memoria
Marianela Balbi, directora del Instituto Prensa y Sociedad Venezuela, considera que urge un modelo de conservación de la memoria histórica que parta del reconocimiento de su estatus de riesgo, planteado en esta investigación. Balbi señala que la tecnología es un arma de doble uso, que sirve para masificar el mensaje en desiertos informativos, pero también para borrar registros e historia a la velocidad de un clic.
“Es muy importante que ese registro se haya conservado antes de que desapareciera de internet. La documentación digital es clave en este proceso. Entre los desafíos que se nos plantea está el uso ético de la tecnología y la búsqueda avanzada de información digital. Es necesario resguardarla, por el bien de la democracia”, expresa.
Ramírez advierte el riesgo de desaparición inminente de los profesionales de la historia y de la prensa en Nicaragua.
“La memoria histórica de Nicaragua está en agonía. Pero no va a morir mientras haya periodistas que la preserven. Sin embargo, nosotros somos la última línea de defensa de la libertad de prensa que queda, ante la confiscación de medios, universidades e instituciones en Nicaragua”, señala.
Jayaro, por su parte, concluye que “un país sin memoria histórica es un país sin identidad, sin valores ni tradición, sin idea de lo hecho y alcanzado”.