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El absolutismo en el siglo XXI

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No sé si será simple chifladura de la pareja gobernante en Nicaragua o si será porque ya llegaron a la edad provecta, que la semana pasada enviaron a “la chanchera” como es conocida en mi país la Asamblea Nacional, un proyecto de Ley de Reforma a la Constitución de la República que viola flagrantemente esa misma Constitución, no solo porque cambia el sistema político que adoptó nuestra Republica hace más de 200 años, sino porque atropella violentamente muchos de nuestros derechos humanos. 

Como ya es proverbial en dicha pareja, en el mamotreto que enviaron, pletórico en disparates, a la tal Asamblea de hombres genuflexos y mujeres de curvatura cerviz, se comete desde la entrada un grave error de cronología al querer retroceder a todo un pueblo a las épocas pretéritas de los Siglos XVII y XVIII cuando imperaba el absolutismo del Rey Sol Luis XIV, quien en uno de sus momentos de euforia imperial exclamó: El Estado soy yo.

Los Ortega-Murillo han masacrado nuestra Constitución, por lo que cuando entreguen el poder que hoy ilegítimamente ostentan, deberá procederse a realizar una Asamblea Nacional Constituyente para refundar la República, que es lo que corresponde con el ordenamiento jurídico nacional e internacional y en consonancia con los tiempos que vivimos en la actualidad. Obviamente que en estos malabares el binomio despótico no actúa solo, sino que se hace acompañar por 91 cómplices que tendrán que responder cuando llegue la hora de la justicia. Al contemplar el bochornoso espectáculo de esa Asamblea de zombis, vale la pena recordar, lo que Shakespeare pone en boca del Rey Lear en su célebre tragedia: “Calamidad de los tiempos, cuando los locos guían a los ciegos”.

El problema toral es que cada día que pasa el país se hunde más, principalmente por la falta de institucionalidad. No hay Corte Suprema de Justicia (CSJ), la Asamblea Nacional es un adefesio y el Ejecutivo marcha como nave sin rumbo cierto próxima a zozobrar. De Daniel Ortega, se comenta en el exterior lo siguiente: confunde el día con la noche, lo blanco con lo oscuro, el bien con la maldad, la verdad con la mentira, por lo que sus 17 asesores se mantienen entretenidos en cháchara vana y sin ningún beneficio para el país. Su confusión es tan grande que un día nombró a tres personas como embajadores en el mismo país y mandó a la ministra de Salud y no al ministro de Relaciones Exteriores como correspondía, para que arreglara el enmarañado asunto. En otra ocasión los dictadores de Venezuela le enviaron 5 mil millones de dólares para obras sociales y hasta el día de hoy se ha negado a rendir cuentas contando para ello con la complicidad de la Contraloría. Hay que hacer notar, que él y su pareja odian el imperialismo hasta mas no poder, pero aman hasta lo infinito a la divisa verde o como decían nuestros abuelos: “Se beben la leche, pero maldicen la vaca”.

No se sabe cuál será el final de los Ortega-Murillo en la bella Nicaragüita, pero por pura casualidad me encontré en Puntarenas con una pitonisa o bruja que dijo llamarse Antonia, ser oriunda de Diriomo, Granada y que tenía 4 años de estar exiliada en ese puerto costarricense. Ella me contó que tuvo un sueño, seguramente premonitorio, en el que vio venir tres naves a Corinto, en las que venían unos cheles mal encarados que se llevaron a la familia Ortega-Murillo con destino desconocido. Concluyó diciéndome que ella le contó su sueño a un amigo que resultó ser un sapo sandinista y que la denunció.

Informaciones suministradas por varias reconocidas encuestadoras me indican que entre el 80 por ciento y el 85 por ciento de las poblaciones de Cuba, Venezuela y Nicaragua están en contra de los regímenes autoritarios que en sus países imperan y que más bien propugnan por el cambio democrático. La pregunta es: ¿Está preparada la oposición democrática nicaragüense para luchar hasta alcanzar dicho cambio? Lo interesante es que esas mismas poblaciones también están de acuerdo, en que los países que se vayan liberando, apoyen a los que siguen oprimidos, hasta que brille el sol de la libertad en todo el continente americano.

El autor es periodista y secretario general de la Asociación de Nicaragüenses en el Extranjero (ANE).

Opinión
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