La victoria electoral de Donald Trump, quien asumirá un segundo período en el Ejecutivo estadounidense en enero próximo, supone cambios en la política exterior de Estados Unidos. A Nicaragua específicamente le concierne la postura que tendrá la nueva Administración frente a regímenes dictatoriales en la región.
Grupos de oposición tienen expectativas sobre cuáles será las medidas, si es que las habrá. Pero todo incrementó luego del nombramiento del senador republicano Marco Rubio ―uno de los principales críticos de los regímenes dictatoriales latinoamericanos en Estados Unidos― como secretario de Estado de la administración Trump.
El presidente electo de Estados Unidos, al momento de confirmar a Rubio como secretario de Estado en su administración, aseveró que “es un líder muy respetado y una voz muy poderosa en favor de la libertad. Será un fuerte defensor de nuestra nación, un verdadero amigo de nuestros aliados y un guerrero valiente que nunca se rendirá ante nuestros adversarios”.
“Esta vez, Trump llegará empoderado, e incluso con ciertas iniciativas de venganza en el plano interno de Estados Unidos, lo que podría afectar las relaciones exteriores. Por eso creo que habrá cambios importantes y no será una repetición de su primer mandato, especialmente en América Latina, donde las relaciones podrían variar con Rubio en el Departamento de Estado”, consideró el especialista en relaciones internacionales costarricense, Carlos Murillo.
Según Murillo, el nombramiento de Rubio genera expectativas puesto que será el primer descendiente de cubanos que asuma un cargo de ese nivel.
Percepciones encontradas en la oposición de Nicaragua
Entre la oposición de Nicaragua existen percepciones encontradas sobre la victoria de Trump y la apertura que podría tener su nueva Administración hacia grupos opositores nicaragüenses. Por ejemplo, el opositor Luciano García, de ideología centro-derecha, considera que con la nueva Administración de Trump se gestarán golpes significativos a los regímenes dictatoriales como el de Nicaragua.
“La administración estadounidense, ahora con figuras clave como Marco Rubio en el Departamento de Estado, probablemente dará un giro completo en la política exterior, con una postura firme contra estos regímenes y sus aliados. Para la oposición nicaragüense, esta situación es una oportunidad. Aunque estamos divididos, este cambio en la política exterior de Estados Unidos puede ayudarnos a consolidar un proyecto común”, dijo García a LA PRENSA, a la vez que señaló que la Administración Biden fue menos fuerte hacia el régimen Ortega-Murillo.
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También aseguró que los que “repelen” a Trump por razones ideológicas, como su postura religiosa o su política de género, “tendrán que evaluar la conveniencia de trabajar con un líder de derecha”.
En opinión del opositor de tendencia de izquierda, Héctor Mairena, Trump ha dejado claras sus prioridades, que van de la mano con temas migratorios, el conflicto en Ucrania y Medio Oriente, y que de momento no ve que el tema de las dictaduras en Latinoamérica sea una de estas.
“No veo beneficio en particular para la oposición nicaragüense. Pero el consenso bipartidista en el Senado con relación a Nicaragua espero que se mantenga”, dijo Mairena y añadió que “en cualquier caso, corresponde a los nicaragüenses encontrar una solución a la crisis que vive nuestro país, logrando la salida de los Ortega-Murillo”.
Mairena también expresó que con ambos partidos estadounidenses existen canales de comunicación y que se ha planteado la necesidad de medidas más fuertes contra la dictadura de Nicaragua.
Oposiciones no deben poner todas sus esperanzas en Trump
Carolina Jiménez, presidenta de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (Wola, por sus siglas en inglés), tiene reservas sobre definir anticipadamente una postura de la Administración Trump hacia regímenes dictatoriales, puesto que considera que Trump es un “líder impredecible”, lo que a su consideración juega en contra de iniciativas democráticas.
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“Este estilo de gobernar quedó claro en su primera presidencia y debe tenerse en cuenta. Por ejemplo, en la Administración actual, Joe Biden mantuvo a Antony Blinken como secretario de Estado desde el principio. Trump, en cambio, tuvo dos secretarios de Estado (Rex Tillerson y Mike Pompeo), y su relación con el primero no terminó bien”, dijo Jiménez a LA PRENSA y señaló que la postura de Rubio también dependerá de los intereses de Trump.
Por razones como estas, Jiménez aseguró que ninguna oposición democrática “que lucha contra líderes autoritarios debería poner sus esperanzas en la política exterior de una potencia extranjera, y menos en la Administración Trump”.
La oposición deberá unirse sin importar quién gobierne
El costarricense Murillo consideró que una de las prioridades en la Administración Trump será trabajar con la oposición venezolana, pero que en el caso de Nicaragua el contexto es difícil, marcado, entre otras cosas, por la diversidad de narrativas y la aparente división entre grupos de oposición.
“La prioridad en este contexto será definir quién es el referente de la oposición en Venezuela. En Nicaragua, en cambio, no hay una oposición claramente reconocida ni que cuente con el apoyo de muchos gobiernos”, dijo Murillo, quien señaló que este ha sido uno de los retos del país centroamericano desde que el sandinismo perdió el poder en 1990.
Expectativa se hace sentir en regímenes
A consideración de Murillo, entre los regímenes de Nicaragua y Venezuela ya se percibió que habrá cambios. En el caso de Nicaragua, la dictadura Ortega Murillo saludó la jornada electoral de Estados Unidos, pero no mencionó al presidente electo Trump.
En el caso de Venezuela, el dictador Nicolás Maduro dijo el 7 de noviembre que quiere “un nuevo comienzo” en la relación con Trump para que esta sea ganar-ganar “y le vaya bien a Estados Unidos y le vaya bien a Venezuela”.
“Sin embargo, Rubio también enfrentará el reto de manejar la crisis humanitaria en Venezuela, que es un problema complejo. Rubio, quien vive en Florida, conoce bien la situación de la comunidad venezolana en el sur del Estado, y sabe que presionar demasiado al régimen podría agravar esa crisis humanitaria”, señaló Murillo.