Los medios oficialistas celebran con bombos y platillos el cumpleaños número 79 del dictador Daniel Ortega este 11 de noviembre. Sin embargo, con este nuevo cumpleaños el tirano nicaragüense se convirtió en el tercer jefe de Estado con más edad en el continente americano, después del presidente estadounidense, Joe Biden; y superado por días por el mandatario brasileño y otrora aliado político, Luiz Inácio Lula da Silva.
Dictadores como el ruso Vladímir Putin y el cubano Miguel Díaz Canel extendieron sus felicitaciones a Ortega.
"Le felicito a vuestra excelencia cordialmente con motivo de sus cumpleaños. En Rusia altamente aprecian su contribución personal en la construcción de las relaciones de la asociación estratégica entre nuestros países", dijo Putin en un mensaje difundido por los medios oficialistas.
Un recuento realizado por LA PRENSA señala que Da Silva supera en edad a Ortega solamente por 14 días, puesto que el mandatario brasileño cumplió 79 años el recién 27 de octubre.
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Por otro lado, el mandatario con menos edad es Daniel Noboa, presidente de Ecuador, y siguiéndole Gabriel Boric, presidente de Chile.
Ortega es el que lleva más tiempo en el poder
Pese a la edad, Ortega es el segundo mandatario que lleva más tiempo en el poder, superado por Ralph Gonsalves, primer ministro de San Vicente y las Granadinas y aliado del dictador, quien permanece en el cargo desde marzo de 2001.
El próximo 10 de enero, el dictador cumplirá 18 años consecutivos en el poder, divididos en cuatro períodos presidenciales y luego de tres fraudes electorales. Sin embargo, si se suman los cinco años que gobernó a partir de las elecciones de 1984, el dictador lleva en el poder 22 años.
Sus frecuentes y prolongadas ausencias, sumadas a su edad y su costumbre de aparecer preferiblemente de noche, han creado toda suerte de rumores en torno al estado de salud de Daniel Ortega.
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"Realmente más allá de la edad, porque creo que no debería haber impedimento para ejercer un cargo, el problema es cuánto lleva en el poder y cómo se ha mantenido en el poder", consideró el opositor Eliseo Núñez.
Transición
El Frente Sandinista, según críticos, se encuentra en "conteo regresivo" por el eventual deceso de Ortega, quien en apariencia no goza de vitalidad.
Ortega ha sido por casi 45 años la cara más visible del FSLN y, aunque sea un personaje que representa la guerra, la violencia y la discordia, ni sus más férreos críticos pueden negar que tiene una trayectoria política que lo ha posicionado como el único líder del partido sandinista, mientras que sus aspirantes a sucesores solo tienen reconocimiento por ser sus familiares.
Laureano Ortega Murillo, el hijo del dictador con mayor protagonismo en los medios oficiales, es el delegado para representar a su padre, nacional e internacionalmente, con los aliados más importantes de la dictadura, como son China y Rusia. En el caso de Rosario Murillo, desde el retorno de Ortega al poder en 2007, se convirtió en una voz de mando en la dictadura, en un comienzo a través del Consejo de Comunicación.
El 10 de enero de 2007, Ortega emitió el decreto 03-2007 que reformó el Reglamento de la Ley No. 290, Ley de Organización, Competencia y Procedimientos del Poder Ejecutivo y su reforma decreto no. 25-2006, en el que se creó el Consejo Nacional de Políticas Públicas, el Consejo Nacional de Comunicación y Ciudadanía y otros órganos de gobierno. En sus inicios, se convirtió en el primer eslabón del régimen orteguista para controlar los medios de comunicación de Nicaragua.
Pero Ortega tampoco permitió candidaturas presidenciales dentro del sandinismo. A mediados de los años 90 y a inicios del 2000 surgieron candidaturas alternativas como Vilma Núnez, Víctor Hugo Tinoco y Alejandro Martínez Cuenca, pero fueron eliminados.
El viaje al pasado de Ortega
Desde que Ortega regresó al poder en 2007 ha emprendido acciones que demuestran su interés por regresar al pasado, especialmente a la década de 1980. Aunque en los primeros años de gobierno el régimen “disfrazó” estas pretensiones, fue a partir de la crisis sociopolítica que estalló en abril de 2018 que se quitó la máscara.
Desde hace casi seis años regresaron las confiscaciones, la persecución a la Iglesia católica y la reaparición de algunos simbolismos, como las siglas del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en el costado este del cerro Motastepe y el cambio del Ministerio de Gobernación al Ministerio del Interior.