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Las misteriosas enfermedades de Daniel Ortega 

Insuficiencia renal crónica y lupus eritematoso son padecimientos que se cree padece Daniel Ortega, quien en noviembre cumplirá 78 años. Lo que se sabe con certeza es que ya sufrió un ataque cardiaco

Sus frecuentes y prolongadas ausencias, sumadas a su edad y su costumbre de aparecer preferiblemente de noche, han creado toda suerte de rumores en torno al estado de salud de Daniel Ortega. Esto es lo que se conoce sobre la situación médica del dictador nicaragüense. 

Corazón frágil 

En 1994 Daniel Ortega vivió un episodio que le cambiaría la vida: sufrió un infarto. Fue un ataque silencioso y solo se enteró de que lo había tenido porque se lo dijeron los médicos que lo atendieron durante un chequeo rutinario en Cuba. Los detalles se cuentan en el libro El Preso 198, un perfil de Daniel Ortega. 

Antes de eso, dice el libro, las comidas favoritas de Ortega eran el cerdo, los dulces y el helado, galones de sorbete Copelia que en los años ochenta recibía desde Cuba mientras Nicaragua pasaba por una grave escasez. Luego del infarto, Rosario Murillo tomó el mando de las rutinas de Ortega, pues su esposo le confió el control de sus hábitos, principalmente en alimentación y ejercicios, monitoreando incluso el lugar de procedencia de las verduras orgánicas que consume. 

Como la noticia del ataque cardiaco se hizo pública, ese año el líder del Frente Sandinista se abrió la camisa en la Asamblea Nacional, a fin de demostrarles a los periodistas que no había sido necesaria una cirugía a corazón abierto.

Ortega se abre la camisa en 1994 para mostrar que no hubo operación a corazón abierto.

Su delicada condición cardiaca, más la angina de pecho que desarrolló a consecuencia de ella, son los únicos padecimientos de Ortega que se conocen con certeza. Cuando se le ve caminar lento, con movimientos lerdos y el cuerpo inflamado, posiblemente se deba a la medicación a la que está permanentemente sometido. 

De acuerdo con El Preso 198, Ortega recibe ozonoterapia tanto en Cuba como en Nicaragua, pero el tratamiento no está relacionado con una enfermedad, sino que tiene intenciones preventivas. El episodio del infarto exacerbó su temor a la muerte y a no poder controlar su propia vida, algo que, irónicamente, lo llevó a depender más de Murillo. 

Miedo a la luz del sol 

En Nicaragua ya se ha normalizado, pero no es común que un presidente casi siempre realice sus actos públicos por la noche. Daniel Ortega tiene esa particular costumbre, que ha despertado sospechas sobre su estado de salud. 

El 27 de enero de 2009 el sacerdote Ernesto Cardenal (q.e.pd.) declaró a la agencia de noticias EFE que Ortega padece “una enfermedad sanguínea en su corazón que solo le permite tener una hora de sol al día”. “Por eso sus actividades públicas gubernamentales son por la noche, incluso los desfiles militares”, sostuvo Cardenal, ministro de Cultura durante el primer gobierno sandinista, en los años ochenta. 

Por otro lado, en el libro Unfinished Revolution (Revolución inconclusa), que desde 2010 se vende como biografía no autorizada de Ortega, el autor Kenneth Morris afirma que la enfermedad que aqueja al antiguo guerrillero sandinista es el lupus eritematoso. Esa teoría explicaría el porqué de su aparente aversión a la luz solar, pues quienes padecen esta condición suelen presentar fotosensibilidad, así como quemaduras en la piel expuesta a los rayos solares. 

“Entre el 40 y el 70 por ciento de las personas con lupus notarán que su enfermedad empeora por la exposición a los rayos UV de la luz solar o la luz artificial”, detalla el portal de la Fundación Lupus de América. Además, dice, “la luz UV también puede activar los brotes del lupus, desencadenando síntomas como fatiga, dolor en las articulaciones, hormigueo y entumecimiento”. 

Entre otras recomendaciones, se aconseja que las personas con lupus se expongan a la luz solar solamente de 15 a 30 minutos por día, evitando las horas de más sol. Además, deben usar prendas ligeras de manga larga y sombrero, algo así como las chaquetas y gorras de Daniel Ortega. 

Las enfermedades de Ortega sirvieron, entre otras cosas, para que Rosario Murillo administrara su vida.

Insuficiencia renal 

En abril de 2023 una noticia agitó las redes sociales. Daniel Ortega habría sufrido una recaída debido a la “insuficiencia renal crónica que padece”, alertaron varios medios luego de que el médico Richard Sáenz filtrara la información que “una fuente muy confiable” le facilitó. 

Antes de ser acosado por la dictadura y verse empujado al exilio, el doctor Sáenz era ginecólogo de la familia Ortega Murillo. Su relación profesional inició en agosto de 2014, cuando el médico fue convocado por la ministra de Salud para que practicara una cesárea en un hospital público que, extrañamente, estaba casi vacío y custodiado por muchos policías. Esa mañana trajo al mundo al nieto del hombre que pocos años después lo convertiría en un perseguido político, por haber atendido a víctimas de la represión a las protestas de 2018 y llevar medicina a comunidades indígenas afectadas por el Covid-19. 

Especialista en ginecología y obstetricia, Sáenz atendía a las mujeres de El Carmen, pero asegura que conoce el cuadro clínico de Ortega y que el dictador convive con problemas renales derivados del lupus eritematoso sistémico que padece desde hace muchos años, por lo cual se somete periódicamente a diálisis. Eso declaró el médico en abril de 2023 a Despacho 505. 

Según Sáenz, en su residencia en El Carmen Ortega tiene a su disposición un equipo médico conformado casi en su totalidad por especialistas extranjeros, además de un “hospitalito” equipado con tecnología que no está al alcance de la mayoría de los nicaragüenses. 

Mientras se carezca de una confirmación oficial, los problemas renales del dictador también son conjeturas. Lo que no es un rumor es que en febrero de este año el régimen de Ortega canceló la personería jurídica de la Asociación de Enfermos de Insuficiencia Renal Crónica Nuevas Esperanzas, una de las más de 3 mil organizaciones eliminadas por la dictadura desde 2018. 

Nunca salió de la cárcel

Además de sus padecimientos físicos, Daniel Ortega sufre de condiciones mentales. En 1987 él mismo reconoció, en entrevista con la Revista Playboy, que luego de pasar siete años en la cárcel (1967-1974), había quedado sufriendo de claustrofobia. 

“Me sentí tenso en libertad, claustrofóbico. La pasé muy mal. Si entraba a un cuarto, quería salir inmediatamente. Si iba en un carro, comenzaba a sentirme desesperado. Era como si la celda estaba siempre conmigo”, confesó. 

Sus conocidos aseguran que es un hombre de costumbres más bien ermitañas, con pocas habilidades sociales y tendencia al aislamiento. Además, en diversas publicaciones especialistas en salud mental han identificado en él rasgos de narcisismo y Síndrome de Hubris, trastorno que se caracteriza por “un ego desmedido y desprecio por las opiniones y necesidades de los demás”.

La Prensa Domingo

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COMENTARIOS

  1. Hace 10 meses

    Según el último párrafo Ortega es un psicópata. El sujeto tiene una alteración de su personalidad caracterizada por el narcisismo, la impulsividad y las conductas de control y manipulación. Además, el no tiene empatía lo cual significa que Ortega no posee la capacidad de comprender y compartir los sentimientos de los demás, la empatía nos permite ver las cosas desde la perspectiva del otro en vez de la nuestra. En buen nicaragüense: Le vale verga tu dolor o tu pérdida.

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