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Para que los familiares de Eliseo Castro Baltodano, de 61 años, puedan atenderlo en una cama del Hospital Lenín Fonseca, primero deben pedirle permiso a los guardas del Sistema Penitenciario que lo custodian día y noche. Ellos autorizan que le den de comer, que le cambien su ropa interior, que lo bañen, y hasta que tome sus medicinas, según relata una fuente allegada a la familia y que solicita no ser mencionada.
Castro fue detenido por la Policía el 11 de septiembre de 2019 por participar en las protestas contra el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Dos años después de permanecer en La Modelo, bajo golpizas y malos tratos, sufrió un derrame cerebral que lo dejó postrado en una cama de hospital.
“Él quedó parapléjico. Las consecuencias del derrame fueron desastrosas para su salud”, dice su abogada defensora Yonarqui Martínez. “A él prácticamente lo han estado manteniendo. Detenido, supervisado, pero cuando te digo manteniendo es con las medicinas, pero no es que esté bien atendido”, agrega.
Los familiares han intentado de todo para que liberen a Castro y puedan cuidar de él en su casa, pero todos los intentos han sido infructuosos. Incluso han pedido el cambio de régimen carcelario a convivencia familiar, sobre todo después de que la familia supiera que él iba a ser liberado con el grupo de los 222 presos políticos, el 9 de febrero de 2023, pero fue rechazado por las autoridades de Estados Unidos, según dijo el dictador Daniel Ortega en un discurso.
Ortega mencionó que su dictadura presentó inicialmente una lista de 228 presos políticos que serían desterrados hacia Estados Unidos. “La primera respuesta que nos dieron ante esta lista, que era la lista original con 228, nos responden que de la lista ellos no aceptan a cuatro prisioneros que están por diversos delitos”, dijo el dictador y mencionó sus nombres: Walder Antonio Ruiz Rivera, José Manuel Urbina Lara, Jaime Enrique Navarrete Blandón y Eliseo de Jesús Castro Baltodano.
Otros dos se negaron a subir al avión, que fueron el obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez y un exfrancotirador de la Policía llamado Fanor Ramos.
En el caso de Castro Baltodano, que para entonces ya estaba convaleciente debido al derrame cerebral sufrido en 2021, Ortega dijo que Estados Unidos lo rechazó porque había sido deportado de ese país en 2006, tras haber cumplido una condena de ocho años y tres meses por agresiones contra una mujer.
La fuente cercana a la familia asegura que Castro Baltodano sí estuvo en Estados Unidos durante varios años, pero “desconozco si estuvo preso de verdad”.
Lo llevaron tarde
Cuando los funcionarios del Sistema Penitenciario llevaron a Castro Baltodano al Hospital Lenín Fonseca, el 13 de septiembre de 2021, un médico los regañó:
—¿Y por qué lo trajeron hasta ahorita? —preguntó el doctor.
—Es golpista —respondió un guarda.
El médico no siguió diciendo más y se limitó a atender a Castro.
La familia solo se dio cuenta que Castro Baltodano estaba en el hospital después de que los funcionarios del Sistema Penitenciario los llamaran, el 14 de septiembre. “Cuando la hija llegó al hospital, la mandaron al penal para que pidiera permiso para verlo y ahí tuvo que ir la pobre mujer a pedir el permiso primero al penal para que la dejaran visitarlo, y después fueron con ella”, comenta la fuente.
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Castro Baltodano estaba “irreconocible”. Había perdido mucho peso y no podía valerse por sí mismo debido al derrame que sufrió. Los guardias le autorizaron a la familia que se quedara una persona cuidándolo, la cual debía darle de comer alimentos líquidos, cambiarle el pamper porque tampoco era capaz de hacer sus necesidades por su cuenta, y de asistirlo en todo lo que necesitara.
Para aquellos días, Martínez solicitó la valoración de un forense de Medicina Legal, la cual fue hecha el 30 de septiembre de 2021, “pero nunca nos dieron copia de ese dictamen”, comenta la abogada.
Los funcionarios del Sistema Penitenciario decidieron dejar a Castro detenido en el hospital, en la cama 204 de la sala de varones. “Saben que no pueden tenerlo en una celda y que a pesar de su condición bien puede estar en su casa con su familia. ¿Por qué no lo liberan? Yo me pregunto si a este hombre lo hubieran mandado a Estados Unidos, ¿cómo iba a hacer si no puede ni valerse por sí mismo?”, señala la fuente.
Martínez, por su parte, comenta que “el penal no le puede dar condiciones a él y por eso lo han mantenido en el hospital”. Con el tiempo, Castro desarrolló una infección renal, además de alergias que la familia cree que han sido reacciones a algunos medicamentos. En el hospital ni siquiera había una silla de ruedas para movilizarlo y la familia tuvo que conseguir una por su cuenta.
Dolores de cabeza
Yonarqui Martínez recuerda que los padecimientos de Castro Baltodano empezaron a notarse desde una vez que se desmayó en los juzgados. “Se me desmayó en la sala. Yo llegué y me informaron que estaba mal, con dolores de cabeza, que iban a atenderlo y nunca lo atendieron”. Después, el hombre se desmayó.
La abogada también señala que su defendido se quejaba constantemente de fuertes dolores de cabeza, producto de su hipertensión y el calor de las celdas, y en el Sistema Penitenciario nunca le dieron atención médica.
Por su parte, la fuente allegada a la familia también indica que Castro estuvo dos años en La Modelo recibiendo golpizas y malos tratos, y desde antes que sufriera el derrame cerebral en septiembre de 2021, Castro venía sintiendo malestares, como dolores en el brazo, el cuello y padecimientos propios de su hipertensión.
En noviembre de 2020, Castro fue llevado de emergencias desde el penal al Hospital Yolanda Mayorga de Tipitapa. “Se desmayó y perdió el conocimiento. Lo tuvieron hospitalizado unos días y después lo llevaron de regreso a La Modelo”, relata la fuente, hasta que sus malestares lo llevaron a sufrir el derrame cerebral que lo dejó postrado en una cama de hospital un año después.
“El derrame fue consecuencia de la falta de atención médica adecuada y oportuna”, comenta la abogada Martínez.
Hasta la fecha, Castro Baltodano es uno de los presos políticos que tiene más tiempo de estar detenido. Lo encarcelaron en septiembre de 2019 cerca de su casa en el parque de la Colonia Maestro Gabriel, en Managua. Él se ganaba la vida dando clases de inglés a domicilio y había participado en las protestas de 2018.
Tras su detención, fue condenado a seis años de cárcel por fabricación, tráfico, tenencia y uso de armas restringidas. Además, deberá pagar 350 días multa, que son unos 21,835 córdobas.
Junto a Castro Baltodano fue detenido y acusado Kevin Antonio Zamora, quien sí fue desterrado en 2023 hacia Estados Unidos, mientras que el régimen mantiene a Castro cumpliendo pena en un hospital.
Castro terminará de cumplir su condena el 21 de septiembre de 2025, pero su abogada Martínez teme que el régimen pueda inventarle un nuevo delito y que le nieguen su libertad.