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Nicaragua en el nuevo orden mundial

La semana pasada se conoció la noticia de que Laureano Ortega Murillo se reunió con altas autoridades gubernamentales de Rusia. Actuando como representante oficial del régimen sandinista de Nicaragua, el hijo de la pareja gobernante habló con los dirigentes rusos sobre acuerdos para reforzar planes conjuntos de seguridad, “frente a los intentos de las revoluciones de color”. Es decir, planes contrarrevolucionarios.

“Revoluciones de color” llaman los gobernantes rusos a los movimientos cívicos de protesta contra los regímenes autoritarios y en demanda de cambios democráticos.

También hablaron los representantes gubernamentales de Rusia y Nicaragua, según las informaciones, sobre la formación del Nuevo Orden Mundial que es promovido por Rusia y China con el fin de desplazar a Estados Unidos y la Unión Europea del liderazgo internacional.

Al parecer el régimen sandinista de Nicaragua quiere demostrar que “escupe en rueda” con las grandes potencias autoritarias que están empeñadas en crear un nuevo mundo que llaman multipolar.

El concepto de Nuevo Orden Internacional fue utilizado por primera vez por el presidente de Estados Unidos (EE. UU.), Woodrow Wilson (1913-1921), que al finalizar la Primera Guerra Mundial propuso la creación de la Sociedad de las Naciones. Esta fracasó, pero de todas maneras fue la antecesora de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) constituida en 1945.

El concepto de Nuevo Orden Mundial fue utilizado nuevamente para la fundación de la ONU en 1945, y previamente con la adopción en 1944 de los Acuerdos de Breton Woods que determinaron la arquitectura financiera y económica mundial que estuvo vigente hasta principios de los años 70 del siglo pasado.

Posteriormente, los presidentes de EE. UU. y la Unión Soviética, George H.W. Bush y Mijaíl Gorbachov respectivamente, a mediados de los años 80 del siglo pasado recuperaron el concepto de Nuevo Orden Mundial para definir la naturaleza de las relaciones internacionales y el espíritu de cooperación entre las grandes potencias en las nuevas condiciones del mundo, al terminar el período de la Guerra Fría. China aun no escupía en la rueda de las grandes potencias mundiales.

Sin embargo, con el fracaso de la democratización de Rusia y el establecimiento del régimen autocrático de Vladímir Putin, y con la irrupción de China comunista como nueva gran potencia mundial, los líderes rusos y chinos planearon impulsar la creación de un Nuevo Orden Mundial que sea hegemonizado por ellos y ponga al Occidente democrático en la condición de subordinado.

Sin duda que en la actualidad es posible y necesario un Nuevo Orden Mundial. Pero uno que sea sustentado en los valores de la libertad, la democracia, el respeto a los derechos humanos y la equidad en las relaciones internacionales. No el que quieren imponer Rusia y China, fundado en el autoritarismo y sus intereses hegemonistas y expansionistas.

La lucha entre la libertad y el despotismo, entre la democracia y la dictadura, entre el bien y el mal, ha determinado siempre la existencia humana y el curso de los acontecimientos globales. Y los sigue determinando, ahora por los desafíos cada vez más ominosos de China y Rusia.

Editorial
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