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Una foto del parque Luis Alfonso Velásquez construido a inicio de los años ochenta en medio de lo que fue el perímetro de la vieja Managua, destruida por el terremoto de 1972. En esta imagen se observan algunos edificios de esa vieja ciudad, que nunca resurgió, quedando como testigos siniestros de ese fatal día. Foto: Archivo LA PRENSA.
Managua, la ciudad fantasma de los años ochenta
El hambre pululaba en la ciudad que seguía creciendo de forma desordenada alrededor de su cadavérica capital. Abordar una unidad de bus era una acción de acrobacia y se respiraba el aire de la guerra que bajaba de las montañas.
Cuando los guerrilleros sandinistas asaltan el poder al último Somoza la ciudad capital conservaba parte de los escombros del terremoto de 1972 como si fueran los esqueletos de un cadáver. En esa fecha y con todo el cuento que traían los dirigentes revolucionarios de construir una nueva Nicaragua se pensó en una reconstrucción completa de la capital, pero lamentablemente no fue así.
El primer proyecto habitacional que se construyó en Managua fue el barrio José Isaías Gómez conocido popularmente como “La Rebusca”. Era uno de los barrios más humildes de los años setenta y en 1980 se entregó ese complejo habitacional. Luego siguieron Batahola Norte y Batahola Sur en 1981, por último “Las Palomeras” en el antiguo barrio San Antonio en 1982.
Luego de esos proyectos habitacionales Managua no vio otro crecimiento urbanístico ni habitacional. Todo lo contrario. Se quedó entumida y empezó a convertirse en un gran “pueblón” donde se apreciaban sus edificios terremoteados en el centro de la antigua capital, monte con ganado pastando y rodeado de murales alusivos a “la revolución”. Otro proyecto que se logró fue la construcción del parque Luis Alfonso Velásquez Flores que ocupaba parte de la zona destruida de la vieja Managua.
La guerra se intensificó y con ella vino el bloqueo económico y comercial impuesto por los Estados Unidos. Esto contribuyó a que la capital tomara aires de un pueblo fantasma y aburrido.
Solo existía un centro comercial, el famoso Camino de Oriente, que ofrecía variedad de entretenimiento y nació después del terremoto de 1972. En ese lugar estaban las dos únicas discotecas de élite del Managua de los años ochenta que eran el Lobo Jack y el Infinito, otras no lograron sobrevivir por la crisis de esa década como fueron Xanadú y Don Max situadas donde actualmente es la Plaza Centroamérica.
Otras discos corrieron la misma suerte como El Faro, en reparto Las Palmas, y Casa Blanca en Camino de Oriente. A inicios de los ochenta surgieron cuatro discotecas que sobrevivieron toda la década, como la Pink Panter, en Bello Horizonte, detrás de la rotonda del mismo nombre; El Tom Vic, frente al mercado Roberto Huembes; la Tom Cat, en el centro comercial de la Primero de Mayo; y una que era de las más humilde y de toda la barriada que se llamaba Rimayo, ubicada frente al complejo Conchita Palacios. En resumen solo existían seis discotecas para toda la capital.
La ropa de importada era escasa y la gente se vestía por ropa producida por la empresa nacional del vestuario llamada ENAVES donde se producían jeans, camisas y camisetas. Igualmente se producía una pasta dental llamada DENTEX. Luego todos los productos de consumo humano fueron reemplazados poco a poco por productos traídos de Cuba o de los llamados países socialistas de la antigua Unión Soviética, desde alimentos, juguetes, electrodomésticos, equipos agrícolas, vehículos, tecnología, literatura y hasta el entretenimiento.
Era una Managua donde para abordar una unidad de transporte colectivo se pagaba con fichas plásticas de color rojo. Muchas de estas fichas eran para el control del subsidio que daba el Estado a sus trabajadores, pero al igual que el transporte urbano y rural se viajaba prácticamente colgado de los buses, haciendo malabares para no caer. Los restaurantes de comida rápida como los McDonald’s fueron reemplazados por unos nacionales llamados “Pescafritos” para promover el consumo de mariscos en la población.
En esa misma década nacen las discos móviles, que eran efectos de luces y sonidos portátiles para llevar la fiesta a cualquier lugar. La primera disco móvil salió de una emisora radial en FM que se llamaba Estéreo Azul, que estaba en Bello Horizonte y debutó en el colegio Liceo Franciscano en 1983. Luego salieron varias más, pero hubo una que fue la del primer lugar: “Ovni Discoteq”. Podía perfectamente estar amenizando en varios lugares a la vez, por lo novedoso de su tecnología con sonido laser y efectos de luces. A esto se le sumaba el mejor DJ de Nicaragua que era Alex Vanegas.
Managua todos los días amanecía inundada con música revolucionaria, imágenes, afiches al sandinismo, un aburrido noticiero sandinista de tres emisiones a diarias. Muchas personas ignoraban ese adoctrinamiento para tener esparcimiento con la familia en Managua: El Trapiche, Tiscapa y Xiloá.
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