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Nolan Cruz, el segundo bateador del Estelí que conecta 1,000 imparables. LA PRENSA/SCARLETT RODRÍGUEZ

El detalle especial que impactó a Nolan Cruz tras haber llegado a 1,000 hits en el beisbol nacional

Apolinar Cruz se convirtió en un factor determinante a través de la carrera de este jugador que espera convertirse después en entrenador

Hasta los 16 años, Nolan Cruz era un fanático más en el estadio de beisbol de Condega. A pesar de su enorme pasión por el juego, a sus papás le interesaba más que estudiara y así se mantuvo hasta que en una ocasión Apolinar Cruz lo vio jugando y logró la autorización de su familia para llevárselo a entrenar a a Palacagüina y lo insertó en las ligas juveniles.

“Los papás siempre piensan en el futuro de sus hijos y los míos deseaban que continuara en las clases, pero yo quería ser pelotero y aunque comencé a jugar tarde, creo que no me ha ido mal”, señala Cruz, quien el pasado domingo en Estelí, se convirtió en el jugador número 73 en la historia del beisbol nacional que aterriza en la pista de los 1,000 hits.

A través de un doblete hacia el bosque izquierdo contra el lanzador de los Mineros, David García, Nolan llegó a los 1,000 cañonazos, convirtiéndose en el cuarto norteño que lo logra. Antes lo habían conseguido, precisamente, Apolinar Cruz, Moisés Flores y Ramón Flores (hijo). Junto a Moisés, son los primeros que lo alcanzan con el uniforme de Estelí.

“Moisés, quien además de ser mi mánager es mi primo, me había aconsejado que luego de llegar a los 999 hits, le hiciera swing duro a la bola para ver si conectaba un jonrón como lo hizo él cuando llegó a 1,000 imparables, pero no pude. Lo más, fue un doble”, señala con cierta resignación en su voz Cruz, un receptor de 34 años y 16 temporadas en el beisbol.

A los 18 años, es decir, dos después de haber iniciado su vínculo al beisbol de una manera más seria, saltó a Primera División con Estelí. Era la temporada del 2009, pero como solo bateó .227 aquel año, no lo dejaron ni en la reserva del equipo del 2010. Y ahí nuevamente apareció Apolinar Cruz, quien se lo llevó a Las Segovias y lo instaló como su receptor titular.

“Por ese vínculo que tuve con ‘Polín’ es que mucha gente y varios cronistas deportivos creyeron que era mi papá y así lo decían en las transmisiones. Sin embargo, mi papá es Francisco Javier Cruz y ha sido una persona muy importante en mi vida, al igual mi mamá Amalia Guevara. También lo fue ‘Polín’, quien nos entrenaba y nos aconsejaba bastante”, recuerda.

Para el 2011 se estableció lo de la regionalización en el beisbol y Nolan tuvo que regresar al Estelí, con tanta suerte que ese año fueron campeones nacionales por primera vez al barrer 4-0 a la Costa Caribe con un plantel sólido que en el camino se reforzó y llegó a tener a Justo Rivas, Mario Holmann, Juan Oviedo y Carlos Pérez Estrella, entre otros.  

“Estoy agradecido de la carrera que he tenido. Dios me ha regalado muchas satisfacciones. Y aunque mucha gente habla de los 1,000 hits, yo le doy gracias a Dios que he podido estar detrás del home como receptor en más de 1,000 juegos y ser útil y eso se logra solo teniendo salud”, señala Cruz, uno de los pocos cátcheres que supera la barrera de los 1,000 hits.

¿Y te dieron algún reconocimiento por tu hit 1,000?

“Por ahora no me han dado nada, pero me dijeron que me darán algo en el próximo juego. Vamos a ver qué pasa. A lo mejor me dan mi plaquita. Pero entre los detalles que más me han alegrado, fue recibir un mensaje de mi papá en un grupo de WhatsApp que tenemos la familia y dijo que estaba orgulloso del ser humano que soy y eso alegró mi corazón”, señala el receptor.

Al menos en ocho de sus 16 temporadas, Cruz ha bateado sobre los .300. Fue convocado a la Preselección Nacional en varias ocasiones y en dos oportunidades hizo el equipo, pero le dolió mucho cuando lo dejaron fuera del plantel que fue al Preclásico Mundial en Panamá en 2015 y pese a haber bateado bien, le dijeron que no había problemas con su pasaporte.

“Eso me dolió mucho porque había tenido un buen desempeño y junto a Janior Montes nos sentíamos muy seguros, pero de pronto me dejaron fuera y eso me desanimó. Luego estuve en unos Centroamericanos y después me quedé jugando en el Pomares y la Profesional. Y la verdad es que estoy agradecido con lo que he hecho”, asegura el receptor.

Al igual que Moisés, Nolan es originario de la comarca San Ramón, en Condega, Estelí. Y asegura que la gente de su pueblo está contenta con los logros que ambos han conseguido en sus carreras. Y cuando se le consulta qué hará en su futuro, afirma que desea ser entrenador. Y para eso se ha preparado. Incluso, ha hecho dos viajes a la Universidad de Arkansas, EE.UU., con ese fin.

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