Todos los países del mundo se enfrentan a una multitud de desafíos y deseos contrapuestos para el futuro. Idealmente, nos gustaría abordarlos a todos. Pero la escasez de recursos hace que en la vida real debamos establecer prioridades.
Decir que algunas cosas son prioritarias es controvertido porque también significa decir que muchas otras no lo serán. Por eso muchos políticos evitan establecer prioridades explícitas y prefieren aparentar que pueden intentar hacerlo todo.
Globalmente, este enfoque se ha consolidado en los llamados Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Se trata de promesas firmadas por los países para lograr casi literalmente todo lo bueno imaginable para el 2030. A lo largo de 169 prolijas metas, el mundo ha prometido erradicar la pobreza extrema y el hambre, acabar con el sida, la tuberculosis y la malaria, poner fin a las guerras, el cambio climático y la corrupción, mejorar la educación y la atención sanitaria, proteger la biodiversidad, reducir la inequidad, proporcionar empleo para todos e incluso promover el turismo sostenible y aumentar los parques urbanos para discapacitados.
Debido a la dificultad para priorizar estos objetivos, las organizaciones de desarrollo, los contribuyentes y los gobiernos han repartido el dinero entre todas estas áreas. En consecuencia, el mundo no está cumpliendo con cada una de sus promesas. Afortunadamente, cada vez más gobiernos y organizaciones se están concentrando en lo que realmente podría funcionar entre tantas promesas.
Junto con el grupo de expertos del Copenhagen Consensus y muchos de los economistas más destacados del mundo hemos trabajado para preguntar qué políticas, entre las muchas promesas, podrían lograr el mayor beneficio. Nuestras conclusiones, revisadas por expertos, están disponibles gratuitamente, y también pueden leerse en el libro Lo que sí funciona. Este trabajo ofrece una hoja de ruta de las 12 iniciativas más eficaces para los políticos de todo el mundo.
Una de las soluciones más fenomenales es mejorar el aprendizaje en la escuela primaria utilizando tabletas con software educativo durante una hora al día. Esto hace que cada alumno aprenda mucho más rápido porque la tableta enseña exactamente al nivel que se adapta a cada alumno.
Cuando trabajamos con la Comisión Nacional de Planificación de Malawi, los economistas identificaron este enfoque como una de las mejores políticas para Malawi. Aunque los recursos son escasos, los estudios demostraron que cada dólar gastado en enseñar mejor a los alumnos con tabletas reportaría la asombrosa cifra de 106 dólares de mayor productividad a largo plazo. Esta es una de las razones por las que el gobierno decidió concentrar drásticamente los recursos en esta política. Malawi ya ha puesto a casi medio millón de niños frente a tabletas educativas, y el objetivo es llevar el aprendizaje adaptativo en tabletas a los 3.5 millones de niños de los cuatro primeros cursos en esta década.
Las tabletas no son la única opción. En la India se ha adoptado una solución más barata y menos tecnológica: las escuelas alternan las clases de los alumnos durante una hora al día para que todos vayan a la clase que corresponde a su nivel real de aprendizaje. Esto puede dar lugar a algunas interacciones sociales incómodas con niños de diferentes edades, pero al no necesitar nuevas tecnologías también es mucho más barato. Se ha demostrado que un año de este método equivale a dos años de escolarización normal.
Enseñar a los alumnos según su propio nivel es increíblemente eficaz y está recibiendo cada vez más atención; por ejemplo, Colombia está probando este enfoque, concebido para mejorar la alfabetización en comunidades de bajos ingresos y escuelas rurales.
Del mismo modo, la administración pública en línea puede aumentar drásticamente la eficiencia. Al trabajar con la Comisión Nacional de Planificación del Desarrollo de Ghana, la investigación demostró el poder de la digitalización para agilizar la burocracia y reducir los tiempos de espera y la incertidumbre de los ciudadanos. Los gobiernos locales de Ghana, que son responsables de las infraestructuras y la prestación de servicios, siguen dependiendo de las transferencias del gobierno central para financiar su desarrollo, generando solo aproximadamente el 20 por ciento de su presupuesto total con recursos propios. Una recaudación de ingresos racionalizada y digitalizada puede mejorar su autonomía. La digitalización de las tasas sobre la propiedad y las empresas puede hacer que la recaudación de impuestos sea mucho más eficiente, y esto ayudará a los municipios a prestar los mejores servicios posibles a los ciudadanos. Calculando tanto el costo como el tiempo y el dinero ahorrados, cada dólar gastado en esta intervención produce un rendimiento casi nueve veces superior.
Otros países también están dando prioridad a la digitalización, por ejemplo, poniendo todas sus compras en línea, lo que se denomina contratación electrónica. Dado que los gobiernos son a menudo el mayor comprador del país, y la contratación pública suele ser muy corrupta, unas transacciones más transparentes pueden aportar menos corrupción y más valor por el dinero del contribuyente. Brasil ha cambiado a un sistema de contratación electrónica que ha sido reconocido por reducir las pérdidas por soborno, mientras que la reforma de Indonesia ha dado lugar a una “disminución significativa” de la corrupción. La contratación pública electrónica se ha implantado recientemente en Ghana y está en marcha en Malawi.
En todo el mundo existe un enorme potencial para que más países identifiquen y prioricen las políticas que ofrecerían el mayor impacto por cada dólar. En lugar de pretender conseguirlo todo para todos, prometiendo todo lo bueno, tenemos que cambiar a un enfoque más claro e inteligente: no podemos hacerlo todo, así que deberíamos empezar por las políticas que conseguirían el mayor beneficio por cada dólar invertido.
Los autores: Bjorn Lomborg es presidente del Copenhagen Consensus Center. Kodjo E. Mensah-Abrampa es director general de la Comisión Nacional de Planificación del Desarrollo de Ghana. Y Thomas Chataghalala Munthali es director general de la Comisión Nacional de Planificación de Malawi.