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Sandino, ¿héroe o villano? (4)

¿Cómo hubiese gobernado Sandino, si hubiera conquistado el poder? No ocurrió (¡gracias a Dios!), pero tomarlo fue un anhelo que manifestó varias veces. En una carta del 22 de febrero él mismo responde la pregunta: “Posiblemente que nosotros llegaremos a tener la oportunidad de controlar militar, civil y religiosamente a nuestra República. En aquellos felices días para nuestro pueblo tendrá lugar entre nosotros un análisis de todo lo que nos estorbe para el progreso humano, y eso será barrido por nosotros con escobas de bayonetas”.

Es claro; cualquier, estorbo, cualquier oposición, la hubiera barrido con bayonetas; es decir, con sangre. Sandino nunca fue un demócrata. Su personalidad y mesianismo lo hacían un hombre con vocación totalitaria. Quería extirpar de la faz de la tierra a todos los conservadores y no ocultaba su odio y deseos de muerte hacia sus enemigos. Sus escritos, cargados de insultos y maldiciones, revelan una psiquis violenta e intolerante. En 1921 tuvo que huir del país tras herir de bala a su vecino Dagoberto Rivas. Un sobrino de su madre, Ulises Calderón, recuerda cómo en una de sus visitas un gato se subió a la mesa. Entonces Sandino “sacó su machete y le cortó la cabeza, causando miedo en su madre...”

Sus ideas o filosofía eran una amalgama de creencias esotéricas. En 1929, durante su estadía en Méjico, se afilió a la “Escuela Magnético Espiritual de la Comuna Universal”, un culto que conceptuaba a la electricidad como “la fuerza omnipotente de todo lo creado”, y tenía elementos de espiritismo, reencarnación, teosofía y milenarismo. En una carta a Abraham Rivera, en 1931, Sandino le hablaba de la creación del mundo afirmando, entre otros muchos dislates, que el primer hombre había venido de Neptuno. No creía en Dios y gradualmente sintió que las fuerzas magnéticas del universo lo habían elegido para ser el prócer liberador de Latinoamérica. La admiración que recibió en el exterior por su lucha contra los marines inflamó más su ego al extremo de publicar, en 1929, su “Proclama Bolivariana”, un disparatado documento en que proponía a los 21 países de la región la creación de un ejército latinoamericano de 5,250 soldados, y 44 propuestas más propias de una mente con delirios de delirios de grandeza y otros desequilibrios. (Se puede leer en el libro de Sergio Ramírez, El Pensamiento Vivo de Sandino. Es divertido).

Sus fantasías calenturientas lo llevaron a exageraciones monumentales. En una de sus entrevistas, en Méjico, afirmó que a los yankis “nuestras balas y machetes les han costado diez mil hombres”, (el doble que desembarcó durante toda la intervención). De acuerdo con estadísticas del Departamento de Estado (USA), los marines tuvieron 47 muertos en toda la contienda. La prosaica realidad es que la mayoría de los combates los perdió Sandino y que sus tropas nunca constituyeron una amenaza seria ni para ellos ni para el gobierno liberal. Con todo, uno de los mitos más creídos es que su ejército “victorioso” derrotó a las tropas yanquis. Lo único que logró militarmente fue que no lo atraparan, circunstancia que facilitó la geografía selvática y la falta de comunicaciones del país. De haber vencido al bien equipado ejército de marines el general probablemente hubiese tomado el poder. Otro dato que contradice su visión triunfalista es que cuando aceptó desarmarse sus tropas entregaron 307 rifles y 3,129 tiros. ¿Con eso podría haber derrotado a los yankis?

Los marines se fueron gradualmente desde 1929 en la medida en que las operaciones militares fueron asumidas por la recién creada Guardia Nacional, a tal punto que para 1930 dejaron de combatir. Para mediados de 1932 sólo quedaban 753. El 2 de enero de 1933 partió el último. Ida la intervención, objetivo oficial de la lucha de Sandino, el país entero esperaba el fin de las hostilidades. Pareció que ocurriría cuando, en febrero de 1933, llegó a Managua en medio de un gran regocijo para acordar su desarme. Entregó un puñado irrisorio de armas, se retrató con Somoza y todo parecía sonreír. Se creó así otro mito: que Sandino llegó a la capital en son de paz. Como veremos en la próxima entrega, era otra su agenda.   

El autor fue ministro de educación y es autor del libro “Buscando la Tierra Prometida, historia de Nicaragua 1492-2019”, en el cual se abordan estos temas en más profundidad. Está disponible en librerías locales y en Amazon.

COMENTARIOS

  1. Hace 2 meses

    Creí que había dicho que el #3 era su último artículo acerca de Sandino, para mí sí lo fué.

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