Este 21 de febrero de 2024 honramos como todos los años la memoria de Augusto C. Sandino, el General de Hombres Libres que hace 90 años fue fusilado por orden del jefe de la Guardia Nacional de Nicaragua, general Anastasio Somoza García
Sandino fue asesinado cuando se encontraba en Managua en plan de paz, después de haber librado una victoriosa guerra contra la ocupación armada del Ejército de Estados Unidos de América, desde 1927 hasta el 1 de enero de 1933 cuando las fuerzas militares invasoras abandonaron el territorio nacional.
Pero no todos los nicaragüenses honran la memoria de Sandino. Lo hacen por sus particulares intereses y fines los seguidores del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y los partidarios del actual régimen que se autoproclama como legítimo heredero y representante único del legado de Sandino. Pero también con sinceridad muchos nicaragüenses patriotas, demócratas y amantes de la libertad, guardan respetuosamente en su memoria la gesta patriótica de Sandino.
En los avatares de la turbulenta historia política nacional la imagen de Sandino ha sido manoseada y distorsionada con fines sectarios y egoístas. De allí que la extrema polarización ideológica que caracteriza la actualidad política del país no sea solo entre dictadura y democracia, sino también entre sandinismo y antisandinismo.
Nosotros honramos la memoria de Sandino sin prejuicios ni intereses particulares. Lo hacemos por lo que Sandino fue y significó realmente, tal como lo precisó el doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal (PJChC). “Sandino —escribió el director mártir de LA PRENSA— es el más grande héroe de nuestra patria en los tiempos modernos, y su memoria debe ser guardada con cariño en el corazón de todo nicaragüense”.
Guardar con cariño en nuestros corazones la memoria de Sandino, como lo aconsejó PJChC, no significa en modo alguno ser partidarios del Frente Sandinista de Liberación Nacional ni de su régimen autoritario, el cual, precisamente por ser lo que es no puede representar a Sandino, quien jamás fue partidario de ninguna dictadura o poder autoritario; y mucho menos de un régimen procomunista totalitario, como lo dejó expresamente dicho en sus escritos.
Hay quienes consideran que el pensamiento de Sandino, que escribió en numerosas cartas, constituye una ideología. O sea, un sistema de ideas, creencias y valores filosóficos y políticos sobre la persona humana y los fenómenos sociopolíticos e históricos.
Sin embargo, para el doctor Chamorro Cardenal, y consiguientemente para nosotros, no era una supuesta o real “ideología sandinista” lo que importaba. Lo importante era y es el hecho histórico de que Sandino luchó armas en mano y por patriotismo contra la intervención militar yanqui. Y cuando se marcharon los invasores “Sandino se dispuso a deponer las armas”, como lo destacó PJChC en el editorial de LA PRENSA titulado El aniversario de Sandino, del 21 de febrero de 1970.
Por otra parte, “no es verdad que Sandino haya sido comunista, sino nacionalista”, escribió PJChC, de manera categórica, en otro editorial que tituló Sandino Nacionalista Pero Nunca Comunista y publicó en LA PRENSA del 23 de febrero de 1963.
El doctor Chamorro Cardenal —como si estuviera escribiendo hoy para la realidad actual de Nicaragua— subrayó en aquel mismo editorial que “Sandino fue un producto puro de nuestra tierra, muy diferente de los productos que exporta Rusia o China, y como tal, debemos levantar su figura y tener presente su recuerdo”.
Queda muy claro, pues, por qué honramos legítimamente y con autenticidad moral la memoria de Sandino, lo que no pueden hacer quienes han pretendido aprovechar para fines innobles el legado del “más grande héroe de nuestra Patria”, como justamente lo calificara el doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal.
