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Laura Chinchilla fue presidenta de Costa Rica entre 2010 y 2014. ÓSCAR NAVARRETE/LA PRENSA

La persecución a la Iglesia en Nicaragua “es demencial” dice Laura Chinchilla

La expresidenta de Costa Rica afirma que en Nicaragua hay una “estrategia de odio” contra la Iglesia Católica y considera que Daniel Ortega, así como mandó a matar en Nicaragua, “mandaría a matar en Costa Rica”.

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A Laura Chinchilla le preocupan varias cosas: la persecución a la Iglesia Católica en Nicaragua, el nivel de inseguridad que se vive en Costa Rica, pero también el hecho de que el gobierno de Rodrigo Chaves mantenga cercanía con la dictadura de Daniel Ortega y que se descarte por completo que en su país operen células sandinistas, sobre todo después del atentado que sufrió el opositor Joao Maldonado.

Chinchilla fue presidenta de Costa Rica entre 2010 y 2014. Para entonces tuvo disputas limítrofes con Daniel Ortega. En esta entrevista, asegura que, para aquellos años, algunos personeros del régimen ya operaban en su país y por ello no descarta que lo estén haciendo ahora.

“Se nos olvida la gente que ha muerto solo por el hecho de discrepar. ¿Por qué de pronto Daniel va a tener escrúpulos de, si matan gente en Nicaragua, no mandarlas a matar en Costa Rica?”, cuestiona la expresidenta costarricense.

También habla sobra la persecución de Ortega hacia la Iglesia Católica, los atentados que sufrió Joao Maldonado y la responsabilidad del gobierno de Costa Rica por garantizar seguridad a los refugiados. Además, comenta sobre la inseguridad en Ecuador, las similitudes que hay con su país y cómo los nicaragüenses están expuestos a la violencia.

¿Cómo valora la persecución a la Iglesia Católica en Nicaragua?

Es una de las manifestaciones prácticamente más demenciales. Ya no hay manera de calificar los actos del régimen, sino como algo totalmente fuera de lo racional porque se está persiguiendo a una organización milenaria que ha convivido con la humanidad aun predicando su credo en el marco de regímenes autoritarios. Daniel, Rosario y su familia no respetan absolutamente nada. No es solamente lo que tenga que ver con un discurso confrontativo al régimen, que pueden ser políticos de oposición, si no que persigue todo aquello que pueda tener fuerza sobre la población, inspirando algo positivo.

Cualquier fuerza, sea esta una persona o una institución, que ellos sientan que convoca a la gente con sentimientos positivos, para ellos se vuelve subversiva. Entonces vemos como ya no les queda a quien más perseguir. No sé qué más les falte por perseguir. Lo han hecho con oenegés, con universidades, con la Cruz Roja, con asociaciones religiosas, con la Iglesia Católica, hasta los organizadores de Miss Universo.

Vimos el destierro del obispo Rolando Álvarez y demás sacerdotes. Según Ortega, esto sucedió gracias a una negociación, pero ¿qué puede cederle El Vaticano a Ortega?

El régimen lo que hace es secuestrar gente para luego intercambiarlas por algo y esos no son gestos de generosidad, es parte de la estrategia de odio que ellos han desarrollado a todo aquel que predique la esperanza en Nicaragua. Eso es básicamente este régimen. Es un régimen de odio contra la esperanza, ya no contra la oposición. Ellos liberan a los sacerdotes, cosas que me alegra muchísimo desde el punto de vista personal, por su integridad física, por su salud, por la tranquilidad de sus familiares, pero es muy triste para Nicaragua.

Evidentemente fue parte de una negociación con El Vaticano, más allá de si conocemos o no los detalles, eso fue así. Me temo que es un poco lo más duro, que lo que se negocia a cambio es el silencio, que los sacerdotes no prediquen más allá de algunas de las oraciones que puede recoger el misario de cada respectiva diócesis nicaragüense y no ir más allá de eso. No imagino cómo serán los sermones de los sacerdotes en Nicaragua, pero debe haber una fuerte censura que está gravitando sobre la Iglesia.

Chinchilla considera que el régimen nicaragüense persigue todo lo que signifique esperanza para la población. ÓSCAR NAVARRETE/LA PRENSA

En diciembre, el presidente de Costa Rica, Rodrigo Chaves dijo que mantenía comunicación con Ortega y que de vez en cuando le consultaba sobre algunos asuntos, ¿qué opina sobre esto?

A mí me hubiera gustado entender un poco mejor qué entiende él por consulta. Yo he sido presidenta y entiendo que a veces hay declaraciones que no están puestas en contexto y en esto doy un poquito el beneficio de la duda. También entiendo que los presidentes de Costa Rica no están para pelear con Nicaragua abiertamente. Hay una relación de Estados que proteger. Cuando yo tuve los enfrentamientos que tuve con Daniel no fueron porque yo lo quise, si no porque él los buscó invadiendo parte del territorio costarricense como quedó esclarecido por parte del Tribunal de Justica de La Haya, pero aún en el marco de esas tensiones yo procuré que no hubiese una escalada más allá de lo que yo tenía que decir para defender los intereses de mi país.

No le estamos pidiendo al presidente Chaves que pelee con Nicaragua ni que se pongan al frente de la lucha de las organizaciones de derechos humanos o de los refugiados y asilados en Costa Rica, pero de ahí a dar entender que hay una relación de consulta pues sí genera un poco de desconcierto. Me preocupa eso, seguido también de declaraciones que parecían relativizar lo que le acaba de acontecer a este exiliado radicado en Costa Rica y que fue objeto de un atentado (Joao Maldonado). Insisto, no está para pelear, pero tampoco para cerrar los ojos sobre lo que está pasando en Nicaragua y tampoco a la necesidad de seguir poniendo al servicio de los refugiados, asilados y de quienes huyen de la persecución en Nicaragua, al Estado costarricense. El Estado tiene obligaciones de tipo humanitario de protección de quienes están en nuestro territorio. Me parece que cualquier cosa que relativice amenazas en contra de la población nicaragüense en territorio costarricense, no es una buena señal.

A propósito del caso de Joao Maldonado, él dijo a La Nación que las fuerzas de seguridad costarricenses le confirmaron que en su país operan células sandinistas, ¿cree posible esto?

Sí, por supuesto. No sería la primera vez y esta es información que manejan los servicios de seguridad. Obviamente no sé en este momento cómo se configura. Yo no podría ser irresponsable y decirle: “en este momento operan de esta manera en tales puntos del país”. Yo no puedo decir eso, pero tampoco lo podría descartar como han querido algunos hacerlo. Yo estuve al frente de este país y en algunos de los reportes que recibía de los servicios de seguridad, efectivamente se constataba que había operadores del régimen.

Obviamente no andan aquí con los uniformes de la Policía Nacional o del Ejército de Nicaragua, simplemente andan vestidos de civil, pero claramente estaban acá haciendo varias cosas, entre ellas, circulando entre la población migrante en Costa Rica para sacar información de lo que pudiese estar pasando, y esto cuando todavía en Nicaragua había una especie de farsa electoral. En esa época venían a trabajar con la población nicaragüense que está aquí, de manera que, esos servicios que no son abiertamente identificados, si no que básicamente hacen trabajo de inteligencia y de seguimiento de disidentes del régimen, siempre han podido operar.

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¿No se trató de expulsar a estas personas?

En algunos momentos hemos estado marcándolos más o tratando de expulsarlos, pero no se pueden descartar que esas células sigan estando aquí.

¿Por qué cree que el presidente Chaves negó la existencia de estas células?

Yo no sé si operan en este momento. Sé que ha habido momentos en que se ha constatado su presencia. No puedo decir tampoco que es una presencia continua porque también me consta que en algunos momentos se han hecho esfuerzos por sacar alguna gente, porque también están en situación irregular, pero no sé cuál fue la razón que lo motivó a ser tan categórico como para garantizar, que es lo que yo siento que no se puede garantizar, que en este momento el territorio costarricense está totalmente libre de algunos agentes de seguridad del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. No veo cómo se puede ser tan categórico descartando la presencia de ellos.

¿Qué falló en el caso de Joao Maldonado? El OIJ y la DIS dijeron que no tenían su custodia, pero al ser refugiado político el gobierno está en la obligación de garantizarle seguridad sobre todo después del primer atentado.

En este momento hay una nebulosa y si yo estuviese en el gobierno trataría de indagar cuál es la verdad de los hechos y esclarecer este último ataque que sufre porque vea usted que, por un lado, salió la Policía Judicial (OIJ), que es la que tradicionalmente provee algún tipo de protección, diciendo que ellos no tenían instrucciones en ese sentido. Entonces, hay como cosas que se contradicen entre las declaraciones de Maldonado y algunas autoridades, y luego esa posición tan categórica del gobierno prácticamente diciendo: “Aquí no hay nada”.

Hay una gran confusión. Yo esperaría que los hechos se esclarezcan por parte de la Policía Judicial que es lo más confiable que tenemos en el país y que se haga a la brevedad posible, ya sea que esto tenga tintes políticos o tintes estrictamente criminales, es importante esclarecerlo porque aquí viven muchos nicaragüenses. Algunos de ellos que abiertamente siguen hablando con la verdad de lo que pasa en Nicaragua y por la misma tranquilidad de ellos, tenemos la obligación de esclarecer estos hechos.

Se percibe como que las autoridades se han pasado la responsabilidad de este atentado

Exactamente así lo hemos visto quienes hemos consumido esta información. Yo personalmente no he hablado con autoridades, pero así se está viendo. No creo que la Fiscalía tenga que salir oficiosamente a dar una declaración. De por sí, el hecho de que ya haya víctimas en lo que ha sido un evidente atentado en contra de la vida de él y su esposa, obliga a que las autoridades actúen de oficio. Tienen que actuar con rapidez porque si una de las presunciones es que hay motivaciones políticas, estaríamos ante un escenario de alto riesgo para otros activistas políticos que están aquí en Costa Rica.

Con los antecedentes de estos atentados a Maldonado y la cercanía del presidente Chaves con Ortega, ¿pueden los nicaragüenses estar seguros en Costa Rica?

Que difícil responder a eso, y esto lo quiero decir con un poco de tristeza, cuando uno de los temas que precisamente está golpeando más a Costa Rica es la inseguridad. Los extranjeros que viven con nosotros, con los que compartimos todos los días, al igual que los costarricenses, son potenciales víctimas de estos hechos de violencia que son provenientes fundamentalmente del crimen común y del crimen organizado. En ese sentido, los riesgos que corre un nicaragüense son similares a los que corre un costarricense. Si tenemos que subir la guardia, poner luces de alerta porque puede haber una intensificación de acciones del régimen (Ortega Murillo) en contra de quienes se encuentran en territorio costarricense, yo pretendería como autoridad, actuar con cautela e instruir a las fuerzas de seguridad que levanten la guardia, que intensifiquen el trabajo de inteligencia para garantizar en la medida de lo posible que esto no se va a repetir con otro nicaragüense.

Ojalá que no se siga descartando viciosamente que eso está pasando en el país porque me parece que sería un error. El régimen Ortega Murillo es un régimen asesino. Se nos olvida la gente que ha muerto solo por el hecho de discrepar. ¿Porqué de pronto Daniel va a tener escrúpulos de, si mata gente en Nicaragua, no mandarlas a matar en Costa Rica? Es que yo no entiendo como alguien puede descartar de oficio que algo así puede ocurrir.

A propósito de la inseguridad en Costa Rica, el 2023 fue el año más mortífero de su historia. Fueron 907 homicidios. ¿Qué le está haciendo falta a la administración Chaves en términos de seguridad?

A mí en lo personal me afecta mucho porque siempre he estado cerca de estos temas, ayudando a nivel regional con estas discusiones y con mejorar políticas, y que en mi propio país esté pasando esto, duele doblemente, pero cuando vemos algunos datos, uno dice que era inevitable llegar aquí. Ya desde hace unos nueve u ocho años empezó a haber un crecimiento en la tasa de homicidios después de haber hecho un esfuerzo grande en mi gobierno por reducirla. Cuando analizamos los recursos que se destinaban al aparato de seguridad policial vemos cómo cayó de manera drástica en comparación con lo que se asignaba en mi gobierno. Lo mismo pasa con el personal policial. El número de policías por habitante se redujo.

La señal que mandó nuestro país es que tenía baja la guardia para enfrentar a los criminales y ellos actúan con información, con inteligencia, de manera muy racional y me temo que haya habido desplazamiento de operaciones hacia territorio costarricense y hoy tenemos lo que tenemos. Este gobierno estuvo primero en negación total de que no había una crisis de seguridad y una vez que empezó a reconocerlo, le echó la culpa a los jueces, a los fiscales y a los diputados, en lugar de coordinar y trabajar de manera conjunta.

La expresidenta de Costa Rica ha criticado al actual gobierno de Rodrigo Chaves en ese país por la falta de acciones para responder a la crisis de seguridad. ÓSCAR NAVARRETE/LA PRENSA.

Recientemente vimos una escalada de violencia en Ecuador y usted en redes sociales decía que no podía evitar el paralelismo con Costa Rica. ¿Cree que su país llegue a ese nivel de violencia?

Todo es evitable. No es que vamos de manera inevitable para el mismo abismo que Ecuador, pero son muchos los factores. Costa Rica y Ecuador eran hace tan solo cinco años, dos de los países más seguros de la región y con las tasas más bajas de homicidios. En ambos casos vemos que se han acelerado las tasas de homicidio de manera vertiginosa. Casi un setenta por ciento de esos homicidios obedecen a ajustes de cuentas entre pandillas, pero cada vez más también mueren terceros en esas disputas.

El año pasado, Costa Rica y Ecuador fueron los países de América Latina en donde más creció el crimen violento. Los dos países están geográficamente ubicados en zonas de alto riesgo, ambos se convirtieron en países con mayor salida de cargamentos de cocaína hacia los mercados del norte, entre otras cosas. Si Costa Rica no hace nada de manera efectiva frente a este problema, sí podemos terminar en la situación de Ecuador y no dentro de mucho tiempo.

Hay ciudadanos y actores políticos que recomiendan el modelo Bukele para contrarrestar al crimen organizado.

Quienes hablan del modelo Bukele se olvidan que El Salvador es muy diferente. El Salvador prácticamente no tenía un estado de derecho consolidado y las instituciones eran muy débiles y para poder hacer lo que hace Bukele hay que empezar por controlar el congreso. Costa Rica es una democracia muy viva y muy dinámica. Ecuador también ha sido un país así, pero saltarse todas las garantías procesales, judiciales, solo se logra controlando al cien por ciento el Poder Judicial y eso en Costa Rica no se va a hacer. Tampoco queremos que se haga y lo veo difícil en Ecuador.

El modelo Bukele no es el único modelo exitoso para enfrentar la inseguridad. Muchos países en el mundo confirman que viven bajo tranquilos niveles de seguridad sin haber sacrificado el Estado de Derecho. A veces se nos olvida que a Centroamérica le costó muchísimo recuperar la democracia. El gran desafío que tenemos en nuestros países es cómo bajamos los homicidios o los mantenemos en tasas relativamente bajas sin poner en riesgo la democracia.

Bernardo Arévalo recién asumió su mandato presidencial en Guatemala después de un intento de golpe de Estado liderado desde la Fiscalía, ¿podría decirse que esto ya se ha superado o todavía hay retos por delante en ese país?

Guatemala, así como nos ha mantenido en vela, desde que el presidente Arévalo ganó las elecciones, por todos estos intentos constantes de evitar que él tomara el poder, así como nos mantuvo en ese periodo, así nos debe mantener en vela lo que viene. Haríamos mal en bajar la guardia y en creer que ya porque él llegó ahí tiene la situación asegurada. Yo mantengo niveles de realismo y escepticismo por la persistencia de esos sectores que siguen gravitando de manera importante sobre Guatemala. Son grupos económicos poderosos y también funcionarios que quedaron adentro. Tienen tomada la Fiscalía y espacios del Poder Judicial y van a seguir atacando al presidente Arévalo.

Plano personal

Nació el 28 de marzo de 1959 y se graduó en la Universidad de Costa Rica con un título en Ciencias Políticas en 1981.

Entre 1986 y 1989 estudió en la Universidad Georgetown, en Estados Unidos. En mayo de 1994, fue nombrada viceministra de Seguridad Pública en el gobierno de José María Figueres Olsen.

En 2010 se convirtió en la primera mujer presidenta de Costa Rica, cargo que ocupó hasta 2014.

Asegura ser adicta al trabajo, pero sus tiempos libres los dedica a leer o salir a caminar para despejar su mente del ajetreo diario.

La revista Forbes la ha mencionado como una de las 50 mujeres más influyentes de Centroamérica, y dentro de las 100 mujeres “más poderosas” a nivel mundial.

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