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Hesíodo

Hesíodo después de Homero fue el más antiguo de los poetas helenos. Su familia se estableció en Beocia procedente de Cumas (Eolia). Después de que su padre falleciera pasó su juventud en Naupaktos cuidando rebaños de ovejas y llevando la vida sencilla del campesino. Fue contemporáneo de Homero, pero, su poesía fue alejada de la épica y más bien destinada para instruir que para exaltar.

En Calcis (Eubea) ganó la victoria entre un concurso de aedos. Muchas de sus obras fueron dedicadas al arte adivinatorio (la ornitomancia). Fue el autor de Los trabajos y los días, que contiene la célebre fábula de la Caja de Pandora, y de la Teogonía donde explica el origen del universo y la genealogía de los dioses. Creador de los cincuenta y cuatro primeros versos del Escudo de Heracles, un relato de la expedición de Heracles y Yolao contra el hijo de Ares (Cicnus) quien lo había desafiado en combate.  

Sus obras vinieron a formar parte del corpus fundacional de la cultura griega gracias a su labor de sistematizar los mitos heredados dándoles una interpretación moral y práctica entre el conjunto de concepciones mitológicas griegas, religiosas y dentro de sus propias tradiciones, rechazándolas o reverenciándolas extrayendo sus más fecundas y propias intuiciones.

Murió en Ascra hoy Palaioppanagia, actual Grecia y sus cenizas se conservan en Orcómeno.

A continuación un poema de mi autoría recordando las musas heliconiadas y olímpicas de la obra de Hesíodo, Teogonía (S. VIII a. C.).

Las hijas de Zeus

Hijas de Zeus que habitan y danzan

en las fuentes del Monte Olimpo,

¡Vengan en nuestra ayuda!

Musas de los aedos y citaristas que traen miel

Y cantos a los hombres,

¡Vengan!

Aguas agitadas del Ponto, calmen la tempestad,

Que trae dolor desde el ebero y tártaro,

Musas ¡Vengan!

a calmar el dolor de las almas en sufrimiento.

En Píndaro las musas en sus labios pusieron la miel de la poesía.

En Hesíodo, mientras apacentaba sus ovejas y

en Homero, mientras dormía, también.  

A ellos, les picó una abeja,

al igual que Rubén Darío díjole

a “Campoamor”,

A aquel “del cabello cano

como la piel de armiño […]

cuando se tiene en la mano

 un libro de tal varón,

abeja es cada expresión,

que, volando del papel,

deja en los labios la miel,

 y pica en el corazón”.

Hijas de Zeus:

“Sin musas no existiría la poesía” dijo Hesíodo.

“Tan sagrado es el don de las musas para los hombres,

de las musas y del flechador Apolo descienden

los aedos y citaristas que hay sobre la tierra.

Y de Zeus los reyes”.

La Isidora Duncan, la Margarita Debayle y

la Margarita Gautier,

¡Vengan!

¡Musas Olímpicas, 

a otorgarnos vuestros Cantos.

¡Vengan!

Musas sempiternas que habitaron, El Monte Helicón,

¡Vengan!

Con sus cantos y danzas

a movernos El corazón.

A Salvar la humanidad:

¡Vengan! ¡Vengan!

Conviertan nuestras almas

En el canto de los poetas

En versos griegos, latinos,

o castellanos. 

La autora es máster en literatura española.

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