Tal como muchos esperaban —y tantos otros temían—, el político antisistemaJavier Milei ganó la elección presidencial del domingo 19 de octubre en Argentina, y a partir del próximo 10 de diciembre será su nuevo presidente. Lo será por los siguientes cuatro años, a menos que en 2027 vaya por la reelección y la consiga.
Milei es un fenómeno político. Se metió a la política en 2021, como diputado, y solo dos años después ya es presidente electo de Argentina. Se autodefine como libertario, de manera que en esto también es un fenómeno puesto que es la primera vez que en Argentina y las Américas llega al poder, por la vía democrática de las elecciones, un político de esa definición.
“Yo soy un libertario. Filosóficamente, soy un anarquista de mercado”, proclamó Milei en 2021. Un año después, en 2022 publicó un libro titulado El camino del libertario, que reúne sus discursos sobre cómo y por qué llegó a sustentar y plantear sus ideas libertarias para, según él, cambiar radicalmente a la Argentina. Como con una revolución de derecha.
Pero, ¿qué es eso de libertario? Según la Enciclopedia Filosófica de la Universidad de Stanford señala que “un libertario admite que se puede obligar justificadamente a las personas a hacer ciertas cosas, la más obvia abstenerse de infringir la libertad de los demás. Sin embargo, un libertario considera inaceptable que se pueda obligar a nadie a servir a otros, ni siquiera si es por su propio bien”.
Por su parte, el académico estadounidense David Boaz, quien es vicepresidente ejecutivo del Instituto Cato —un tanque de pensamiento de derecha—, explica en su libro titulado La mente libertaria: un manifiesto por la libertad, que el libertarismo “es una corriente filosófica dentro de la política que coloca a la libertad individual como el valor supremo”.
Según Boaz, “los libertarios han intentado definir el alcance adecuado de la libertad individual en términos de la noción de propiedad en la propia persona, o autopropiedad, lo que implica que cada individuo tiene derecho al control exclusivo de sus elecciones, de sus acciones y de su cuerpo”.
De allí que Boaz rechace la guerra contra las drogas y sugiera que más bien sean descriminalizadas. Y siguiendo esa línea Javier Milei ha sentenciado: “Drogarte es suicidarte en cuotas. Si vos te querés drogar, hacé todo lo que quieras, pero no me pidas que yo pague la cuenta”. Es decir que, según él, el Estado no debe gastar recursos económicos para luchar contra la distribución y el consumo de drogas.
En lo económico e institucional Milei propone, entre muchas otras medidas, dolarizar la economía, cerrar el Banco Central, poner fin a las inversiones públicas en infraestructuras, reducir el Estado y el Gobierno a lo indispensable. Y en lo político, exterminar a la izquierda y en general a la clase política tradicional, a la que llama “casta” de manera despreciativa.
Sin embargo, e irónicamente, fue por el apoyo de una buena parte de esa “casta” que Milei ganó la elección presidencial; y la necesitará todavía más para gobernar, manteniendo la gobernabilidad. Lo cierto es que el presidente libertario podrá realizar cambios importantes en Argentina, pero no todos los que él quisiera.
En democracia los políticos que llegan al poder hacen lo que pueden, no lo que quieran. Hacer lo que se quiera en el poder solo es posible en dictadura, que obviamente no es el caso de Argentina ni será el del libertario Javier Milei, por mucho que quizás lo quisiera.