El lanzamiento de misiles por parte de países que poseen armas nucleares, causa cambio climático y por ende contaminación. Actualmente hay 10 países que han detonado “satisfactoriamente armas nucleares”. Corea del Norte pone arsenal en estado de alerta ante “la amenaza de Estados Unidos”. Se estima que Rusia y Estados Unidos suman más de 15,000 ojivas nucleares y con los países que le siguen: China, India, Pakistán, Israel, Francia y Reino Unido son muchas más.
Rusia, en su afán de extender la invasión a Ucrania en 20 meses le ha provocado la pérdida de aproximadamente 1.24 millones de hectáreas de territorio de reserva natural y 450,000 hectáreas de bosques están bajo ocupación o en zonas de combate.
Según expertos en armas nucleares, Estados Unidos y Rusia poseen más de 94 por ciento de las disponibles en el mundo. La polarización por la carrera armamentista de estas potencias, principalmente Corea del Norte, cuyo líder Kim Jong-Un de perenne hace “ensayos” nucleares subterráneo de misiles contra las costas de Japón. Esto provoca que por cada lanzamiento de misiles contra los nipones la tierra se estremece 3.4 de magnitud en la escala de Richter. Para lavarse las manos, el régimen norcoreano dice que las armas nucleares de Estados Unidos son usadas para “destruir la humanidad”. Qué descaro.
Los poderosos gobernantes de la tierra celebran cumbres sobre el cambio climático donde se firman muchos acuerdos que en la práctica no se cumplen posteriormente. Pero la decisión es buena para la economía de sus países y para sus gobernados, pues los jefes de Estado de todo el mundo se han comprometido a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, causantes del calentamiento global, pero tampoco cumplen.
En el caso de Nicaragua, las causas del cambio climático se deben a otros motivos que son: la tala de los árboles de nuestras selvas tropicales por los colonos. Como se sabe, cada árbol absorbe carbono y ayudan a regular el clima. Valdría la pena decir que sobre la Tierra hay un campo magnético que protege la vida de nuestro planeta, resguardándonos de las radiaciones y moderando el clima que se originó con los movimientos de metales líquidos en el núcleo del mismo.
No debemos tapar el sol con un dedo, a diestra y siniestra se está llevando a cabo de manera ilícita la deforestación y la tala de la madera. Se estima que en casi cinco años se deforestaron en Bosawas más de 7 mil hectáreas. Esa es la información a la que los ambientalistas han echado mano para justificar su rechazo a este flagelo. La tala de madera, la siembra y la utilización de terrenos para pasto en la zona protegida está prohibida, pero al parecer hay personas con grandes intereses económicos en los cerros de Saslaya, Siuna y San José de Bocay, que por su influencia les permite la impunidad. Razón por la cual el pulmón de América —Bosawas— para el año 2036 se habrá convertido en bosque seco.
Bosawas constituye la mayor reserva forestal de Centroamérica y la tercera mayor a nivel mundial y es uno de los mejores ejemplos de bosque tropical húmedo. Pero el 70 por ciento de sus reservas ya fue depredada. Bosawas es una plataforma de salvación para ayudarnos a enfrentar un cambio climático local, pero esa salvación podría fallar porque ya la reserva de su biosfera ha perdido el 70 por ciento de biodiversidad.
Los gobernantes del mundo tienen la responsabilidad suprema con las futuras generaciones de no heredar una contaminación y trastornos climáticos. Para ello está la tecnología que puede revertir este flagelo. De lo contrario no nos salvaremos y el cambio climático nos pasará la cuenta, porque para luego es muy tarde.
El autor es periodista.