El canciller orteguista Denis Moncada acusó este martes 26 de septiembre a la Organización de Naciones Unidas (ONU) de ser un “organismo de servidumbre y dependiente de las potencias”.
Moncada expresó en su intervención en el último día de la Asamblea General de la ONU que la naturaleza de las Naciones Unidas “ha venido siendo desvirtuada para convertirla, desgraciadamente, en un organismo de servidumbre y dependiente de las potencias”.
El representante de la dictadura leyó el mensaje firmado por Ortega y Murillo y reclamó por “memoria, historia, reparación y no repetición”, relanzando así el reclamo de indemnización contra Estados Unidos —fallo dictado por la Corte de La Haya— por financiar a la contrarrevolución durante la guerra civil en la década de 1980.
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“Desde este pódium de la 78 Asamblea General exigimos a Naciones Unidas hacer cumplir el mandato de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, que en el año 1986 sentenció a los Estados Unidos a reconocer a Nicaragua, al menos en parte, los costos de la destrucción, la agresión permanente, el dolor y el sufrimiento de centenares de miles de familias, durante la demencial y revanchista guerra impuesta a nuestro país y nuestro pueblo, en lo que se llamó la Contrarrevolución”, expresó el canciller.
“Con eso, por supuesto, no se reponen las vidas, no se alivia el corazón partido de tantas familias y seres, pero al menos se reconstruye, para todos los nicaragüenses, la infraestructura económica, social, productiva, cultural, que hicieron añicos con su grotesca intervención”, agregó Moncada.
“Exigimos a las Naciones Unidas pronunciarse, y mandatar al gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica el cumplimiento de la histórica sentencia que les condenó y urgió a reconocer a Nicaragua, acatándola en todos sus acápites meritorios”, insistió.
Contra las sanciones
El canciller también utilizó su tiempo en la ONU para reclamar por las sanciones, afirmando que “no solo son ilegales, ilegítimas, sino que constituyen una modalidad de guerra que desestabiliza, destruye, e impone cambios de gobiernos, a través de golpes de Estado, movilizaciones golpistas y acciones vandálicas”.
“Las agresiones que llaman con soberbia y altanería, ‘sanciones’ no nos definen, ni nos amedrentan, ni nos discapacitan, ni nos doblegan, ni nos llevan a vendernos o rendirnos. No conocemos la palabra rendición”, dijo Moncada.
Con el sello de Murillo, el manifiesto leído por Moncada ante los líderes mundiales también se solidariza con los países que “han sido destruidos, en la brutal política de tierra arrasada, que busca satisfacer los apetitos bestiales de los Imperialistas de la Tierra… Países enteros han venido siendo ocupados, y sacrificados y masacrados sus pueblos, por las mismas y atroces políticas y acciones, violatorias de todos los derechos, que refuerzan lo que conocemos y denunciamos nuevamente aquí como crímenes de odio”.
Particularmente la dictadura se congració con la “valiente” presidenta Xiomara Castro, de Honduras, “nuestro hermano vecino, donde Morazán y Sandino se encuentran. Nuestro abrazo familiar, fraternal y siempre solidario”.
Castro fue de las pocas mandatarias que defendió a la dictadura de Ortega en las Naciones Unidas, abogando para que sean eliminadas las sanciones individuales contra el régimen en Nicaragua. Durante su intervención en la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas el pasado 20 de septiembre Castro dijo que “se deben eliminar las medidas y sanciones injustas contra Nicaragua, porque son barreras que nos impiden normalizar nuestras relaciones con el país hermano”.
La dictadura también se “solidarizó” con sus amigos y aliados: Cuba, China, Irán, Rusia, Corea del Norte, Siria y Bielorrusia.